Fenómeno Físico

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Jeongguk dormía plácidamente en su cómoda cama en la que tanto se la pasaba desde que sus padres le prohibieron salir por su condición "psicológica", agradecía por lo menos invitar a su único y mejor amigo, NamJoon. Se removía entre las sábanas adaptándose a una cómoda posición luego de cuatro cortas horas de dormir. Pues desperdiciaba la noche jugando unas cuantas partidas de Overwatch, donde se hacía llamar Seagull, el segundo mejor jugador de este Shooter Game.

Él aunque ya haya despertado, sólo que aún se hallaba somnoliento, no abría los ojos, sin embargo un estruendo aturdió su oído izquierdo, lo que hizo que se levantase de golpe y mirar el celular con un ceño bien fruncido, si que le había enfurecido eso al pelirrojo.

–¡Mierda!– tomó el celular apretándolo a punto de lanzarlo para estrellarlo con la pared.

Este jodido aparato es importante para Jeongguk... Cálmate, Pensó el pelirrojo suspirando pesadamente y dejando el aparato que sostenía su mano en la cama. Empezando el día con el pie izquierdo.

Los padres de Jeongguk fueron unos señores muy preocupados por sus hijos, pero ahora sobrepasan la sobre protección con su único hijo. Bondadosos y muy buenas personas según lo que les han demostrado a su pequeño niño, chico de ahora dieciocho años. Oyen el sonido de las escaleras y quieren saludar a su hijo con unas cálidas sonrisas paternas. Pero al notar a su hijo con su brillante y precioso cabello con un teñido natural pelirrojo, borran sus sonrisa, porque conociendo a Jeokgguk, cuando éste tiene el cabello de tan lindo color, por más lindo que se vea, sólo significaba una cosa; Malicia, rebeldía, soberbia y perversión sin siquiera importarle las acciones y palabras de sus padres. Le daba totalmente igual estando bajo el control de esta conciencia.

–Buenos días ciel-...–

¿Qué mierda tiene de buenos?– Cortó "Jeongguk" a su progenitora.

–Jeon, no le hables de esa manera a tu mad-...

–Y quién eres tú para mandarme eh?– dijo Jeon con rabia en su voz y a la vez un rebelde tono.

–¡Soy tu padre! Tu padre, Jeongguk– defendió su progenitor.

–Ugh, que no me digas Jeongguk ¿No puedieron elegirme uno más horrendo? Desde ahora me van a llamar Agust ¿Entendieron?– Mandó Jeongguk, pero al no oír afirmación alguna de parte de sus padres, dio un azote a la mesa haciéndolos saltar del susto.

–¡¿Entendieron?!– Preguntó nuevamente con una fuerte voz, que para sus padres sonaba terrorífica. Éstos sólo asintieron.

Sus padres sabían que discutirle iba a ser inútil, saben que sólo es una condición por más que les duela, esto los hizo alejarse más de él, pero aún así lo seguian queriendo, era su único hijo que jurarian proteger con todo sus seres. No descuidarían ese amor de padres que se les fue otorgado al dar a luz a su pequeño Ggukie, desde que él nació, juraron mas nunca descuidar algo que les fue entregado para brindar cuidado, apoyo y cariño. Lo querrían así se comporte de la manera mas rebelde teniendo esta condición que aún no le hallaban origen

–Dejenme comer en paz, maldición, en esta casa no se puede estar tranquilo, nunca, quisiera cumplir mis jodidos veinte años para mudarme sólo y lejos de aquí, sin molestias jodiendome mi desgraciada vida– dicho esto, como un puñal en el corazón para sus padres. Desayunó sin dirigir ni una palabra más.

Ese definitivamente no es su hijo. Jeongguk fue criado lleno de valores y virtudes, aunque un chico totalmente neutro, en su mundo, con pocos amigos y sin preferencias algunas, él era el chico que no tenía temor alguno, no poseía fuertes sentimientos, pero eso no lo hacía malo. En cambio YoonGi sí, cada vez que él añodaba su conciencia le cambiaba totalmente tanto el color de cabello como todo su ser, su personalidad entera, haciéndolo alguien que definitivamente no es. Le arrebataba todo lo que le era enseñado, pero lo que más aborrecía al castaño era cómo su cabello lentamente se tenía de ese rojizo color.

Double ⇢ 뷔민국Donde viven las historias. Descúbrelo ahora