Capítulo XXXIV

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Con los pensamientos aclarados ante la decisión que tomé de comprobar lo que estoy sintiendo en el interior, me acercaría a otras personas, aunque esta idea no me agrade ya que no es de mi gusto el "socializar", era eso o quedarme con la duda, y por supuesto no le preguntaría a mi mayordomo.

He terminado de comer el pastel, no hay comparación, él cocina los mejores postres, no he probado algo que supere su cocina, incluyendo los alimentos, por esa misma razón le pedí una semana para de gustar varios tipos de dulces, lo disfrutaré, anexando lo que le haré esta noche como una pequeña venganza de lo que me hará hacer...

Tres suaves golpes se escuchan en la puerta, ya ha regresado, pensando en el quién es, mi corazón se hizo notar con latidos inusuales, esto ya no puede ser normal. Haciendo un lado esto, le contesto para que pueda pasar.

- Aquí le traigo su té – me da la taza el cual al tomar, nuestros dedos se rozan sutilmente haciendo que me pusiera nervioso, sintiendo otra vez ese palpitar, trato de disimular lo que me ha causado bebiendo todo de un solo jalón – al parecer el pastel le dejo sediento – burlón pero algo sorprendido mencionó.

- Puede ser – le devuelvo la taza vacía y lo observo acomodar las cosas en el carrito, sin notar que se da cuenta de que lo he estado mirado y por inercia giro mi rostro para evadirlo; sé que me he puesto rojo.

- ¿Algo anda mal? – preguntó

- No ¿por qué lo habría? – para que no me viera, tomo aquellos papeles que debía poner atención, y los acerco al rostro.

- Quizás porque se ha puesto nervioso – aun sin verlo podría presentir que tiene una sonrisa burlesca.

- Son alucinaciones tuyas

- Si es así – voltea la silla a un costado y baja los papeles que tengo para que nos viéramos – entonces ¿por qué su rostro está rojo? – posiciona su rostro cerca del mío, casi percibía su aliento, ese que ya tenía gusto por sentirlo.

- El té estaba algo caliente y el tomarlo de un solo sorbo pudo afectarme – con todo la tranquilidad que pude usar le dije casi convencido.

- Ya veo – se aleja para retomar su postura – para la próxima tendré más cuidado – hace una reverencia – si no hay algo más que necesite, me retiro – asiento con la cabeza como respuesta de que estaba bien – lo vendré a buscar a la hora del almuerzo – y sin más salió del despacho, al hacerlo no me había dado cuenta que estaba reteniendo la respiración y exhalé. Esto ya me está preocupando... por ahora continuaré con el trabajo, a este paso no podré verle fin a esto.

Ha pasado una hora y pude avanzar apenas un cuarto de esta pila de hojas, no me concentraba, me tiene inquieto esas dudas, así que decido emprender a mi auto investigación de lo que sucede con mi cuerpo.

De manera silenciosa y precavida, salgo por la puerta caminando a... realmente no sé, solo camino hasta llegar al patio encontrando a Finny plantando unas rosas blancas, puede ser buena oportunidad sin que sospeche lo raro que pueda ser la situación.

- Finny – lo llamo haciendo que este se sobresalte dejando lo que hacía y se pone de pie.

- A-amo ¿en qué puedo ayudarlo? – con nerviosismo habla, creo lo asusté...

- En nada, solo paseaba por aquí, no te preocupes – fijo la mirada en las rosas que están en el suelo - ¿plantándolas? – ve las rosas que dejó a medio trabajar y en su rostro se dibuja una sonrisa, de esas que siempre tiene con un toque de más alegría, al parecer son de su agrado.

Términos pasionalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora