Vengo conduciendo a toda velocidad en mi moto, estoy enojado, frustrado porque Brenda no quiere creer que dejé las drogas, que la engañé cuando iba a fumar con la banda, maldición, si supiera que la amo —subo más la velocidad para incorporarme a la carretera— quiero llorar pero no puedo...
Siento un gran me golpe por atrás de la moto que me sorprende y me saca volando, reboto en el asfalto una, dos, tres veces... todo mi cuerpo parece ahora una bolsa que es arrastrada por el viento, por la fuerza de gravedad; me detengo por fin, embarrado boca arriba sobre el asfalto y escucho un gran crujido en la parte de arriba de mi cabeza, quiero pensar que es el casco que se acaba de romper, siento una gran presión a la altura de mi abdomen, dejo de sentir mi pierna derecha, por el visor de protección del casco logro ver que coche me ha pegado, es blanco... todo se hace más borroso; mi moto queda a lo lejos de mí. Mi moto, que me ha costó más de un año de salario, ahora está sobre la carretera, raspada, allí causando tráfico. Una señora se acerca gritando: "¿estás bien, me escuchas hijo?". Yo asiento la cabeza y con las pocas fuerzas que me quedan saco de mi bolsa mi celular y logro decirle: "marque el número de Brenda por favor"; siento que el aire se me acaba y comienzo liviano; todo se vuelve más borroso a la par que se empalman sonidos de sirenas con muchos murmullos de: "¿Sigue vivo?, fue el un coche blanco el que le pegó, ¡llamen a la policía!".
—Todo se vuelve etéreo, todo flota en una oscuridad pacífica. ¿Ya habré muerto? No sé si me lo pregunto a mí mismo o algo en el cosmos que me mira y me tiene entre sus manos. Puedo ver esa luz que me atrae, será acaso que lo que las películas dicen es cierto, que cuando ves una luz al final de un túnel, este túnel que no tiene medidas tanto a lo largo como a lo ancho, lo pasas despacio y después... ¿Qué sigue después?
"Recordar tu vida"
Cuando tenía quince años probé por primera vez la marihuana, la verdad es que era muy común para la zona en la que vivía, no sé si era porque la población se deja llevar por ciertas etiquetas sociales, de que si vives en el norte de la ciudad (la ciudad que fuera) tienes que ser por defecto drogadicto, delincuente y hasta naco; uno sale a la calle y se enfrenta a esas etiquetas superficiales, y más si vas a una escuela privada. En algún tiempo, intenté ser como ellos: fresa con ropa de marca y lujos muy caros, pero la verdad es que nunca encajé. Que porque soy prieto... que porque si tengo el acento muy golpeado. Y eso que soy oriundo de aquí, no podría imaginar si fuera chilango. Así que al concluir, opté por entrar a una secundaria de gobierno, y puedo decir que ahí fue donde comenzó esta adicción.
—Ustedes dirán miembros del jurado, qué tiene que ver el inicio de mi adicción al cannabis con mis recuerdos, bueno yo quise recordar esto, porque antes de que cayera de la moto y este aquí viendo mi pasado; lo primero que se me ha venido a la mente es esa discusión con Brenda por mi adicción. Pero ese será el último punto que tocaré.
Allí estaba yo, con mis amigos de esos años, con unos cinco gramos de marihuana sobre la mesa del comedor de mi casa (siempre fue en mi casa porque llegaban tarde de trabajar mis padres), allí estaba esas yerbas pequeñas color verde que tenía un parecido muy similar a la misma yerba verde que le pones al pozole, pero sin ese olor en particular que te abre el apetito. Después vino la clase de cómo hacer un porro, para ello nos ayudó nuestro amigo al que le decían el "Bachas", él comenzó a deshacer con dos dedos la marihuana, sólo que él le llamaba "limpiar la ganja"; a mí se me ocurrió preguntar porque le decía a la marihuana con ese nombre, y sólo me dijo "te falta barrio brother, pero yo te voy a enseñar". Pocos minutos se tardó y con gran habilidad sacó un papel delgado, el cual dijo que tenía el nombre de "sábana", puso la yerba en línea y empezó a envolver el papel con mucha delicadeza y paciencia, pero a una velocidad que todos nos quedamos asombrados. Le hizo un pequeño apretón en las puntas y deslizó su lengua a lo largo del papel para que se formara un intento rudimental de un cigarro, el cual nos dijo que se llamaba "gallo". Lo prendió y nos dijo: "aspiren, retengan el humo, dejen que pase y suéltenlo lento, suave..." Subió una nube de humo como en forma de un hilo ondulado.
