Empezaba a pensar que había algo raro con él.
En sus ojos brillaba una especie de locura u obsesión que no lograba comprender del todo.
Otro hombre me habría echado a patadas de su automóvil.
En cambio él apretaba los dientes y guardaba silencio.
Mis duras palabras eran demasiado para cualquiera, pero él se quedaba callado y más encima me llevaba a mi casa sana y salva.
Lo había provocado con mi furia, y él no reaccionaba como alguien normal.
El asunto empezaba a darme vueltas en la cabeza. Una especie de mareo confuso.
¿Que sentía por él?
Mi corazón estaba cerrado por el momento y él no era alguien que me impresionara. Lo que yo necesitaba él jamás podría dármelo, su actitud arrogante me sacaba de quicio, lo odiaba.
Lo miré pasmada. Y dudé de mi misma ¿acaso estaba loca?
¡Claro que lo estaba! Subirme a su auto y confiar en un tipo así.
Me bajé dando un portazo y enfilé rápidamente a la entrada del edificio.
Quería alejarme y continuar con mi vida, cada uno por su lado.
Casi al instante sentí tras de mi unos pasos, supe que eran los suyos y reafirmé que él tipo era un tarado ¿que tenía que hacer para que me dejara en paz?
Tiró de mi brazo con tal fuerza que casi pierdo el equilibrio.
Me obligó a detenerme y a escuchar sus palabras.
-¡No eres un premio de consuelo para mí! ¡Realmente quería salir contigo!
Lo miré descolocada y le respondí de manera que se diera cuenta de mi rechazo-
-¡Tienes toda la razón! -Le contesté exasperada- ¡no me quiero ni un poco! ¡Es más! me odio tanto que estoy aquí escuchando a un idiota como tú ¡Suéltame! ¡Anda a buscar a las prostitutas con las que sueles andar! ¡Y déjame en paz!
Definitivamente, yo estaba loca. Pero tenía mis razones.
Me soltó al instante, sentí que la presión de su mano se aflojaba, mis palabras eran demasiado duras para seguir insistiendo, había logrado mi objetivo, él daba media vuelta y se marchaba enfurecido.
Mejor así. Poner distancia era lo que yo necesitaba.
Cuanto antes entendiera que yo era una loca a la cual no se debía provocar, tanto mejor.
Sonreí, ya no volvería por otra.
Pero estaba equivocada, si yo era dura de tratar, él era peor.
Vi el reflejo de las luces del auto parpadear insistentemente, y la bocina sonar, obligándome a voltear y mirar.
Él asomaba casi la mitad de su cuerpo fuera del vehículo levantando el dedo medio hacía mí.
Sonreí con sorna, él tarado creía que con esa actitud se vengaba de mi rechazo.
Decidí seguirle la corriente y le contesté empuñando mi mano y se lo enseñé con la cara llena de risa.
Su cara fue de desconcierto.
Di la vuelta y entré a mi departamento, pensando en que ojalá se fuera al infierno.
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Escándalo Rosa
Romanceuna chica ruda quiere abrirse paso en la vida, pero más de alguien se lo pondrá difícil.