Capítulo uno

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CAPÍTULO UNO;
conociendo a Marina.

“No llegues tarde” me había dicho mi mamá el día de ayer, yo había asentido a medias, estaba demasiado concentrada en cómo se hacía un pastel en un minuto, era increíble, es decir, no había quedado como el de los tutoriales, pero en definitiva sí era un pastel. El punto es qué, ahora iba tarde, veinte minutos tarde, y todo por el tipo que perdió su celular y nadie se iba hasta que el culpable confesará; maldito Andrés.

Con mis libros en mano, pasé corriendo antes que el coche estuviera lo suficientemente cerca; mamá iba a matarme. Hoy conocería a su pareja, sólo me había dicho eso y que sería una sorpresa demasiado grande para mí; al menos que fuese Chris Evans o Tim Burton, en verdad lo dudo.

Llegué a la puerta del restaurante, antes de siquiera poner un pie dentro, di un gran suspiró y me preparé mentalmente; no era malo que tuviera pareja, ella merecía ser feliz junto a alguien, lo merecía tanto después de todo lo que había pasado, y yo no podría interferir en esa felicidad.

Entré de forma cautelosa, observando todas las meses en busca de una cabellera castaña clara. Caminé un buen rato, pero en verdad no la veía; tomé el teléfono de mi mochila y le mandé un mensaje, pronto me respondió diciendo que me apurara y que estaban en el segundo piso del restaurante. Unas escaleras jamás se me había hecho tan largas en mi vida. Según la yo de ayer, el nerviosismo no me iba a ganar, era algo normal; peor en verdad comenzaba a dudar que los nervios no me comieran viva a última hora.

Cuando por fin llegué a la planta de arriba, ella estaban sentada en la mesa que daba hacia un balcón. Fruncí el ceño al ver otra figura femenina frente a ella; me acerqué de forma lenta, podía haberme equivocado y no ser la meda, pero sí era ella, era mi mamá, el broche que tenía puesto yo se lo regalé el día de su cumpleaños.

Cuando ya estuve cerca me quedé estática, con el miedo de que quizás sí me pude haber confundido de mesa, quizás incluso de restaurante.

Tomé valor de quién sabe dónde y por fin me decidí a quedar enfrente de ambas; observé a la mujer, acompañante de mi mamá; tenía un hermoso cabello rubio y una sonrisa radiante. Creo que me quedé mucho tiempo en silencio, o quizás con una cara que denotaba todo menos felicidad; por que de inmediato sentí un pellizco en mi pierna. Volví a la realidad; y ahí estaba mi mamá, si era ella, me observaba como cuando la vecina chismosa que no le caía nada bien, iba a visitarla a la casa, y yo decía que sería un gusto recibirla; así exactamente, como sí hubiera hecho algo muy malo.

Le di un beso en la mejilla aún sin dejar de observar a la mujer desconocida, no sabía qué clase de expresión le estaba dando, pero seguro no era de "qué gusto en conocerte".

— Toma asiento cariño — me dijo mi mamá. Me senté entre ambas, ellas quedando frente a frente.

— Mucho gusto Alessandra, mi nombre es Marina — me dio tendió la mano, y la estreché.

Volteé a ver a mi mamá, no quería sacar nada a conclusiones, pero... yo no veía a ningún tipo por aquí; quizás ella era su pareja, o quizás trajo a una buena amiga para que también conociera a su pareja, ¿cómo para que lo apruebe?, Sarah definitivamente me exigiría tal cosa.

— Cariño, Marina es mi pareja — me había sin un toque de filtro; directa como siempre. Me quedé estática unos segundos, ¿mi mamá?, ¿mi mamá?, ¿en verdad a mi mamá era del... otro bando?. Inhale hondo, para después forzar una sonrisa; había sido una fuerte impresión, demasiado, debía decir. Primero miré a Marina, luego a mi mamá, y así un par de veces, como sí eso hiciera que todo fuera más fácil de asimilar.

— Sé que es difícil de asimilar... — comenzó. Claro que lo era, por supuesto que lo era, digo, después de tantos años creyendo conocer a alguien es difícil pensar que realmente no lo hacías tanto.

— Sí, demasiado, ¿por qué no me lo dijiste? — en mi mente pasaban tres escenarios diferentes: el primero, como en muchos casos, el de apantallar yendo contra lo que eres con tal de no decepcionar o no ser juzgado; el segundo donde ese gusto era reciente, así como cuando has tenido tantas decepciones y de parte de los hombres y... ¡qué viva la vagina y qué muera el pene!.... dudo que mi mamá sea así ; y el tercero y último, en donde quizás se había enamorado de ella y no pudo evitarlo aún en contra de su sexualidad — lo cual sería demasiado romántico a mi parecer —, como "por ti y sólo por ti".

— Ese es un tema para otro momento — asentí; pero ese otro momento tendría que llegar tarde o temprano.

Mi mamá llamó al mesero, él tomó nuestras órdenes, para después retirarse.

Marina me hacía algunas preguntas sobre la escuela, sobre mis gustos y cosas para conocerme mejor; mi madre me decía que le contara cosas de mis clases extracurriculares y las actividades que me gustaban — cosas que conociendo a la Señora Vermont, Mariana ya se debe saber más que de memoria —.

La comida ya había llegado, lo cual era una buena señal para que se distrajeran un rato de mí y cambiar de tema. Ideé el plan perfecto, el que funcionaba siempre cuando alguien quiere presentar a su pareja.

— Mm, y entonces, ¿cómo se conocieron — Marina casi se atraganta con el agua, mientras que mi mamá la había observado con una expresión rara. Algo en mí me dice que quizás su historia sea... ¿diferente?.

— Oh, bueno, verás Ale, Marina es abogada — asentí mientras le daba un sorbo a mi té —. Ella es la abogada que me ayudó en el divorcio — volví a asentir.

Oh, bueno, no era algo que me esperara.

— Ya veo, ahora tiene sentido  que siempre agendaras las citas con el abogado en horario de escuela — le guiñe un ojo —. Qué lista.

Mi mamá me miraba con reproche, mientras Marina luchaba por no reírse.

El almuerzo se dio por terminado, las tres nos nos encontrábamos en la entrada del restaurante. Por fin podía decir que ya no era tan raro — aunque eso no quitaba que tuviera demasiadas preguntas —. Suponía que quizás sería raro verlas darse cariño, o decirse amor mutuamente, ¿y sí se casaban?; pero bueno, creo que con el tiempo sería siendo más común para mí.

Demonios, tengo que contarle todo esto a Sarah.

Me despedí de Marina con un beso en la mejilla, decidí irme de inmediato, para que se despidieran sin miedo a que yo las viera. Mi mamá me había dado las llaves del coche, me despedí con una ademán, hasta que llegué al coche; abrí la puerta del copiloto, tomé asiento y cerré la puerta. Con rapidez busqué el botón ese que hacia que el asiento de hiciera como para atrás — ¿acaso tiene nombre?—, y me recosté; estaba exhausta.

Mi mamá tenía una novia, era impresionante el poder de esa simple frase. Sin mucho esfuerzo una pregunta llegó a mí; ¿mi papá estaría enterado?. Podría ser, quizás por eso el divorcio había ido tan pacífico, por que quizás sabía que mi mamá no era feliz estando con él.

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2018 ⏰

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