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Uno tras otro, tras otro más sin parar, perdiendo la cuenta.

"Stop".

"Para".

"Ya es suficiente".

Te repites una y otra vez pero no escuchas, no quieres escuchar. Con el tiempo se vuelve como una molestia bajo tus costillas, como un dolor de cabeza que solo tú debes soportar.

"Respira".

Te enfureces por no saber parar. Te encierras, lloras y te frustras.
Cierras los ojos y comienzas a contar hasta diez.

"sabes que lo harás de nuevo".

No estás bien y tampoco te ves bien pero prefieres fingir y decir que todo estará bien, que resistiras, que lo soportaras sin importar las circunstancias. Pero...

"¿Por qué?".

Te observas y te observan de pies a cabeza. La baja autoestima y la falta de propósito se vuelven insoportables. Te aterra e intentas disimularlo, pero es ahí donde tu cuerpo hace un stop.


"Resiste".

Al principio se vuelve insoportable y tan doloroso pero con el tiempo te acostumbras. Dejas de sentir esas ansias e esos impulsos. Y es ahí, es ahí cuando comienzas a cambiar pero no te das cuenta. Te sigues viendo incluso igual que hace dos semanas.

"¿Pero los demás lo notan?".

Te lo cuestionas a diario, te paras un sin fin de veces frente al espejo buscando algún cambio. Buscando una diferencia, algo que te diga y te convenza de que lo has logrado.

"No, no no no no".

Pero vuelve otra vez y está vez golpeándote más fuerte, ahogando te en tu propia y desequilibrada mente y ahí es donde te quedas paralizado. Porque en ese momento es cuando tú cabeza se detiene obligandote a parar.

"Desearía ser fuerte".

Collins.

"Dos chicos, un mundo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora