Capítulo XLI

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Siento que algo apresa mi cuerpo, quiero moverme pero no puedo. De a poco abro los ojos y me sorprendo al ver el rostro de Sebastian que se encuentra plácidamente durmiendo, sus brazos me rodean quedando cerca de su pecho desnudo.

Como flash aparecen en mi mente las imágenes de las cosas que hicimos anoche, noche donde nos declaramos amantes para después pasar a volver a tener sexo, y lo último que logro recordar que al terminar ese salvaje momento, fue que en automático caí en un sueño profundo. No puedo evitar sentir las mejillas arder por todo lo sucedido, amantes, Sebastian y yo...

Vuelvo a fijar mi vista en él, donde empiezo a tener la necesidad de querer tocarlo, y como si no pudiera controlar mis acciones, mi mano se acerca a su rostro. Con la palma toco su mejilla, es tan suave. Bajo un poco hasta que el pulgar se topa con sus labios, acariciando toda su comisura percibiendo en cada toque una pequeña corriente eléctrica en el cuerpo junto con una significativa alteración en el interior de mi pecho.

Cuando estoy por quitar mi mano, soy detenido por otra más grande, asustándome por su inesperado despertar. Fui un ingenuo al olvidar que él no tiene esa necesidad, ahora he quedado en ridículo.

Sus ojos carmesí se abren de una manera un tanto sensual a mi parecer, posando su mirar en la mía, sonriendo complacido.

- Buenos días amo.

- Bue-buenos días - su mano aun sostenía la mía, puedo percibir su calor corporal aumentando ligeramente el mío a tan temprana hora de la mañana.

- ¿No cree que es algo pronto para querer jugar? - coloca mis dedos nuevamente en sus labios con una sonrisa en ella, haciendo que me sonroje por la acción.

- Solo quería fastidiarte... - no fue la mejor excusa

- Aunque ese sea el caso, podemos proseguir a un despertar más agradable - me jala hacia él a punto de besarme hasta que somos interrumpidos por unos toques en la puerta.

- Amo, soy Mey Rin - me pongo tenso al caer en la idea de que ambos nos encontramos en una posición por demás comprometedora y que ella pudiese vernos de este modo...

- Será mejor que conteste - me habla por lo bajo

- ¿Y qué le digo? - respondo de la misma manera al igual que escuchamos nuevamente los toques en la puerta.

- Usted es el amo, piénselo - me mira divertido

- ¿Qué sucede Mey Rin?

- Disculpe que lo venga a despertar, pero no encontré al señor Sebastian y pensé si podría estar con usted - miro al ser que aun continua a mi lado sin decir nada dejándome a mi merced de idear algo

- Sí, aquí está, ¿qué necesitas? - se aproxima a mí para besarme desde la mejilla paseando por el cuello mientras trato de apartarlo.

- Es que... - calla unos segundos - la señorita Elizabeth ha regresado para pasar el día aquí y se requiere de la presencia del señor Sebastian para la preparación del desayuno ya que ella mencionó que aquí comerá - ante lo dicho él para de hacer lo que hacía chasqueando la lengua, lo cual hace que me sorprenda, no suele hacer esos modismos tan... míos.

- Enseguida voy, puedes volver a tus deberes - por fin contesta el muy maldito soltando un suspiro pesado con una cara algo molesta.

- Entendido - ambos escuchamos como sus pasos se alejan hasta no escuchar que esté.

- Nos vuelven a interrumpir en el mejor momento - me mira con seriedad, lo cual me provocó gracia.

- ¿Qué se le puede hacer? - no pude evitar reírme causando una mueca en su rostro por mi burla.

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