Capítulo 4.

24 2 0
                                    


LUZ DE LUNA

Al término de la cena me sentía algo mareada, con un dolor punzante y constante en la cabeza aun así me había alistado para dormir, tenía los músculos cansados como si hubiera corrido una maratón. Mis padres estaban en su recámara haciendo quién sabe qué, probablemente cerrando con broche de oro el día. Por curiosidad busqué de nuevo el libro dorado y me vino a la mente aquellas imágenes la reina de Horague y del pueblo de Mirena, mundo que ahora estaba dividido.

Aunque tenía la suerte de haber platicado esta tarde con Zac, ese blondo parecía amable pero cuando se juntaba con su hermano era un total desastre, sin embargo, pueda que él sea mi pase a aquel mundo.

— ¿Venice? —reconocería su voz dónde fuera, llevo años escuchándola—. La luna se esconde, tienes que encontrar el portal...

— ¿Qué? —Pregunté incrédula— ¿Yo? ¿Cómo podría encontrar un portal?

— Yo sé que hallarás la forma de llegar a Horague, el portal se abrirá cuando leas el hechizo del libro.

— ¿Tú? —La busqué con la mirada, ella estaba apoyada en mi ventana con la cabeza gacha—, eres Odres, tú eres la reina de ese mundo... ¿Cómo quieres que encuentre un portal de un mundo desconocido? Eso es muy loco para mí, ¿Y sin embargo yo acepté? —negué con la cabeza por lo último que había dicho—. Ayúdame a ayudarla, ni siquiera sé cómo es un portal o dónde está que es lo más importante... —gracias a la luz de la noche que alumbraba su rostro pude notar una sonrisa— ¿De qué te ríes?

— Te veo inquieta... Eso es bueno, prometí que no te dejaría sola ahora solo necesitas confiar en eso.

Aún no me decía cómo diablos llegar a ese mundo, pero pueda que Zac sea mi ayuda, el guía que me lleve a ese mundo desconocido—. ¿Es él? Los enviaste para que me llevaran a Horague —Odres parecía no entender a qué me refería—, es por eso que aparecieron luego de hablar contigo ¿Verdad? Ellos me llevarán con tu hija... Ya entiendo todo —sentí un poco de tranquilidad, era un peso menos— Zac se acercó a mí gracias a ti...

— ¿Zac? —Me pregunto mientras estiraba su mano hacia adentro de la habitación—. No recuerdo a ningún Zac —declaró sería para luego darle otro vistazo al cielo nocturno.

— Pero él.

¿Ella debe estar bromeando? ¿O tan solo olvidó a Zac, es posible olvidar a alguien tan rápido? Él conoce Horague, tendría sentido que me lleve a ese mundo después de todo escapó ahí, debe conocer algún portal ¡No tiene sentido! ¿Cómo hallas un portal? ¡¿Por qué me estresa tanto?!

Respire profundo intentando componerme de vuelta— Tienes razón, buscaré un portal mañana.

— Tiene que ser hoy.

— ¿Qué? —¡Maldición!

— Es la luna, sin su luz ningún portal se abre y esta noche está brillando con fuerza —en ese preciso momento comencé a dudar de todo, ella decía que hoy tenía que ir a Horague—, te protejo por dónde vayas nadie te hará daño.

— Es de noche seño... Odres, mis papás no dejarán que salga —ella inclino la cabeza hacia a un lado, mis piernas tambalearon haciendo que caiga al suelo, estaba demasiado débil probablemente había cogido alguna enfermedad— no me puedes pedir eso.

— Venice... —pronuncio estando a unos escasos centímetros de mi— Perdón.

— Por favor, no —pedí cuando ella estaba a unos escasos centímetros de mí, ahora mis manos también dolían.

Somos de MirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora