• C I N C O •

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Los días que le siguieron a aquella noche de sábado fueron un verdadero calvario para el pobre de Youngjae. Por empezar, la fiebre no lo abandonó hasta la tarde del domingo. Eso por sí solo no era tan malo si se tenía en cuenta que su hermana cuidó de él todo el día, pero apenas si logró descansar un poco a causa de la temperatura: cada vez que se dormía tenía un sueño erótico protagonizado por Jaebum, por lo que se despertaba con una erección o incluso con las sábanas manchadas (y le costaba mucho disimularlo frente a su hermana que lo conocía muy bien y notaba rápidamente cuando algo lo perturbaba). Fue recién la tarde del lunes que se sintió totalmente restaurado, casi como si hubiera vuelto a la vida, pero la dicha le duró poco pues esa misma noche Mijeon le sugirió que volvieran a almorzar con Jaebum el martes, y Youngjae se vio en un aprieto a la hora de buscarse una buena excusa para rechazar la oferta. El fin de semana había sido largo y confuso, no lograba distinguir la realidad de lo que pasaba sólo en su imaginación, y si bien no estaba seguro con respecto al beso que le dio el mayor, sí estaba seguro de haber tenido una erección frente a Jaebum cuando este le untó crema en el pecho, así que la sola idea de verlo después de eso lo atormentaba. Su mente se iluminó en el último minuto y se excusó diciendo que había hecho planes para comer con Bambam, logrando escapar por poco de la terrible humillación que representaría enfrentar a Jaebum luego de los confusos hechos.

Sobretodo porque se pasó la semana entera masturbándose con el recuerdo de Jaebum acariciando su pecho, y con la fantasía de que hacía algunas cosas más.

Pero Jaebum no había sido su único problema en la semana. Cuando regresó a clases el martes se encontró con un examen sorpresa de Ética que por poco le causa un infarto. Tenía suerte de haber prestado la suficiente atención como para tener un vago recuerdo sobre lo que había visto la clase anterior y pudo responder las preguntas (¡todo lo que les había contado a Jaebum y a Mijeon sobre Habermas sirvió de algo!), pero debido a que la mayoría de sus compañeros no estaban en sintonía con la clase, el profesor mandó toneladas de tarea y textos larguísimos para leer y analizar que, junto con los trabajos de las demás asignaturas, lo mantuvieron ocupado todo el resto de la semana... y no pudo hablar con Jaebum ni una sola vez de tan atareado que estaba, lo cual era contradictorio porque se juraba que se moriría de vergüenza la proxima vez que lo viera, y sin embargo se moría de ganas de hablar con él. Sí, Youngjae entendía que no era el fin del mundo y que cualquier joven de su edad tenía exactamente los mismos problemas (¿estudiar era realmente un problema? ¿No poder hablar con su cuñado lo era?), pero eso no cambiaba nada, él quería hablar de música y de estupideces con Jaebum, quería agradecerle por lo del sábado, quería sacarse la duda de si lo había besado realmente o no, quería asegurarse de que las cosas no estarían raras entre ellos... quería muchas cosas, y no estaba teniendo ninguna.

Por todos esos motivos, la llegada del fin de semana fue el mayor alivio que había experimentado en siglos. Nunca había recibido tan bien una noche de viernes de relajación completa como ese mismo viernes luego de una semana tan larga y estresante. Luego de masturbarse (Jaebum usaba la crema de menta para frotarla en otra parte de su cuerpo en su imaginación, y se corrió en menos de cinco minutos) se dio un baño relajante, y una vez que estuvo vestido se dirigió a la cocina para prepararse palomitas, decidido a pasar la noche descargando música hasta hartarse y tal vez más tarde miraría alguna película. Mientras esperaba a que el maíz se convirtiera en palomitas dentro del microondas jugando con el móvil no pudo evitar el terminar en la ventana de chat de Jaebum, la cual no había visitado en toda la semana debido a la vergüenza que lo invadía cada vez que quería hablar con el pelinegro. Se moría de ganas por hablarle, ¿pero qué podía decirle? Se encontraba buscando una excusa para poder iniciar una conversación con el mayor, cuando llegó un mensaje que lamentablemente no era de él.

• Don't Tell Noona... | 2jae •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora