Hubo una vez que me pregunté: “¿Por qué mi hermana se encierra en su habitación?”
Pero ninguna respuesta concreta parecía llegarme a la cabeza.
“Estará jugando a las muñecas.” Me decía a mi mismo para aliviar un poco la duda.
Sin embargo eso cambió una vez que nos mudabamos de habitaciones; Ella lloraba desconsolada al enterarse de tal noticia y en un momento que nos descuidamos, escuchamos el portazo que indicaba que ella se encontraba en su amado lugar privado.
Mi madre se preocupó, pero la risa de mi padre la tranquilizó, ya que él nunca se equivocaba y en esta ocasión exclamó para calmarse a sí mismo y de paso a nosotros: “Es solo una niña dramática.”
Pero la duda me devoraba, así que me atreví a tomar un pequeño pedazo de metal lo suficientemente delgado para abrir el seguro de la puerta de mi hermana; Me dirigí de inmediato a la puerta y con cuidado y suavidad, para no espantar a la pequeña, logré abrirla.
Abrí los ojos de manera exagerada al observar a mi hermana con una sombra, que tocaba sus mejillas y parecía sonreirle; Detrás de ellos había un enorme agujero, al cual la sombra se dirigió de manera casi inmediata al verme, pero no lo hizo solo, si no tomando del brazo a mi hermana y cerrando tras ellos ese portal.
Desde entonces, mi familia olvidó a mi hermana, solo yo la recuerdo, lamentablemente estoy aquí, encerrado en este lugar solitario y suave… Lleno de enfermos, que quieren hacerme creer que soy igual que ellos.