Quedé en shock. En ese momento, no sabía qué hacer, si moverme, si llamar a la policía. Estaba temblando de frío y de miedo, a la vez.
— Enve de llamar a la policía deberías agradecerme que te he salvado el culo, muñeca.
Giré sobre mis talones para encontrarme con sus ojos. Una farola iluminaba el pequeño callejón en el que nos encontrábamos. A través de su capucha negra, pude ver una sonrisa sarcástica de lado.
— Ya sé porque Ian te llevó a su sala privada...— dijo mirándome de arriba abajo.
Me tapé con mis brazos lo más rápido que pude.
— ¿Q-que quieres de mí? — pregunté tartamudeando.
— ¿Yo? — dijo sarcástico. — Nada.
— He visto como... matabas a una persona delante de mí... — dije atemorizada.
— ¿Y? ¿Acaso vas a llamar a la policía? ¿Vas a salir gritando? — Mientras decía todo esto, se acercó hacia mí lentamente, hasta acorralarme en una pared. La pared estaba fría. Podía notar como mi piel se erizaba al notar la fría pared. Noté su aliento caliente en mi cuello, luego en mi mandíbula y, finalmente, en mi oreja. — Como hagas algo, o digas algo, ahora mismo, te juro que te arrancó la ropa que te queda y te hago mía, aquí mismo.
De repente, noté un metal frio en mi abdomen, y luego un agudo pinchazo. Pegué un grito. Al gritar, me tapó la boca y me colocó la navaja en el cuello.
— Te dije que no gritarás, idiota... — dijo alterado, con una respiración profunda.
No aguante ni un minuto más y le pegué con la rodilla en los huevos. Este cayó al suelo agonizando de dolor. Corrí lo más rápido que pude. No había nadie en las calles a esas horas, por lo que decidí esconderme detrás de una basura. Sin poder aguantarlo, lloré, sollocé como si no hubiera un mañana. Tenía miedo y frío, pero sobre todo, miedo. Quería irme a mi casa y encerrarme y no volver a salir nunca más. De repente, oí unos pasos muy fuertes. Me tapé la boca con las dos manos y contuve la respiración. Miré por debajo de la basura y vi dos pies parados. Me quedé quieta, atemorizada por qué me encontrara. Recé a todos los santos, y recé por qué no me encontrara y pudiera volver sana y salva a casa.
Pasaron unos largos segundos, cuando el ruido de los pasos se alejaron. Respiré como si saliera del mar después de estar un buen rato debajo del agua. Respiré profundamente y empecé a buscar mi móvil en mis bolsillos. ¡Mierda! Lo había tirado en aquel callejón. Asomé la cabeza por encima de la basura y aproveché para volver al callejón a por mí móvil. Corrí haciendo el menor ruido posible hasta llegar al callejón.
Comencé a buscar por todos los rincones del callejón. Miré detrás de la basura, pero nada, el móvil no aparecía. Me puse a gatear y a mirar por debajo de la basura.
— Joder... ¿dónde está mi móvil, por favor? — susurré para mí misma. — Quiero volver a casa sana y salva, por favor Jesusito.
— ¿Es esto lo que buscas, princesa? — Alcé la mirada y ahí estaba, con mi móvil en la mano, mirándome con una sonrisa maléfica.
Antes de que pudiera decir o hacer algo, noté un gran golpe en mi cabeza y luego, lo único que vi y oí fue negro y silencio.
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Todo me daba vueltas. Desperté con un gran dolor de cabeza. ¿Dónde estaba? Cuando pude ver claramente, vi que estaba atada de los pies y estaba dentro de un coche. Miré hacia la ventana pero todo estaba oscuro. ¿Qué hacía aquí? ¿Qué estaba pasando? Empecé a agobiarme. Grave problema. Desde la muerte de mi padre, sufría de ataques de ansiedad. Empecé a respirar muy rápido. De repente, me pegué con el asiento de delante, ya que el coche en el que me encontraba había pegado un frenazo. Sentía como todo me daba vueltas, y me costaba respirar.
