Capítulo 3

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7:00 am el despertador suena, muy temprano para alguien que tomo toda una botella de vodka la noche anterior. Despierta confundida, aún está en ese momento en la mañana, cuando no sabemos donde estamos, que día es, ni  cuáles son las cosas que duelen, pero como dicen el dolor es parte de la vida, y ella no tardo mucho en sentir el dolor en la cabeza. Toma el celular, no sabe que tiene que hacer, está de vacaciones, no debería tener alarma.

DIEZ llamadas perdidas, su madre.  Recuerda las frase que le dijo el viernes pasado: Stella, promete llegar temprano, hay cosas importantes que tenemos que hablar, suspira.

  - por eso la alarma.

Salta de la cama, siente un golpe en la cabeza, resaca. No puede llegar a casa de su madre con una resaca así, pero es tarde para arrepentirse , entra al baño lo más rápido que puede con la resaca que tiene, aún tiene un nudo en la garganta, está Segura de que no es por el vodka.

Sale de la ducha, sin sentirse mejor, toma lo primero que puede encontrar, sabe que su madre tendrá un comentario al respecto, pero ya que, no es que podamos tener a todo el mundo contento y más en ese momento, que todos tienen algún comentario de las cosas que dice o hace.

Toma un café y sale, las llamadas no dejan de llegar, si que es una mujer insistente, pensar en las cosas que pasarán cuando llegué, a un punto, ya no le causan molestia, sabe que su madre hará algún comentario de su tardanza, de la resaca, de la ropa y sus hermanos sólo disfrutarán del espectáculo. No es que le moleste verlos, ella los ama, pero es momento para estar sola, un momento para estar triste, porque no sabe que más hacer y está bien, es parte de ser humano.

Llega a la puerta, suspira, saca las llaves, intenta abrir la puerta sin éxito, el hecho de llegar a un lugar con tanto amor, la hace sentir débil, tiene ganas de correr hacía los brazos de su madre, acurrucarse y no salir nunca más.

Escucha un grito desde el cuarto de su hermano, esa es la señal para dejar la cobardía fuera de casa, abre la puerta y entra con una enorme sonrisa.

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El ambiente está igual que siempre, el olor a café recién hecho es deliciosamente satisfactorio, también puedo sentir el olor de mi madre, un olor característico de ella, uno que hace que sienta paz.

  -  Hola a todos, ya llegué, ya se que es tarde lo siento.

Subo las escaleras siguiendo el sonido de los gritos, es increíble pensar que esos gritos en algún momento me hacían querer matar a alguien, pero ahora sólo me causan ternura. Mi madre está parada en la puerta del baño, hablando a gritos con ella misma, ya que mis hermanos tenían los auriculares puestos en sus respectivos cuartos, una escena muy divertida. Ella es una mujer fuerte, no conozco a alguien más valiente que mi madre, y no, no es por que sea mi madre, cualquier persona que hablara con ella, se daría cuenta de su belleza sin límites.  Voltea y me mira con enojo, aún no sabe que he llegado, sonríe al darse cuenta y corre a darme un abrazo.

  -  Otra vez tarde ¿Acaso no extrañas a tu familia?  - suelta una carcajada, me suelta, toma mis hombros, su mirada cambia y hace un extraño gesto con la nariz, ya sintió mi resaca - espero al menos te hayas divertido mucho, para llegar así de tarde ¡Muero de hambre!

Sólo sonrio, le doy un beso y me alejo lo más que puedo, el dolor de cabeza no pasa; entró a la habitación de mis hermanos, les doy un beso en la frente a cada uno, al parecer verme ya no es tan interesante como antes, es tan muy concentrados en sus cosas. Voy al baño, intento inútilmente lavar mis problemas e inseguridades, son muchas para quitar las con agua, tal vez necesite otro trago.  La puerta suena, sacando mi atención de mis pensamientos, seco mis manos y rostro, para luego abrir la puerta, es Gonzalo, está parado mirando el celular, no se ha dado cuenta de que ya abrí la puerta, lo golpeó en la cabeza riendo.

