Prólogo

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Prólogo.
Una vez más, el único que llevaba la tarea e incluso anotaciones innecesarias pero relevantes era Alonso, un muchacho engreído de 17 años al cual la mayoría lo envidiaba y odiaba. No era por su físico o capacidades deportivas que se sentía superior, de hecho no tenía ningún rasgo físico envidiable: medía 1.59 m, era delgado y usaba brackets. Pero la razón por la cual se sentía más que los demás era por el mero hecho de poseer “una de las mentes más brillantes en la escuela” . Le encantaba ser el centro de atención en cada momento que lo requiriera, como a la hora de entregar las tareas de historia, ya que casi nadie las entregaba debido a que todos odiaban al profesor que impartía esa materia, excepto Alonso, puesto que era el favorito del docente.
Cuando concluyó la clase, Alonso se retiró del salón y salió al patio para ingerir sus alimentos correspondientes. Mientras comía, una chica conocida se sentó junto a él.
– ¡Qué onda! ¿Qué haces?
Aquella muchacha era su mejor y única mejor amiga, la única persona que podría soportar su mal carácter. Sofía.
– ¿Qué parece que estoy haciendo?
– Payaso… Como sea, hay algo que quiero decirte.
– Habla.
Después de estar debatiendo mentalmente si era correcto o no hacerlo, la chica finalmente optó por la primer opción.
– Bueno, es que… sinceramente me caes muy bien pese a todo, valoro mucho tu amistad y por eso no me gustaría perderla incluso después de lo que te digo, entonces…
Sofía se frotaba nerviosamente las manos, se empezaban a divisar indicios de transpiración por su frente. A pesar de que Alonso no tenía una paciencia muy grande, decidió respetar el espacio de su amiga y esperar a que ella terminara de hablar.
– Alonso, ¡Me gustas! Y me gustaría ser más que tu amiga.
Él ya suponía que la chica diría algo así. Era demasiado obvio como para no haberse dado cuenta antes. En realidad, Sofía no era fea: era unos pocos centímetros más alta que él, usaba lentes y, aunque no tenía el mejor cuerpo, aquello era compensado con su alto intelecto, motivo por el cual Alonso permitió que fueran amigos. Pero exceder ese límite no estaba dentro de sus planes, simplemente por el hecho de que él pensaba que nadie merecía estar con un genio tan joven como él. Así que, por el respeto que le guardaba a su amistad, no la ofendió de ninguna manera, únicamente se levantó de su asiento y se retiró de la escena, pensando que tal vez en un par de días se le pasaría el enamoramiento.

•••••
– Alumnos, quiero presentarles a un nuevo alumno de intercambio, viene del extranjero. Espero que no lo atosiguen y le den una cálida bienvenida.
En cuanto todo el grupo se había reunido después del receso, el profesor de química les dio aquel inusual anuncio.
– Adelante, hijo. Preséntate, por favor. Dinos tu nombre.
La penetrante voz y el acento marcado de un alto joven retumbó como eco en la habitación.
– Baran. Baran Alkaev.

El saber también tiene color (obra cooperativa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora