Las sombras se hacían más largas, y finalmente los últimos rayos del sol besaban las nubes antes de desaparecer. De pronto, la luz se desvaneció y la noche reclamó al mundo. Ese no era un lugar para pasar la noche, claro que no... y de repente, el hogar pareció muy lejano.
Sobre todo para una pobre tortuga como Totti. Yo sé lo que han oído sobre las tortugas, pero la lentitud de Totti no se debía precisamente al peso de su caparazón, sino a las horas que llevaba en pie. Había salido del colegio cuando el sol aún brillaba sobre su cabeza y ahora se había ocultado dejándolo a merced del bosque.
Lejos habían quedado los zapatitos cafés que su madre había cosido con tanto amor para él, estos se habían atorado en una gruesa raíz de árbol y de ahí, por más que intentó, no pudo sacarlos.
Al emprender camino estaba seguro de que podía llegar a casa antes de que sus padres notaran su ausencia, pero al ser la primera vez que salía solo no pudo hallar el camino de vuelta por más que hizo memoria. Todos los arboles eran una copia exacta, y el cielo que en la tarde le había servido de guía ahora en completa oscuridad lo hacía temblar. No sabía a que le temía más, al paisaje desconocido que lo rodeaba o a la idea de no volver jamás a su hogar.
Cuando se sentó en una roca para descansar escuchó un sonido, y aunque al principio no sabía exactamente de qué podía tratarse rápido agudizó su oído para descubrir que alguien se acercaba. Sonrió contento de no hallarse completamente solo en aquella situación, pero pronto recordó el consejo de sus padres de no fiarse de los desconocidos, así que sin conocer las intenciones de su nuevo visitante, y sin muchos deseos por descubrirlas, Totti tomó una rama de árbol que halló a su costado y la sostuvo con fuerza para defenderse si fuera necesario. No estaba muy seguro de que eso funcionaría, pero necesitaba estar preparado.
Mientras más fuertes sonaban los pasos las manos de Totti menos parecían serlo. ¿Qué si era un oso o un enorme búfalo con un mal día? ¿Podría acaso una pequeña tortuga tener una oportunidad para ganar? Y mientras se pensaba la respuesta a sus preguntas, de la oscuridad salió un zorro de pelo anaranjado y cola enroscada, con su overol de mezclilla y su sombrero de paja.
—Oye, niño, ¿tú de dónde saliste? —le preguntó extrañado el zorro cuando lo vio con la rama en alto incapaz de dar tan solo un paso. No era normal que alguien tan pequeño vagara por el bosque en plena noche.
Pero no recibió respuesta porque Totti estaba más concentrado intentando no desmayarse que formulando alguna oración. De todos los animales del mundo se había venido a topar con un zorro. ¡Un zorro! Había oído hablar mucho de ellos, y la mayoría de las cosas que solían comentar eran malas, como por ejemplo que eran tramposos y astutos, que no se lavaban bien los pies y que solían robar de vez en cuando.
—¿Estás bien? —insistió el desconocido ante el silencio, pero antes de que Totti pudiera responderle este le reconoció—. ¿No eres tú Totti, el hijo de Gran Caparazón?
—¿Conoces a papá? —le preguntó confundido porque no recordaba su rostro. Al menos no enseguida porque con el paso de los segundos Totti descubrió que aquella cara le era familiar. Ese zorro que estaba frente a él era el mismo que le vendía la leña y el hilo a su familia. Sí, ya lo recordaba—. Si conoces a papá entonces también debes saber el camino de vuelta —le dijo esperanzado para que fuera su guía, si lo ayudaba tal vez llegaría antes de que el sol apareciera de nuevo—. ¿Crees que podrías llevarme con él?
Y aunque a Fabio no le gustaba del todo la idea porque en sus planes estaba ya irse a la cama decidió que le haría el favor. Eso sí, no pensaba caminar por todo el bosque a plena luz de la luna, si lo hacía temía despertar con los pies hinchados y sin poder ponerse de pie al día siguiente, algo imposible para un vendedor como él, así que utilizaría un medio de transporte más seguro y rápido.
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Camino a casa
Storie brevi🔸Cuento infantil ganador del segundo desafío de @childrensfiction🔸. Una pequeña tortuga aprendiendo a escuchar la voz correcta.