Berlin, mi amor. (Homo)

Esa noche

La enorme luna menguante se dejaba ver a través de las finas cortinas del despacho. Tras un suspiro, Andrés volvió a sentarse en el sillón de piel, con la intención de servirse una copa de vino tinto.

Su mirada veía en el pozo granate, perdida, pero sin perder aquel brillo que siempre traía.

-- ¿Se puede?

Una voz familiar interrumpió sus pensamientos. Alzó la mirada y descubrió a Sergio, con un pijama de rayas. ¿Qué querría a esas horas?

-- Pasa- dijo por fin sin aún probar de aquella copa- ¿Ocurre algo?

El contrario avanzó hasta quedar frente a la cuidada mesa de madera de roble. Con su mano, acarició el material y recorrió los bordes de ésta hasta llegar a la botella de vino, de la Rioja.

Andrés sonrió de lado y por fin bebió de su copa, cerrando los ojos, disfrutando de aquel característico sabor y olor. Desvió la mirada a su compañero, entrecerrando los ojos.

--¿Te hace una copa?- Preguntó al ver que no le contestaba a la pregunta  inicial -- Toma asiento...

-- No, Andrés... Sólo quería saber cómo estabas...- El mencionado borró su sonrisa y acabó su bebida de un trago.-- No te relacionas mucho con los demás, quiero decir...

Andrés arqueó las cejas, recordando las palabras del profesor el primer día: "Prohibidas las relaciones personales y por supuesto, las relaciones íntimas, ya sabéis a lo que me refiero..."

-- Dentro de lo que cabe, llevarte mejor con ellos, aunque no intercambiéis datos personales...

Sergio, El Profesor, trataba de que todo su plan saliera a la perfección, y en sus planes figuraba el que todos los integrantes de la banda intercambiaran palabras y congeniaran.

Andrés se levantó de su asiento y quedó cara a cara con su invitado.

-- Haré lo que pueda, no te pongas nervioso. Que no juegue con ellos a tirar piedras al lago de enfrente no significa que me lleve mal con ellos.

Su rostro seguía serio, sin expresión alguna. Como si estuviera molesto de el rechazo de Sergio a su vino, a su compañía.

-- Te dejo descansar entonces...

Cerró la puerta cuidadosamente, mientras le daba las buenas noches. Andrés tragó saliva y fijó su mirada en un punto de la estantería.