— Mamá... ¿qué pasa? — pregunté al ver a mi madre llorando en el sofá.
Al percatarse de mi presencia, se limpió las lágrimas lo más rápido que pudo y se puso en pie.
— Nada, cariño... no te preocupes, vuelve a tu habitación y duérmete... mañana será un nuevo día... — Me mostró una de sus mejores sonrisas y me dio un abrazo.
Alcé la mirada y vi en el suelo un charco de algo rojo oscuro, que parecía sangre.
— Mami, ¿Qué es eso? — Mi madre giró rápidamente y me cogió de la mano para llevarme a mi habitación. Pude ver que estaba llorando, y tenía gotas de sangre en su camiseta. Cuando llegamos a mi habitación, me arropó dentro de mi cama y me dio un beso de buenas noches.
— No te preocupes, cariño. — dijo mirándome tiernamente — A mamá se le ha caído el bote de mermelada, tranquila.
— ¿Y por qué lloras, entonces?
— Porque... porque era una mermelada de fresa que me hizo una amiga que vive muy lejos, y era el único recuerdo que tenía de ella...
— No pasa nada, mami. Mañana haremos una mermelada de fresa igual que la de tu amiga. Y, como nos sobrará mucha, iremos a papá a darle un poco.
De repente, pude ver como sus ojos se aguaban. Giró la cabeza para que no la pudiera ver y luego de, quitarse las lágrimas de los ojos, volvió a mirarme.
— Claro, princesa. Ahora duerme, que mañana tienes colegio. Buenas noches, cariño.
— Buenas noches, mami. Y no llores más, que según tú llorar no es de ser una princesa. — Sonrío y me dio un beso enorme en la mejilla, para luego levantarse y cerrar la puerta lentamente. Pero, de repente vi como detrás suya había un chico encapuchado que la cogía de la mano y se la llevaba. Mi madre se sobresaltó y pegó un grito, un grito que cualquiera hubiera podido oír.
Desperté sobresaltada. Tenía la respiración alterada y estaba sudando. Qué sueño más horrible. Me volví a tumbar y respiré más profundamente. Lo peor era que ese sueño, la mitad ocurrió de verdad, y volverlo a recordar fue horrible. Noté un pinchazo en la entrepierna. Quité las sábanas y vi que tenía una venda enrollada por todo el muslo. ¿Qué había pasado? Luego miré a mi alrededor, y me di cuenta que no estaba en mi habitación. ¿Dónde estaba? Empecé a asustarme. Miré a mi alrededor y era una habitación con cuadros de chicas semi-desnudas, luego un sillón de cuero negro y al frente una barra que suelen utilizar las bailarinas de striptease. Miré la cama en la que me encontraba y esta era roja, con sábanas de terciopelo. La luz era de un color rojo oscuro. ¿Acaso me había vuelto prostituta o algo? Me levanté pero aquel pinchazo agudo volvió a mi entrepierna. Apoyé la pierna y vi que me dolía un poco al apoyarla toda. Cojeé hasta un espejo que había en la pared. Tenía un corte en la ceja, y un corte en la mejilla. ¿Qué me había pasado?
Vi que tenía el pelo horrible. Decidí por hacerme una coleta para así arreglarlo un poco. Tenía unas ojeras enormes, por no decir que tenía todo el rímel corrido y el pintalabios rojo, igual. No podía salir de esa manera, pensarán que soy una vagabunda. Desde que me había despertado, se oía una música muy fuerte estilo trap y rap, a la vez, tampoco es que sea muy buena con los diferentes estilos de música. Vi que llevaba puesta una sudadera la cual me llegaba por arriba de las rodillas. Necesitaba arreglarme, no podía ir con estas pintas por ahí. Me puse la capucha y abrí la puerta lentamente. Me alarmé al ver a un hombree ebrio con una chica en sujetador y bragas a su lado. Había acertado, estaba en un prostíbulo.
Cuando pasaron, salí lentamente. Miré a mí alrededor y estaba todo lleno de puertas rojas, en las cuáles en algunas habían guardaespaldas. Caminé lo más rápido que pude hacia una puerta que ponía: camerino. La pierna derecha me cojeaba debido a lo que tenía en la entrepiernas, cosa que no sabía que tenía. Llegué a la puerta de los camerinos y me adentré rápidamente. Me encontré con dos mujeres, las cuales estaban en bata maquillándose y mirándome con cara de quién eres.
— ¿Tú quien eres? — dijo la rubia de ojos azules la cuál tenía un acento ruso.
— Y-yo... necesito algo de ropa y maquillaje... — dije atemorizada esperando una respuesta.
Me miraron de arriba abajo. La rubia rusa me miró con una ceja levantada.