  - ¡Stella! Mama te espera para desayunar, está todo listo, baja - Dice muy molesto por el golpe, tiene el ceño fruncido y sus labios forman una divertida línea recta, muy adorable.

  - bueno querido, vamos, y deja esa cosa que quiero pasar un momento con ustedes y mama.

Bajamos juntos las escaleras, otra vez ese olor a café capta mi atención, pero está vez viene acompañado de pastel, siento paz, seguida de una terrible sensación de miedo, cada vez que me acerco más a la mesa el miedo aumenta, es increíble como podemos perder la paz tan sólo pensando en perderla, en este momento odio como mi mente tiene que analizar tanto las cosas.  Me siento al lado de mi madre, ella me acaricia y entra a la cocina, cuando vuelve trae un enorme pastel de chocolate, lo pone en la mesa y empieza a cortarlo. Siento un poco de culpa, no tenía ganas de venir, ni de lidiar con mi familia, es difícil aceptar cuanto los amo y lo bien que me hacen sentir.

  - Stella - Dice mi madre Con un tono diferente, haciendo que la culpa desaparezca- sé que eres mayor y tomas tus propias decisiones, pero no me parece correcto, no está bien que vengas así, después de una fiesta, tan mal vestida y oliendo a alcohol, donde está el respeto a tu familia...

El monólogo continuo casi todo el desayuno, pero yo apagué mi cerebro, estaba cansada de pensar y sentir; ella sólo seguía hablando, sin ninguna interrupción, ninguno de los tres estaba escuchando, me pregunto si lo nota, hablar tanto sólo hace que las palabras pierdan magia, si quiere hacer más monólogos, al menos, deberían ser más entretenidos, que lo que hacía todo el tiempo, no captaria nuestra atención. Mis hermanos hacen lo mismo que yo, puedo notarlo, cada quien está en sus asuntos ¡ella no lo nota! En esa mesa sólo estaba presente ella, pero nosotros la pasamos mejor. Suelto una carcajada, al parecer en un mal momento, ya que los ojos de mi madre empezaron a arder, quisiera saber en qué parte del monólogo me reí, así sabría que hice mal.

Ella no dijo más, mis hermanos al no escuchar más palabras, volvieron su atención a la conversación , pero no dijeron nada, mucho silencio, hasta que al fin mi madre se levantó.

  - lo siento chicos, al parecer no me quieren acá, así que me voy, ya llegó tarde al trabajo - las miradas de cansancio entre nosotros no eran una novedad en esa mesa.

  - mamá - dije con calma - no te vayas así, vine a verte, no quiero que está visita termine así, sabes que te amo con todo mi corazón, sólo tengo muchos problemas en la cabeza - me acerqué a ella y la abrace, calmandola, no hablamos más del tema, alistó sus cosas y salió de la casa.

Después de hablar un poco con mis hermanos, salí de la casa, limpia, libre de cualquier sentimiento destructivo, con ganas de hacer las cosas bien y arreglar mis ideas.


¿arreglar mis ideas ? Las cosas eran más claras antes de cruzar la puerta de salida, ahora todo es confuso otra vez, el remolino de sentimientos nubla mis pensamientos, me asombra como puedo dejar de razonar tan rápido, siento el ser humano tan inteligente como decimos que somos, no podemos controlar lo que sentimos; eso sólo me causa más enojo y estar enojada me hace estarlo más, es como un venenoso círculo vicioso. No podía seguir así, tenía culpa, vergüenza y a pesar del sorbo de valentía, aún era un vaso de cristal al borde de la mesa, sintiendo vértigo, con miedo a caer y ganas de lanzarme al mismo tiempo.

Busco en mis bolsillos un encendedor, para después buscar en mi bolso un cigarro, la ansiedad es terrible, aún tengo mucho tiempo pero no quiero ir a casa, eso me haría sentir peor, es bien siendo miserable fuera. Camino hasta llegar a un parque, está vacío y silencioso, es temprano, la gente está trabajando y los que están de vacaciones, como yo, aún es tan dormidos; me siento en una banca y observo.

      

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2018 ⏰

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