Era una noche de otoño, el clima era frío, los árboles alrededor perdían su tono verdoso y las características hojas de colores cálidos estaban esparcidas por toda la carretera.
Yo me encontraba sentada en la parte de copiloto del preciado Ford Torino GT azul del 71 que pertenecía a mamá, en la orilla de alguna carretera en medio del bosque. Me miré a mí misma, llevaba puesto un bonito vestido blanco con corte de princesa y mangas largas, adornado por el estampado de rosas rojas en el borde de la falda y algunos pétalos dispersos en lo que restaba del vestido. Tenía puestos mis converse favoritos y el cabello corto hasta los hombros, completamente suelto. La persona que estaba en el asiento del conductor, que identifiqué como mi hermano, tenía una camisa sencilla de color azul y pantalones de mezclilla, con zapatos deportivos. Me dedicó una mirada y comenzó a hablar conmigo.
Solo pude ver como sus labios se movían con cautela, miraba a todos lados, nervioso, y lo único que yo podía pensar era por qué no era capaz de escucharlo. Algo dentro de mí intuía que se trataba de algo importante y eso hizo que me pusiera demasiado nerviosa.
No tengo que hacerlo.
Miré a través del cristal, ignorándolo, pero aún consiente de qué seguía hablándome, la fauna más cercana era iluminada por la luz natural que ofrecía la luna; en ese momento no era demasiada, ya que estaba en fase menguante y apenas podía distinguirse entre las nubes que anunciaban a una gran tormenta acercándose. Más allá de los arboles sólo se encontraba una completa y aterradora oscuridad.
Todo era silencioso, aunque había sonidos que lograba distinguir, como algunos animales nocturnos y las hojas de los árboles moviéndose de un lado a otro, chocando entre sí en consecuencia del viento, lo cual consideraba raro por el hecho de que los escuchaba siendo bajos e insignificantes, en cambio, la voz a mi lado...
No sabía que hacer o que decir. Mi pie derecho se movía energéticamente, al igual que los dedos de mis manos sobre mis piernas por los nervios. Por alguna razón, volteé hacía él con los ojos más que abiertos; Su cuerpo estaba tenso y me miraba fijamente, su cara era seria, su entrecejo estaba fuertemente fruncido y sus labios estaban formados en una fina línea. Un miedo inexplicable entró en mi sistema y envió alarmas a cada parte de mi cuerpo, haciendo a mi corazón latir acelerado. Lo miré fijamente a los ojos, desesperada, buscando algún deje de diversión, esperando que, lo que sea que haya dicho, fuera una broma.
No lo hizo.
No quería creerlo, y ni siquiera sabía por qué, pero la adrenalina estaba corriendo por mis venas y el corazón me latía tan fuerte que me dolía el pecho.
De pronto y sin previo aviso, fui cegada por unas grandes y brillantes luces blancas que venían de todas partes y se acercaban al auto, mi cara rápidamente tomó un gesto de preocupación y comencé a entrar en pánico, sentí mi garganta cerrándose, quería vomitar, las náuseas comenzaban a apoderarse de mí, respiraba dando bocanadas de aire mientras sentía un fuerte dolor que se extendía por toda mi cabeza. Quise abrazar a mi hermano buscando protección y para sentir que todo estaría bien, como siempre me hacía sentir cuando sus brazos me rodeaban, pero cuando la punta de mis dedos estaban por tocarlo se esfumó, como si de un fantasma se tratara.
Estaba a punto de llorar, lo noté cuando mi labio inferior comenzó a temblar, la garganta y parte de mi barbilla empezaba a dolerme por hacer esfuerzos, ya que no quería hacerlo, debía ser fuerte porque se los prometí. Cerré los ojos y grité fuertemente, hasta que la garganta se me secó. Había un sentimiento parecido al pavor recorriendome por dentro de todo el cuerpo, aunque también podía identificar cierto odio hacia todo lo que me estaba pasando.
Escuche el sonido de algunos cristales romperse estrepitosamente y las luces desaparecieron de golpe, me pareció extraño, pero apesar de eso dejé mis ojos cerrados. Solté un sollozo y sentí como algunas lágrimas rebeldes caían por mis mejillas, mientras sentía fuego a su paso, solté un gemido y fue entonces me di cuenta de que estaba llorando desconsoladamente. Me lleve las manos a la cabeza hechas puño y comencé a tensarme en mi lugar, ¿A quién pretendía engañar? Nunca podría ser fuerte, no lo suficiente.
