Capítulo uno.

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Hoy es de esos días en los que la lluvia cae del cielo empapando las calles y edificios de la ciudad con una capa de agua que salpica cada vez que impacta en el suelo.  Ni así el Consistorio tiene compasión de sus habitantes porque las Entrevistas se llevan a cabo llueva, truene, nieve o relampaguee.  Dentro del salón de reuniones de la escuela hay un grupo considerable de jóvenes que durante el año cumplieron los diecisiete años y que son requeridos para presentarse a la escuela y decidir su futuro.

Durante toda la semana, el Consistorio entrevistó a todos los jóvenes de los ocho sectores de la ciudad empezando por el sector uno el lunes y terminando con el sector ocho, mi sector, ocho días después. 

Las manecillas del reloj que está sobre la pared se mueven, a mi parecer, más lento de lo normal.  Apenas son las doce del mediodía.  Los jóvenes que estamos esperando en la sala de juntas del primer piso de la escuela esperamos nuestro turno desde las ocho de la mañana.  La mayoría de las entrevistas duran quince minutos, veinte minutos, incluso hasta cuarenta; pero la entrevista actual ha roto el record, Levi Yates lleva sesenta minutos dentro y todavía faltamos alrededor de quince personas de las cien que esperamos ser entrevistados.

¿Por qué tardan tanto? Pienso cuando Levi sale de la oficina con el brazo derecho doblado en dirección a su hombro.  Nos saluda con una sonrisa discreta en su rostro mientras comienza a caminar en dirección a la puerta de salida del salón.

El Manifesto de la Paz, nuestra ley y código de conducta, marca tres etapas en la vida de todos los ciudadanos y   que debemos de cumplir al pie de la letra.

Las entrevistas son el primer paso de nuestra vida como miembros en pleno derecho dentro de la ciudad después de haber concluido la educación básica que el Consistorio pide a todos sus ciudadanos.  Dentro de este paso nos presentamos ante el dirigente del sector correspondiente, la directora de la escuela y la Representante del Consistorio.  Las entrevistas consisten, según lo que nos han dicho los maestros, en una plática esas tres autoridades y el alumno, donde éste tiene la oportunidad de elegir la profesión con la que va a contribuir a la ciudad.

La educación básica comienza a los cinco años y finaliza a los diecisiete.  Los exámenes son mensuales y nunca obtienes calificaciones después de haberlos realizado, hasta la Ceremonia del Finem, el segundo paso.  Este consiste en una graduación donde el Consistorio da a conocer el resultado global de todos los exámenes y en donde también, quien no logra obtener la calificación aprobatoria, cae en el sistema de los Oneratis.  Las autoridades de la ciudad se toman muy en serio la educación de todos los habitantes de la ciudad y fomentan la utilidad y el servicio que debemos de retribuir a nuestra comunidad, es decir, todos contribuimos en la ciudad en algo sin excepción, para el bien común y por nuestro propio bien, ya que ser considerado una carga es totalmente penado.

El vidrio se empaña cuando soplo sobre la ventana.  Con mi dedo índice dibujo el signo de infinito, luego lo borro, vuelvo a soplar con mi aliento para después dibujar un circulo interrumpido con una diagonal en el centro, Oneratis.  

Una enfermera abre la puerta y sale de la oficina con una pequeña tablilla de metal y un par de hojas blancas en ella.

—   Jefferson Eckay. — dice.

Jeff se pone de pie caminando hacia la oficina principal que está al fondo del pasillo y donde lo están esperando.  Levanto la cabeza y nuestras miradas se cruzan cuando pasa enfrente de mí.  Su expresión facial muestra nerviosismo e inseguridad, unas pequeñas gotas de sudor bajan desde su cien hasta el cuello.

Después de la Guerra de la Supremacía, alrededor de la ciudad se construyó la muralla que nos protege de todo aquello que pudo haber quedado fuera y que nunca se recuperó de la guerra y todo los habitantes tienen prohibido siquiera acercarse a ella.  Dicen que la guerra fue devastadora pero aun así, al paso de los años la ciudad pudo recuperarse y reconstruir lo que había sido destruido.

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