La puerta se abrió y noté una fría mano tocarme la mejilla. No podía ver bien, por lo que no sabía quién era aquel que me había tocado. Intenté respirar lentamente, pero no lo conseguía; necesitaba ir al hospital ya de ya. Sentí como alguien me cargaba a los brazos. Al salir fuera del coche, noté que estaba lloviendo, por las pequeñas gotas que caían en mi rostro pálido. Al no poder casi respirar, no era consciente de lo que ocurría a mi alrededor.
De repente, noté como alguien me colocaba una bolsa de plástico alrededor de la nariz y boca.
— Respira lentamente, venga. — Esa voz me sonaba, mucho. — Venga, al mismo tiempo que yo. — Oí como esa persona inhalaba y luego soltaba el aire. Repetí lo mismo, hasta que poco a poco, pude respirar normal. Cerré los ojos y continué respirado hasta recuperar el aire que necesitaba. — Quédate aquí, ahora vuelvo. — ¿Quién era el que me estaba ayudando? ¿Qué estaba pasando?
Abrí los ojos lentamente, y respiré profundamente. Estaba sentada en una silla de un pequeño supermercado. Miré a mí alrededor y vi, al cajero como dormía y roncaba con los pies encima del mostrador. ¿Qué hacía aquí? Me levanté lentamente, y noté un fuerte pinchazo en la cabeza. De seguida, recordé todo. Aquel chico encapuchado me había golpeado, y al parecer. Me había secuestrado. Tenía que huir de ahí lo más rápido posible.
Miré por los pasillos del supermercado y percaté que no había nadie. Aproveché que el cajero estaba dormido para coger una Coca-cola y bebérmela de un trago. Ese trago hizo que me recuperara del todo. Me miré en un espejo y vi que estaba medio desnuda, con la ropa desgarrada. Miré hacia dónde estaba el cajero durmiendo y, vi que a su lado había una sudadera. Fui de puntillas hacia el mostrador y cogí la sudadera para ponérmela. Me coloqué la capucha para así no ser percibida.
Abrí la puerta lentamente con intención de que no hiciera ruido. Noté la lluvia caer sobre mis piernas desnudas y mis pies descalzos. Noté el aire fresco por todo mi cuerpo, haciéndome temblar de frío. Miré a mi alrededor y me di cuenta que me encontraba en una gasolinera. Percaté a lo lejos una camioneta negra aparcada. Corrí hacia ella lo más rápido que pude. Abrí la puerta del conductor y me percaté de que las llaves estaban puestas; punto extra. Ahora el problema era que no tenía el carné y sabía conducir poco. Pensé: jugármela y escapar o quedarme quieta y a saber que me ocurría. Sin más, pisé el pedal de marchas y puse la 1. Aceleré y arranqué el coche. Puse la marcha dos y, luego, la 3, iba lo más rápido que podía. Pensé en poner la marcha 4, pero tenía miedo.
De repente, una luz blanca me cegó a través del retrovisor. Un coche me perseguía a prisa. Sin pensarlo, puse la marcha 4, pero el coche de detrás pisó el acelerador y estaba pegado a mi coche. En ese momento, me sentí muy agobiada porque quería escapar y volver a casa lo antes posible. Sin más, decidí pisar el acelerador a fondo y poner la marcha 5, pero esta fue la peor decisión. Quedé sin el control del coche. Sin tiempo a reaccionar, pude ver enfrente de mí un enorme árbol. Giré el volante pero esto lo único que hizo fue que el coche volcara. La mala suerte me había tocado a mí esa noche.
☼ ¡Hola baes!
He vuelto, después de un largo tiempo y os dejo con una maratón de dos episodios. Espero que esta novela os guste porque tiene mucho cliché, y mucho drama.
Un besazo. ☼
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Criminal ✘
Teen FictionDaiana no sabía que en una noche conociera al amor a primera vista al ver aquel chico encapuchado con ojos azules y hoyuelos. Pero lo peor es, que la imagen encantadora de él se le esfumaría de su cabeza al ver como acuchillaba a una persona. Ella...