Habitación 406-

En pos de la buena causa.

  Eran las 13:30 am, el sol estaba en su punto más alto, golpeando con sus rayos ahora más fuertes.
  Tres hombres se hacían presentes en el patio de la posada, estaba Larry, el viejo Larry. A su lado su excéntrico hijo Tomás. Al extremo de la mesa, un poco más lejos de ellos se encontraba el Muerto (aún vivo) Chris Eiffein.
  Los tres observaban los campos repletos de animales.
  -¿Hace mucho tienen esta posada?-. Dijo Chris rompiendo el silencio que los inundaba.
  -Bastante, señor. Antes le pertenecía a mi padre, y antes de eso a su padre, es como una joya para nuestra familia, una reliquia que pasa de generación en generación. Y espero algún día le pertenezca a mi hijo-. Dijo el anciano tendiendo su mano sobre el hombro de su hijo.
  Tomas sólo sonrió un poco.
  -Habrán conocido a muchas personas me imagino-. Dijo Chris pensativo.
  -Muchísimas sinceramente, pero no con todas hemos llegado a tener una relación más íntima ¡Ja!-, el viejo se reía haciendo notar su dentadura ya en mal estado. -Tomas, lleva al señor a su habitación, debe querer descansar un poco, ¿no señor?
  -Por supuesto, si no es ninguna molestia.
  -No es ninguna molestia hombre, vaya y descanse, más tarde nos veremos ¡vaya y duerma bien! Descanse y deje que su mente entre en el mundo de lo onírico, vaya y duerma bien, duerma muy bien-. El anciano se puso de pie y con su mano izquierda indagó un poco en su bolsillo izquierdo de su pantalón. Sacó una llave y se la tendió a su muchacho.
  El muchacho la tomó y al hacerlo se sorprendió un poco.
  -¿Padre esta habitación? Pero si n...
  -Shh, calla, quiero que la mejor habitación sea para mi buen amigo Chris Eiffein aqui presente. Vamos muchacho, no seas descortés y  llévalo.
  -Está bien, sigame el paso, y tenga cuidado, hay muchos posos en este patio, acompáñeme-. Le dijo a Chris y Chris lo siguió.

  Unos minutos más tarde los dos, tanto Chris como Tomas se encontraban frente a un letrero ubicado sobre la puerta de la habitación que daba a conocer su número, el número era el 406.
  -Esta será su habitación, espero la disfrute, y por favor, trate de no ensuciarla demasiado. Los anteriores inquilinos la dejaron echa un desastre, me tomó muchísimo tiempo dejarla pronta- el chico se frotaba suavemente la nuca, estaba incómodo, de eso se dió cuenta Chris.
  -Claro, tendré sumo cuidado.
  -¿Lo ayudo a llevar las cosas dentro?- dijo Tomas señalando con su dedo las pertenencias de Chris.
  -No, queda tranquilo chico, yo puedo, solo son dos balijas, no son mucho problema- dijo sonriéndole para causar más simpatía con aquel chico. Desde su llegada con quién más había entablado conversación era con el anciano, y de pronto se había percatado que el chico de alguna forma estaba fuera del entorno que alli había. El chico era como una sombra ambulante por donde pasase. Es más el chico daba la impresión de ser solo una mancha en una pintura gigantesca.
  Daba la impresión de que esos campos seguirían igual de verdes; que los animales seguirían allí si el no estuviera, como si el sí estuviera.
  A Chris el pensar eso le hizo sentir un poco de pena por el chico.
  -Bien, si necesita algo estaré con los animales, espero descanse.
  Cuando Chris tuvo la intención de contestar no lo hizo, pues el chico ya marchaba a un paso rápido. Sin más que hacer, tomó sus balijas y entró a la habitación.

UNAS HORAS MÁS TARDE...

  -¿Lo llevaste a su habitación?
  -Lo hice padre, pero no entiendo, creí que te había caído bien- dijo Tomas con un tono de sorpresa.
  -Ese tal Chris Eiffein me cayó bien, chico. Me cayó muy bien. ¡Ja! El hombre es inteligente, se le nota en la mirada.
  -¿Y entonces? Por qué esa habitación?- Tomas agitaba su cabeza a los lados, era la primera vez que no entendía las decisiones de su padre.
  -Me cae bien el sujeto Tomas. Pero... ¿no me caía bien tu abuelo? ¿Acaso no me caía bien mi padre?- Larry se lo preguntaba con un tono extraño en su voz, era como una excitación morbosa al recordar a su padre.
  -Sé que te caía bien padre, pero no entiendo por que a este sujeto lo quieres muerto, las otras personas ... digo, había pretextos más grandes y fuertes... este sujeto parecía agradarte.
  -¿¡Y eso qué??! ¡Hay algo que tu no entiendes hijo! Hay algo qué tú no estás entendiendo! No importa si te caen bien, si los adoras o amas! ¡Nosotros! Esta familia fue bendecida! Nosotros somos lo que sacrificamos nuestras almas! Nosotros somo quienes seremos condenados al final de los tiempos! Ni siquiera me importaría si fuera tu esposa! Por la buena causa la asesinaría!
¿Hijo no entiendes acaso nuestro propósito? ¡Sómos los encargados de liberar la maldad que aquí, en el mundo terrenal habita! Somos los esclavos de... no lo sé, llamalo como quieras, dios, el diablo, Jonathan. ¡Diablos! Qué se yo! Crees que acaso yo, ¡tu padre! ¿Crees que a mi me tembló el pulso cuando tuve que rebanarle la cabeza a tu abuelo?
  ¡No! Claro que no... no, no, no...
  ¡Mi padre se habría vuelto loco si lo hubiese echo!
  Tomas observaba el monólogo de su padre absorto, cada vez lo admiraba más, su padre era un ejemplo a seguir, lo hacía todo por la buena causa, no importaba nada más que esa causa. La causa era exterminar la maldad en el mundo, una tarea que se les había dado a ellos, a su familia. Hacía unos minutos Tomas dudaba...
  ¿Ahora?  Cada vez estaba más seguro de que seguría a su padre hasta el fin del mundo si así fuera posible.
  -Escucha muchacho-, el anciano se acercó y tomo la cara del muchacho entre sus manos -de ti esperaría lo mismo, llegará el día Tomas, llegará el día en que... en que tú tendrás que eliminarme, y no esperaré menos de ti, ¿lo sabes hijo? Algún día tú tendrás que poner fin a la malicia de esta vida. Estas personas no son buenas Tomas, no existe la bondad pura... todo es parte de un juego gigantesco, estamos aqui para perecer Tomas, nunca viviremos por siempre, pero haciendo esto, si lo haremos, ¿lo entiendes?-. El anciano soltó al muchacho y dio un giro sobre sí, dandole la espalda a su hijo, caminó unos pasos y volvió a hablar.
  -Nunca habrá bondad pura, hasta un niño mata de vez en cuando a algún bichito sin resentimientos, entonces... ¿por qué no limpiar esta tierra de quienes tienen la maldad dentro?    ¡Vamos hijo! ¡Todo es en pos de la buena causa!