Después de un poco de tos por ese olor amargo, uno por uno de mis amigos repetimos lo que el Bachas hizo; cuando el humo salió y tosí el doble, mareándome y después sentir la boca seca, los ojos me ardían, comencé que todo daba vueltas y que todo me daba risa; cuando bajó el efecto comencé a tener un hambre horrible, y comí lo que pude encontrar en la alacena y en el refrigerador. Amé probar esa yerba. Por obvio que parezca, me hice muy amigo del Bachas, para fumar cuando él lo hacía, pasaban las horas y a mí me gustaba seguir en lo que le llamaban "el viaje"; pronto me dijo el Bachas que si no cooperaba para comprarla, no podía darme las tres (o sea darme una fumada), pronto empecé a dejar de comprar comida en el receso, para juntar dinero y comprar más que cinco gramos; le daba el dinero al Bachas y llegaba al siguiente día con una bolsa de pan Bimbo llena de yerba. Paso el tiempo y comencé a hacerme experto en espulgar la yerba, y hacer un gallo, meses después dominé la pipa. Pronto comencé a frecuentar con amigos del Bachas, que nos juntábamos en el parque de Skateboard, y fumar, fue cuando descubrí porque el apodo de mi buen amigo, al ver que se metía lo último del porro en la boca y fumarle lo último, y que por ello, sus dedos (el índice y el de en medio) los tenía más oscuros que los demás. Pasé a la prepa y desde el primer semestre supe que podía ganar un dinero vendiendo un poco de lo que me sobraba.
Pronto el Bachas me presentó a su dealer, le decían el Patrón, él me daría la mercancía más barata si vendía cierto número de gramos al día. Pronto comencé a ganar más dinero que el que imaginé en un principio, así que para que mi madre no sospechara nada, tuve que conseguir un trabajo para poder rendir cuentas del dinero que recibía. Así fue como me compré mi moto, mi gran deseada moto, una Yamaha azul, preciosa, con un ruido de motor que todos en la preparatoria me la envidiaron.
Pasó un año y subía de nivel en esta onda de distribuir droga, pero lo hice a mi manera, y a mi parecer siempre fue muy inteligente mi forma de vender yerba. Mi metodología de venta consistía que a mis amigos de la prepa les regalaba de la yerba que yo fumaba, siempre portándome buena onda, el que quería fumar que se acercara; yo jamás ofrecía, jamás obligaba, todo era cuestión de que dijeran "saca las tres" y yo sólo con una sonrisa decía: "dale que se acaba". Pronto las ventas dejaron de ser en las salidas cuando fumaba, se hizo cada vez más extremo, nos apropiamos en los recesos, en un patio de atrás donde no podían captarnos las cámaras, en los baños de los de universidad. Pero pronto conocería lo difícil de meterme en ese embrollo: tener muchos problemas en la escuela, ya que surgieron los padres chismosos que se paraban enfrente de donde nos poníamos a fumar, así que pronto me señalaron a mí como presunto distribuidor de marihuana dentro de la preparatoria.
Claro que me salí con la mía, con el sencillo pretexto de que aceptaba consumir, pero nada más... yo no vendía, yo no obligaba, yo no portaba con la yerba dentro de la preparatoria. Siempre fueron sólo quejas, pero nada me vinculó a mí, jamás. Pero lo más difícil fue en lo que menos pensé, enamorarme de Brenda, mi amiga de primer semestre, mi primer amiga con la comencé a compartir la yerba, pero cuando tuvo problemas con la ley, la dejó por completo. Me enamoré porque entendía mi soledad, mi locura y mis secretos. Eso sin duda fue y ha sido lo más difícil, querer salirme de ese negocio por amor, dejar de drogarme por preferir besarla, llevarla a su casa, que cuando se subía atrás de la moto tenía que estar limpio. Porque una vez se me ocurrió manejar drogado y si me caí, unos leves rasguños, pero más me dolió su indiferencia, su enojo de días y el berrinche que me hizo por manejar la moto drogado.
—De no haber sido por ese berrinche, miembros del jurado, estaría abrazándola justo ahora. Si no nos hubiéramos enojado, pero es que siempre ha sido así de explosiva; me merecía ese trato; y más cuando soltó aquél ultimátum a nuestra relación: "elige: yo o tus negocios de tu estúpida droga", me quería salvar yo lo sé, deben estar de acuerdo con ello. Pero también tengo mi carácter. Esto es lo que deben de saber, que antes de entrar a este espacio, pedí que llamaran a ella, al menos quisiera escuchar su voz, por última vez.
"No te vayas amor, no te vayas... yo también te amo muchísimo"
Puedo oírla. Mi amor, no tengas miedo, voy a luchar, será un nuevo comenzar para ambos...
¿Miembros del jurado?
Lo lamento, hicimos todo lo que pudimos, tras varios intentos. Sufrió un paro respiratorio. De verdad lo lamento, ya no está más con nosotros. Quisiera que le llamara a un familiar del joven para proseguir con el acta de defunción.
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Cuentos largos y cortos.
General Fiction"Un escritor se esconde detrás de sus letras", eso dijo mi maestra de literatura alguna vez en lo que llevo de mi formación académica. Estos son unos intentos de plasmar la imaginación y la inspiración, en algo tangible. Son cuentos, son historias...