Uno de los tantos días en los que habíamos hablado por Facebook con John, decidimos que el día en que debíamos conocernos, tenía que ser pronto. No podíamos dejar pasar más tiempo. La noche del jueves 10 de noviembre de 2011, acordamos que yo, al salir del colegio, iría al colegio de él (que quedaba a pocas cuadras) para esperarlo y al fin, encontrarnos para charlar.
Esa mañana me desperté ansiosa, expectante por lo que iba a pasar. Sólo tenía el número de John, así que durante esa mañana en el colegio estuvimos mandándonos mensajes, ambos queriendo disimular las ansias que teníamos por saber cómo era el otro, el miedo de no saber si no íbamos a tener temas para hablar, los nervios de saber que tal vez, personalmente no sea lo mismo que hablar detrás de una pantalla (y para mal).
<< "Hoy es 11/11/11, ¿lo notaste?. Si realmente como todos dicen hoy es el día en que todo termina, lo único que quiero hacer antes de este "fin del mundo", es conocerte a ti, Em" >> Esas fueron sus palabras, las primeras que me hicieron derretir de dulzura. Lo recuerdo como si hubiese sucedido ayer...
Eran las 12 del mediodía. Salí y fui caminando hacia su colegio. John saldría a las 12:45.
Llegué y me senté en uno de los bancos de la plaza, enfrente a su colegio. Recuerdo que hacía mucho calor, estábamos en verano - la estación del año que más odio -, sin embargo algo me hacía quedar allí y no volver a mi casa hasta verlo a John. Yo estaba vestida toda de negro, como siempre... Él sabía que yo era muy tímida.
La hora había llegado. Eran las 12:45 del mediodía y John saldría.
Empecé a ver muchos estudiantes salir de allí, sin embargo no reconocía el rostro de John en ninguno de ellos. Seguí esperando. En un momento, giré mi rostro hacia mi derecha y allí estaba él, vestido con su uniforme del colegio (que le quedaba estupendamente bien), su hermosa sonrisa y sus brillantes ojos verdes. Se acercó a mí, me saludó con un suave beso en el cachete y se sentó a mi lado. Comenzamos a hablar, la conversación fluía cada vez más, nuestros miedos se iban disipando pero al mismo tiempo aumentaban las sensaciones de nervios y sonrojos. Nuestros cachetes de un color rojo ruborizado nos delataba. Nos reímos, charlábamos y hasta por momentos nos quedábamos en silencio, aunque no ese tipo de silencios incómodos, sino de esos que te transmiten tranquilidad...
Él comenzó a acercarse a mí hasta que finalmente nos abrazamos - moríamos de ganas de hacerlo pero ninguno de los dos se atrevía -. Nos preguntábamos por qué habíamos tardado tanto en conocernos, siendo que nos llevábamos tan bien.
Un espacio de pocos centímetros quedó entre ambos después de ese abrazo. Creo que fue el primer momento incómodo desde que John había llegado, ambos sentíamos que algo extraño sucedía entre tanta cercanía.
Me pareció una verdadera eternidad las milésimas de segundos que habían pasado desde que nos fundimos en un abrazo hasta que lo miré a los ojos, a pocos centímetros de sus labios. Sentí la profundidad y la dulzura de sus ojos. Me era inevitable sentir un millón de cosas en mi interior al sentir la seguridad que me había transmitdo ese abrazo, como si lo hubiese estado esperando desde antes de conocerlo.
Ya no quedaba nadie en esa plaza, solo él y yo a pocos centímetros...
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Cruza el amor, yo cruzaré los dedos
Teen FictionEsta es la historia de dos personas que se conocieron a través de una red social y de como sus vidas fueron cambiando a medida que el tiempo transcurría, como las dificultades eran cada vez mayores y la certeza de seguir adelante, se hacía cada vez...