"Un recuento de mi vida y mi secuestro"

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Yo era feliz.

Tenía una buena familia, buenos amigos y amigas, estudiaba en una buena escuela, no tenía todo lo que quería pero si lo necesario y lo que se me podía conseguir, tenía una buena relación con Dios e iba a la iglesia, una vida social equilibrada y aunque tenía muchos defectos como cualquier persona volveré a repetir, era feliz.

Salía mucho con mis mejores amigas Jessica y Yune. Nosotras tres teníamos problemas parecidos ya que Yune era anorexica y Jessica y yo bulímicas. Las tres nos coincidimos en rehabilitación grupal con nuestros respectivos diagnósticos y resultamos siendo buenas amigas desde ese día.

Para mi familia, aquello fue un golpe algo incómodo. Nunca me había sentido tan mal con respecto a mi físico hasta los 13 años producto de comentarios de unos compañeros de clase cuando cambié de escuela. Me alejé de mis amigos porque mi autoestima era tan baja que sentía que no encajaba con ellos o que simplemente ellos eran demasiado para mi. Así que no solo comencé a cambiar mi aspecto físico de la peor manera posible, sino también mi forma de ser. Miraba videos sobre cómo ser sociable, técnicas para caerle bien a la gente en una búsqueda desesperada por atención.

Con mis padres fue regaño tras regaño pues como no pasaban mucho tiempo en casa por sus trabajos pensaban que eran cosas de adolescente normales y pues como pensaban que las cosas se resolverían fáciles solo se limitaban a eso. Hasta que en cinco meses bajé 70 libras de golpe y en una semana tuve cuatro desmayos, ahí fue cuando mis padres notaron el desorden en mi cuarto, las bajas calificaciones cerrando el año escolar, uso de mariguana, actitudes impulsivas en cuanto a relacionarme con las personas, que dormía horas de más, llegaba tarde a la escuela.

Luego de eso mi familia cambió conmigo y yo con ellos. Nos mudamos de ciudad para comenzar de nuevo, mis padres trabajaban ambos horas completas por cuestión de una deuda que heredó mi madre de mi abuelo, pero mi padre fue promovido por lo que mi madre pudo buscar algo de medio tiempo. Estuve ingresada en hospitales constantemente por la cuestión de que mi cuerpo tan joven y ser sometido a un régimen de golpe, ni siquiera gradual no toleraba muchos alimentos, por lo tanto mi peso duró 2 años en volver a estabilizarse mientras luchaba por encontrar un balance emocional en cuanto a quien quería ser y las dos versiones predominantes de mi pasado.

Pero supuestamente a los casi 16 años eres muy joven como para pensar en esas cosas y a pesar de que lo primordial era estabilizarme física y emocionalmente es inevitable pensar en cómo serán las cosas una vez tengas que enfrentarte a la realidad, como por ejemplo: perdí todo un año de estudio pues por las excusas médicas que me impedían ponerme al día en los estudios terminé abandonando. Nueva escuela, nuevo pueblo, nuevos vecinos y nuevos amigos, las expectativas eran tan altas que afrontar la idea era algo fuerte. Como reaccionará mi cuerpo una vez me toque hacerme cargo de él. Lo bueno, es que esta vez contaba con la ayuda de mis padres y profesionales de la salud mental que hicieron el proceso más fácil de llevar para mi y sobre todo, hicieron a un lado los estigmas en cuanto a buscar ayuda y no minimizaron mi situación o los motivos que me llevaron a ello.

Tres años después todas esas dudas quedaron en el pasado, pues ya sentía que vivía cierta plenitud. En el último año de escuela estaba excelente y había elegido una carrera para estudiar. Al año después de la mudanza me pudieron transferir a un seguimiento de terapia grupal y ahí conocí a las chicas y nuestra conexión fue inmediata. Mi madre conoció una vecina que nos invitó a la iglesia de la comunidad y allí hice más amigos. Un sábado al mes salíamos a cenar o íbamos a la playa a 1h de la ciudad.

Una noche de nuestros sábados los jóvenes fuimos a comer unos helados luego de cebar. La noche pasó rápida como de costumbre cuando estas con amigos. A la hora de irse Bryan, uno de los chicos más simpáticos y buenos del mundo se ofreció a llevarnos a Jessica, Yune y a mi puesto que vivíamos más alejados del centro de la ciudad. Mientras que los otros chicos se repartían entre ellos, nosotros nos fuimos.

Mi casa era la que quedaba mas lejos, así que le dije a Bryan que me dejara en la entrada principal y que luego tomaría un atajo a casa. El se negó pero yo insistí diciendo cosas como "Puedo caminar, no te preocupes", "Es muy tarde como para estar conduciendo", "No me pasara nada, porque no es lejos". Y en verdad no sé cómo logré que aceptara y más sin la aprobación de las chicas pero lo hizo.

Me dejaron a una calle de entrada al lugar donde vivía y ellos siguieron por la calle principal. Me despedí de ellos, y les dije que les enviaría mensajes a cada uno cuando este en casa. Comencé a caminar por las oscuras calles, y me sorprendió que algunos vecinos que siempre estaban afuera en sillas tomando la brisa de la noche ya que durante el día hacía mucha calor no estaban. Un market que estaba abierto hasta las 12 de la noche también estaba cerrado, por lo tanto apuré un poco el paso.

Llegué al atajo que daba a una esquina de casa y como si fuera predestinado las luces del camino estaban apagadas haciendo el camino casi intransitable por la oscuridad. Siempre he sido algo miedosa, pero no quedaba de otra que avanzar. Saqué mi teléfono y encendí la linterna para alumbrar el suelo escuché unas patitas que cruzó corriendo en urgencia por mi lado haciendo que la sangre se me hiele. Antes de llegar a mitad de camino noto unos pasos detrás de mi, demasiado cerca. No lo escuché por las pisadas del perro que pasó corriendo y justo cuando iba a aumentar la velocidad de mis pisadas un trapo blanco cruza rápido por mi cabeza y captura mi boca.

El pánico me cubrió como un balde de agua fría por todo mi cuerpo. Solté el teléfono y también un grito que quedó ahogado por lo que cubría mi boca. Intenté retirarla y percibí cierto olor que desprendía causando que mi corazón comenzará a latir a millón.

Algo en mi se apagaba. Mis fuerzas, mejor dicho, me abandonaban.

Lo último que pude divisar de esa noche mientras mi vista se ponía borrosa fue otro hombre llegando por el frente y comenzaba a atar mis pies.

Savior - Andy Biersack (MINI NOVELA) (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora