IV: Verdades
Algo brillante dio de lleno en mi cara, provocando que abriese los ojos con molestia.
Al abrirlos, fui adaptando poco a poco mi vista al alrededor que se cernía sobre mí. Me encontraba tumbada en una cama bastante grande situada en el centro de una habitación, también grande, de tonos oscuros y carente de adorno.
Terminada la inspección, la realidad cayó sobre mí como un balde de agua. ¿De quién era esta habitación?
Con el miedo de haber sido secuestrada, intenté levantarme de la cama, acto que provocó más temor en mí. No podía mover las piernas, y no sabía qué hacer. Solo notaba como el pánico se hacía presente en mí cada vez más y más
Intentando moverlas de cualquier manera, no me percaté de que una presencia se hizo notar en la habitación.
El carraspeo de la persona presente hizo que dirigiese mi mirada hacia esta, llenándome así de más duda aún; no conocía de nada a aquel chico. Alto, de tez algo morena y con el cabello castaño. Lo más destacable de él eran sus ojos, de un azul muy brillante.
—Menos mal que has despertado ya, pensábamos que nunca lo harías—la voz del chico moreno hizo eco en la habitación.
Después de unos segundos asimilando que me estaba hablando, volvió mi yo verdadero y contesté: —¿Me puedes explicar dónde estoy y quién narices eres?
El chico seguía con la misma expresión neutra, sin abrir en ningún momento la boca. Sin embargo, la que abrió la boca fui yo al ver cómo sus ojos se pusieron negros completamente, sin aquel iris azul que había segundos antes.
Asombrada, no despegué mi mirada de él hasta que el azul se hizo presente otra vez, acompañado ahora de una sonrisa de su parte.
Aquella sonrisa, más que mostrar felicidad, mostraba orgullo y satisfacción, emociones que no comprendía en aquella situación.
Toda mi atención en él se disipó en el momento en que entraron varias personas en la habitación, pero aquellas sí las conocía.
—Hola, Iris—saludó Ethan con una sonrisa al mirarme.
—Te voy a matar—solté cabreada. Por su culpa estaba en aquella habitación inmovilizada y rodeada de extraños.
Ethan simplemente se rio y miró a su acompañante, quien habló antes de que Ethan lo hiciera.
—Calma—dijo una voz profunda que pertenecía a Ares—. No te va a ocurrir nada, Iris. Simplemente necesitamos que nos respondas a ciertas preguntas y te podrás ir a casa.
—¿A casa? —pregunté con tono irónico—. ¡Ya me dirás tú cómo voy a casa si me habéis inmovilizado no sé cómo las piernas! Y, además—añadí mientras cogía aire—, ¿te crees que después de este numerito del secuestro voy a ayudaros? ¡Piensa antes de actuar! —me faltó finalizar con un insulto, pero me lo guardé para mí misma.
Tanto Ares, como Ethan y el otro chico se mantuvieron en la misma posición sin moverse y mirándome fijamente, hasta que Ares decidió romper el silencio acercándose a mí y sentándose en el borde de la cama.
Antes de poder reaccionar, ya me había cogido de la mandíbula, sin hacer mucha presión, y posó su mirada sobre la mía.
Y aquello fue el detonante.
Colores comenzaron a danzar en sus iris. Eran tan brillantes que me tenían hipnotizada.
No podía pensar con certeza. Sentía que estaba en otro mundo, en el que solo podía ver aquella mezcla de colores.
Cuando me quise dar cuenta, mi boca se abría sola, soltando palabras de las que no era ni consciente de su significado.
Segundos después que para mí fueron como minutos, todo aquel momento mágico desapareció y asimilé que todo fue una simulación de la que no tenía ni idea cómo había ocurrido. No había fumado nada, ni había tomado nada que ellos me hubieran dado.
Sumida en mis pensamientos, escuché una risa y eso me sacó de mi ensoñación.
Miré las caras de cada uno de ellos, y mientras que en la de Ethan había una sonrisa, en la Ares y el chico moreno había una expresión que no sabría descifrar.
—¿Qué acaba de pasar?—fue lo único que salió de mis labios.
—Que ya nos has respondido lo que necesitábamos—soltó Ares como si nada.
Ira, duda y, sobretodo, frustración se hicieron presentes.
En aquel instante, me levanté de la cama y fui a por Ares, quien se apartó rápidamente y me inmovilizó haciendo presión doblando mi brazo detrás de mi espalda.
—Tranquila—dijo bastante sereno—. Ya te puedes ir a casa.
En ese momento, miré mis piernas y vi que me había levantado sin problemas. Estaba alucinando.
—Ethan—llamó Ares al rubio, quien se acercó rápidamente—, ya sabes.
Y mientras Ares y el otro chico del que todavía desconocía su nombre salían de la habitación, Ethan se aproximó a mí con una sonrisa.
—La verdad es que me caes bien, pero las cosas tienen que salir bien, pequeña—fue lo último que escuché antes de notar su contacto y caer inconsciente.
(—)
Un golpe seco resonó por la habitación, haciéndome despertar al instante. Me acomodé en la cama y vi que ahora sí estaba en mi habitación.
Los recuerdos de los hechos ocurridos vinieron de golpe a mi cabeza en flashbacks rápidos.
Todo lo que pasó me parecía surrealista. El no mover mis piernas, la ensoñación en la que me sometió Ares...
De pronto, el golpe secó que me despertó volvió a resonar por toda la casa.
Con inseguridad, me calcé y bajé lentamente por las escaleras hasta llegar al salón. Inspeccioné que no hubiera nadie y me dirigí a la cocina, donde una nota fluorescente estaba pegada a la nevera con un imán de los tantos que había y que a mi madre le encantaba coleccionar de cada lugar que pisaba.
Me acerqué a la nota y la comencé a leer mientras quitaba con cuidada el imán.
"Tu ayuda ha servido de mucho, y tu existencia también lo hará muy pronto. Prepárate para una ensoñación de verdad. Esto no ha sido nada.
Ares".
N/A
¡Hola! <3
¡Ya vuelvo con las actualizaciones más de seguido!
Espero que os haya gustado el capítulo, personalmente me gusta más este que el original.
Os leo en los comentarios.
¡Saludos!
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The Eyes
Fantasy«Los secretos pueden cambiar a cualquiera» Serie Strange Magic #1 Historia registrada en Safe Creative © Queda expresamente prohibida su reproducción, copia, adaptación, publicación o modificación en cualquier medio sin el consentimiento del autor.