Manifesto.

capítulo cuatro.

—   La ciudad se reconstruyó por medio de relaciones regulares y duraderas, como resultado de la convivencia de los hombres de generación en generación.   Esta convivencia, no es posible sin un objetivo en común: la paz.  Es por eso que ahora podemos estar tranquilos sabiendo que el futuro ahora nos pertenece a nosotros y que podemos vivir en paz porque eso, es lo que perseguimos. — dice papá con un tono pausado y entendible.

La Guerra de la Supremacía trajo como resultado catástrofe, la catástrofe trajo desesperación y la desesperación se llevó consigo la ilusión de poder reconstruir todo lo que se había perdido.  Si en algún punto de nuestra vida perdemos la esperanza, lo perdemos todo.

Se tuvo que trabajar mucho para poder tener lo que tenemos ahora en Boston.  La paz no es algo que se construye de un día para otro, se tomó años para poder llegar a ese punto.  Es como una planta que se cultiva y se cuida para que cuando alcance su madurez pueda dar los frutos esperados. 

—   Es por eso que el día de hoy conmemoramos el aniversario número ciento cincuenta del Manifesto de la Paz.  Servir a la Sociedad, debe de ser su mayor satisfacción.  Solo así hay armonía y paz entre nosotros.

Todos permanecemos en silencio y bajamos la cabeza mirando al piso, recordando todas aquellas vidas que se perdieron durante la guerra y que no pudieron disfrutar del resultado que trajo consigo el Manifesto. 

El resultado de la guerra siempre es la muerte para ambos bandos sin importar los motivos de su lucha.  Muchos padres perdieron hijos, hijos perdieron padres y eso me recuerda mucho a mi hermano Scott.  El quedó huérfano cuando su papá murió electrocutado en un accidente mientras intentaba arreglar algunos de los reguladores de la Sede del Consistorio que se averiaron y habían causado un apagón en todo el complejo.  

Cuando los Cuerpos lo sacaron del cuarto de reguladores, su cuerpo, bueno, lo que había quedado de él, estaba totalmente negro y tenía líneas de sangre saliendo de sus ojos y que bajaban por sus mejillas. 

Mi papá y su papá eran muy buenos amigos desde que eran pequeños y nosotros siempre jugábamos juntos y después de su muerte, recuerdo a Scott llegar a la escuela sin desayunar, con el uniforme puesto pero desarreglado, teníamos seis años y por lo general, iba a comer a la casa después de clases, puesto que mamá lo invitaba, todos nos encariñamos con él. 

La mamá de Scott cayó en depresión y se fue desconectando lentamente de la realidad.  De repente, dejó de comer y su cuerpo cada vez se iba haciendo más y más delgado, no se levantaba de la cama, solo lo hacía cuando era totalmente necesario y la belleza que una vez había en su rostro, se fue apagando y ya casi no hablaba, hasta que un día, Scott fue a llevarle el desayuno al cuarto y la encontró inerte en la cama.  Nos contó que la movía de los brazos, le tocaba la cara llamándola y la señora Silva no contestaba.  Ese día, Scott no fue a la escuela, así que le pregunté a mamá si podíamos ir a verlo y ella aceptó.  Cuando Logan, mamá y yo nos llegamos a su casa, estuvimos tocando la puerta por un buen rato pero nadie atendía.  Es descortés entrar a una casa cuando no has sido invitado, pero mamá ya estaba preocupada, abrió la puerta y nos dijo que esperamos a fuera, así que Logan y yo obedecimos. 

A pesar de que mamá nos había prohibido que entráramos a la casa, subimos por las escaleras y entramos al cuarto de Scott.  No estaba.  De repente, escuchamos la voz de mi mamá llamar a la Señora Silva y fuimos al cuarto de los papás de Scott y lo vimos sentado en una esquina, con las piernas dobladas hacia su mentón y sus brazos rodeándolas. 

Tampoco se movía y tenía lágrimas secas  en sus mejillas, había estado llorando por mucho tiempo.  La Señora Silva parecía dormida, sin embargo, no lo estaba.  Los del servicio médico llegaron a llevarse el cuerpo de la mamá de Scott y el lloraba y pataleaba para que no se lo llevasen.  Mamá lloraba también intentando apartar a Scott porque no se quería despegar de su mamá.