- Eso fue impresionante. - La voz a mi lado me sacó del trance en el que estaba. Me sentía muy estresada, por lo que mi ceño se frunció, lo miré tratando de calmar mi llanto, ¿Hablaba enserio?- Ésta es una de mis técnicas favoritas. Es una lástima que no hayas cumplido con mis expectativas, esperaba que pudieras hacer algo con aquel silencio, era información valiosa. - Lo miré con recelo y limpié la sangre de mi nariz. - Chicos. - Hizo una seña con su mano derecha junto a un asentimiento leve con la cabeza hacia los hombres fuertes que estaban cerca de la puerta y estos caminaron hacía mí.
Quitaron la cinta de mis muñecas que me mantenía en la silla y el casco electromagnético de mi cabeza, me levantaron de la silla en la que estaba y me dirigieron con rudeza al pasillo en dirección al lugar al que me introducían siempre.
- P-por favor, no lo hagan.- Supliqué.- Por lo que más quieran, no me metan a ese lugar.- Forcejeé a pesar de lo cansada que estaba.
Lo pedí tantas veces -las cuales todas fueron en vano, ya que ni siquiera se inmutaron-, que al llegar a la puerta del pequeño cuarto mi voz fue casí inexistente por lo cansada que estaba de patalear y gritar.
Literalmente me lanzaron dentro, caí sobre mis rodillas, casi todo el peso de mi cuerpo cayó en una de las palmas de mis manos, en consecuencia está se dobló bruscamente y se rompió. Me quejé, incluso creo que grité, pero a ellos les dió igual. Me senté cerca de la pared a mis espaldas. Cerraron fuertemente la puerta de metal, haciendo que brincara en mi lugar. Escuché los candados y cadenas de la puerta, trataban de reforzarla lo más que podían. Pensé en lo estúpido que era esto, ya que había miles de personas afuera con armas superpotentes -de las cuales dudo que escaparía-. Definitivamente no iba a salir y arriesgar la poca vida que me quedaba.
Aunque todo eso se había hecho la rutina de mi miserable vida seguía sin adaptarme. Siempre trataban de exprimir mi mente lo más que podían. Incluso me atrevía a decir que ese día tuve suerte, generalmente me desmayaba durante o después de alguna prueba. Ellos decían que eso me ayudaba a controlar y aumentar mis dones, pero sinceramente creía que esa era una de más mentiras más grandes de que habían hecho nunca. Sabía que ellos lo hacían para recolectar información que les ayudará a encontrar absolutamente todo lo que buscaban.
Su maldita obsesión por crear las mejores armas del mundo para así poder convertirse en un país invencible y ganar las guerras a las que ellos mismos se unen los ha llevado a hacer las peores cosas, inimaginables y repulsivas, es decir, ¿Qué clase de personas son capaces de experimentar con seres humanos, niños, específicamente, sin imaginar tan siquiera un poco todo el dolor psicológico y físico que sufren, tratandolos como si fueran juguetes, como si fuesen incapaces de sentir?
Miré el significativo tatuaje grabado en mi muñeca lesionada y pasé los dedos suavemente por él, el dolor hizo que un quejido saliera de mi boca. Fruncí los labios y rodé los ojos, con mi mano intacta dí un golpe fuerte a la rota para enderezarla. Abrí mi boca adolorida, pero no hice sonido alguno.
Me recargué en la pared, cerré los ojos relajandome. El sueño y el cansancio comenzaron a apoderarse de mi cuerpo y me dejé llevar. Antes de dormirme muchas dudas comenzaron a llenar mi cabeza, por primera vez en mucho tiempo.
¿Donde estaba?
¿Por qué estaban haciendo esto conmigo?
¿Hasta donde querían llegar?
¿En qué momento me volví parte de esto?
¿Me dejarán ir en algún momento?
Y la que más me inquietaba.
¿Por qué yo?
ESTÁS LEYENDO
Experimento Final [Stranger Things]
Science Fiction"Donde la mente es mucho más importante que la materia."