Porque la vida a veces nos parece injusta. Porque nos arrebata cosas y personas que amamos y, aunque supliquemos y lloremos y pataliemos, sabemos que no van a volver. Porque hay que aprender a aceptar las vueltas de la vida, las buenas y las malas. Hay que entender que las cosas no siempre van a ser como nosotros queremos, que eso no lo decide uno. Y pensás... Pensás y pensás, ¿por qué se fue? ¿Por qué tan repentinamente? ¿Por qué siento que no disfruté al máximo los últimos instantes? ¿Por qué nadie me advirtió que éstas cosas iban a pasar, que de golpe me quedaría sola, con una sonrisa menos, con una lágrima más, con recuerdos que solo vería otra vez en sueños?
Porque extrañar no está mal, pero duele. Llorar no es para débiles, es para personas fuertes; porque el recuerdo siempre quedara vivo en nuestros corazones. Porque te quiero, aunque no estes conmigo, aunque no pueda decirtelo, aunque no te pueda regalar una sonrisa ni abrazarte. Aunque no puedas ver la persona en la que me converti. Aun asi, un pedacito de mi corazon siempre va a pertenecer a la persona que fuiste, y a lo que me dejaste antes de marcharte.
