Capitulo 5

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"My hero" capítulo 5

- ¡Basta Chandler! Entiéndelo, ¡NO VOY A ESTAR CONTIGO! - 

Estuvo a punto de decirme algo, pero cerró la boca, se paró y empezó a limpiar la cocina.

- Yo… mejor me voy – él no dijo nada – adiós Chandler

Siguió sumido en el silencio, asique solo tomé mis cosas y me fui a casa. Llegué, saludé a mi perro Max y revisé la contestadora. Alice había llamado

“¿Aló?¿_______? Soy Alice. Tengo tantas cosas que contarte, no tienes ni idea. Perdona por no llamar antes, la mudanza me tiene como loca. Llámame cuando puedas ¿ok?. Te quiero, bye”

Tomé el teléfono y la llamé, hablamos por casi 3 horas. Me contó de su vecino Austin, decía que era muy lindo y forzudo, les había ayudado a entrar todos los muebles.

- No paraba de mirarlo, y creo que se dio cuenta, porque me guiñó el ojo varias veces – decía emocionada - ¿y tú _______, qué cuentas?

Suspiré, porque lo primero que se me vino a la cabeza fue su nombre.

- Bueno, hay un chico, se llama Chandler... - resumí la historia lo más posible, obviamente, me salté la parte del suicidio.

- ¿Eso dijo? – preguntó cuando le dije de nuestra pelea en su casa – wow, incómodo… pero lindo

-¡Alice! – le regañé

-¿Qué? Ay _______, tu tienes tan claro como yo que lo de Matt no va a ningún lado. Ya es hora que te dejes querer, y según lo veo, Chandler es el príncipe azul que cualquier chica sueña – dijo Alice – pero no va a quedarse como bobo esperando que te decidas a darte cuenta.

Nos despedimos y me quedé pensando en lo que había dicho Alice. Tenía razón, Chandler no esperaría por siempre; debía hacer las paces con él. Y luego… quien sabe.

Al día siguiente era sábado, y quise ir a verlo para pedirle disculpas; desafortunadamente a mis padres se les ocurrió ocupar el día en conversaciones sobre nuestra custodia, y preferí evitarle el griterío a mi hermano Freddie, y lo llevé al parque de diversiones.

Estuvimos ahí todo el día, estoy casi segura que me subí al menos 3 veces a cada juego; Freddie tenía la energía de una pelota saltarina.

Llegamos a casa agotados, pretendí ir a dormir enseguida, sin embargo mi mamá estaba esperando en mi cuarto para hablarme.

- Siéntate _______ – tenía ese tono de “malas noticias” que temía tanto – tenemos que hablar.

- ¿Cómo resultó todo? – solo quería que esa conversación acabara lo más pronto posible.

- Tú y tu hermano se quedaran en la semana aquí, y el fin de semana la pasaran con tu padre. Las navidades van a ser turnadas.

Sus palabras me habían caído como un golpe en el estómago.

- ¿Qué? – dije incrédula. De repente caí en la cuenta: todos los momentos de familia, ya no existirían más. Las navidades, los almuerzos de domingo, las tardes de cine… todo eso sería reemplazado por la ineludible sensación de que siempre faltaría uno.

- Mañana les toca con él, los pasará a buscar a las 10.00- yo aún no podía asimilarlo – lo siento, amor.

Genial, otro día más sin ver a Chandler.

Como estaba planeado, pasé el día con mi padre, y también nos quedamos a dormir en su departamento. Revisé mi mail, facebook, twitter; como 10 veces en el día, pero nada. Chandler estaba impartiendo una ley del hielo cibernética al parecer.

Fui al colegio con Freddie, pero fue una pérdida de tiempo porque no puse atención en ni una sola clase. Sentía el apuro y la necesidad de ir a ver a Chandler, pero la manilla del reloj avanzaba tan rápido como yo trotando en gimnasia.

Por fin, luego de unas 7 exasperantes horas, tocaron el timbre de salida y yo salí casi volando del recinto.

Llegué a la casa de Chandler, me arreglé un poco unos cuantos cabellos rebeldes, y toqué el timbre. Me abrió su mamá, una castaña casi wera de sonrisa amable.

- Hola E,, ¿cómo estás? -

- Bien señora, ¿está Chandler? – apenas podía contener la ansiedad.

- Esta arriba, en su habitación. Pasa – dijo

- Gracias – subí rapidísimo.

- Ah pero _______ creo que esta… - no la escuché terminar la oración, ya estaba en la puerta de su alcoba. Abrí con prisa.

- Chandler yo… - empecé, pero la imagen que vi me calló de inmediato.

Chandler, con la guitarra apoyada en las piernas, y una chica rubia agarrada entre sus manos, que besaba con tanto entusiasmo que quise vomitar.

- Aghh mamá te he dicho que.. – habló hasta que chocó con mi mirada destruida- … ¿_______?

- Hola, cómo te va? – dijo la rubia como si nada.

Apreté los puños por la rabia contenida, y la cara de desconcierto de Chandler no hacía más que acrecentar las ganas de estrangularlo.

- Eres un… - se me llenó la garganta de repugnancia y odio – siento interrumpirlos, pero ya me voy, pueden seguir tragándose tranquilos – les dije, y cerré de un portazo.

Mi HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora