Sofia preparaba sus maletas con la misma diligencia con la hacia todo en su vida, arrojando una prenda encima de otra en un "orden" que solo ella entendía. cuando la última pieza de ropa estuvo en su lugar luchó por cerrar la tapa de cada una de ellas hasta que estas cedieron.
Lanzó un largo suspiro. ¿Cómo es que su vida había cambiado tan radicalmente? Tenia que partir a un país desconocido para pasar los próximos años, todo ello a
causa de su padre, el profesor John Cobells.
Su padre, esa era una historia a parte. No iba a negar que su niñez habia sido fantástica. Pasó la mayor parte de tiempo entre bibliotecas, museos y conferencias pero lo adoró. Todo le parecía tan maravilloso, y todo lo había sido hasta que cumplió los doce años y su padre regresó de un viaje con una rosto desencajado, se encerró a hablar con su madre y lo siguiente que supo era que su madre le dijo que se iban a separar. El resto pasó muy deprisa. Su padre se mudo a Rusia y ella se quedó a vivir con su madre en los Estados Unidos. De eso ya trece años y al fin iba a reunirse con su padre después de todos esos años y aun cuando habían mantenido comunicación con él, en especial luego de la muerte de su madre, era la primera vez que se iban a reencontrar.
Toc, toc, toc.
Los golpes en la puerta la hicieron interrumpir sus pensamientos.
-¿Quien es?- preguntó
-Señorita Sofia, su taxi ya está aquí- Marco, el portero de su pronto ex edificio. - Gracias Marco, bajo en un segundo.
Sofia tomó sus maletas con una mano y cargó a su pequeño gato en la otra, mientras se despedia mentalmente de su apartamento y la vida como la había conocido.
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La ultima misión
AléatoireÉl no logra recordar nada, ni siquiera su. propio nombre. Solo sabe que debe realizar las misiones que le dan, de ello depende la seguridad de todos y tal vez un dia se entere de la verdad, no tiene prisa. Cada vez que quiere recordar un terrible m...