— Con que eres la nueva bailarina... — Se acercó y me quitó la capucha. Me miró asombrada. — Eres guapa, pero parece que te hayas metido en una pelea o algo así... Habrá que maquillarte mucho.
— Y-yo... no... — Antes de que pudiera decir algo más, me sentó en una silla frente a un espejo.
— Te vamos a resaltar todas esas bellas facciones que tienes. — Abrió una caja de metal y empezó a sacar un montón de cosméticos.
Comenzó a untarme la cara con una base que era más espesa que una mermelada. Luego comenzó a ponerme sombra de ojos dorada y eye-liner. A continuación me puso rímel, pero me puso como diez mil capas y notaba que en cualquier momento, mis pestañas se iban a caer. Por último, me pintó los labios con un rojo oscuro, y como toque final me puso a los lados de las mejillas highlighter, el cual hacía que mis mejillas brillaran.
— Perfecta, mírate en el espejo y verás que guapa estás. — Abrí los ojos y me asombré. No parecía yo. La sombra de ojos hacía resaltar mi color de ojos, el cual era un verde-azulado. Todo era perfecto a decir verdad.
— Ahora te haremos el pelo liso y te vestiremos para subir al escenario. — ¿¡Subir al escenario!? ¡Oh dios mío, no podía estar pasándome esto! Tenía que subir a un escenario lleno de viejos contemplándome en sujetador y bragas. Bueno, intentaré escaparme o cualquier cosa.
Tardaron media hora en plancharme el pelo. Mi pelo al planchármelo me llegaba por debajo del pecho. Tenía un color rubio oscuro, pero que me gustaba mucho.
— Bien llegó el momento de vestirte, acompáñame. — Seguí a la rubia rusa detrás del armario. Me lanzó un sujetador rojo de encaje con un tanga del mismo color y tejido.
— Ni de coña me voy a poner esto... — dije mirándolo asqueada.
— Tú ser nueva bailarina, tú hacerme caso, así de fácil — me miró con cara rencorosa. — O te lo pones, o te echo a patadas de aquí y que sepas que este es un lugar apartado de la ciudad y fuera hay mucho viejo suelto, querida.
Sin pensármelo, me vestí con estas dos piezas y me calcé con unos tacones negros de aguja. Parecía realmente una prostituta. Lo peor de todo es que mi cuerpo no me gustaba. Estaba muy acomplejada desde que tenía unos 15 años ya que me hacían bullying y siempre se metían con mi cuerpo, llamándome plana, tabla de planchar, y muchas otras palabras.
— Hora de subir al escenario, cariño. — La rubia rusa me cogió del brazo y me llevó detrás de una cortina roja. — Respira hondo, cariño, vas a ser el centro de atención, te lo puedo asegurar. — Me guiñó el ojo y desapareció detrás de las cortinas. Pude oír como los hombres le silbaban ante su presencia.
— ¿No eres la nueva bailarina, verdad? — me preguntó la otra chica que había estado callada en el camerino mientras la rusa me arreglaba.
— Pues... la verdad no... — contesté resoplando.
— ¿Y entonces qué haces aquí?
— No lo sé ni yo...
Antes de que pudiéramos continuar hablando, la rusa empezó a introducirme al público.
— ¡Buenas noches, caballeros! Hoy tenemos a una nueva bailarina, una bailarina que os va a encantar. Es joven y es guapísima. Tiene un tono de piel muy claro, casi como Blancanieves. Tiene unos ojos casi azules hermosos. Pero sé que a vosotros lo único que os interesa es el cuerpo, eh... — Los hombres comenzaron a gritar y a silbar. — Pues bien, esta chica tiene unas piernas largas y esbeltas, un culo pequeño, pero respingón. Una cintura estrecha y unos pechos pequeños pero muy bien puestos. Asi que caballeros, ir sacando vuestro dinero y preparaos.
Se metió detrás de la cortina donde me encontraba yo estupefacta.
— Te toca salir cariño.
— N-no... puedo
— Mira, niña como no salgas ahora mismo te juro que dejaré que te violen 3 hombres, ¿entendido?
Asustada, asentí y sin pensármelo, salí. Un foco enorme me dejó casi sin ver. Cuando pude ver un poco mejor, me encontré a un montón de hombres tirándome dinero y algunos silbando y lamiéndose los labios. Miraba a todos asustada, hasta que me encontré con aquella mirada que me había robado el aliento varias veces.
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Criminal ✘
Teen FictionDaiana no sabía que en una noche conociera al amor a primera vista al ver aquel chico encapuchado con ojos azules y hoyuelos. Pero lo peor es, que la imagen encantadora de él se le esfumaría de su cabeza al ver como acuchillaba a una persona. Ella...