| C a p i t u l o: D o s. |

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Su piel morena como arena mojada, aunque con claras marcas de maltratos.
Cabello largo de color castaño que cae como cascada por sus hombros, hasta cubrirle los senos.
Así, desnuda se adentra a las aguas hasta que todo debajo del cuello quede sumergido en el frió pero vivo río.
Sus ojos color café apuntan hacia la luna que igualmente exhibe su desnudez en el reino estelar. Así callada se mantuvo, pero muy pendiente del guerrero, después de todo ella esconde un gran secreto que posiblemente podrá guardar si se queda junto a alguien que pueda protegerla.
El tiempo pasa, largos pero buenos minutos avanzan y ella sale de las aguas, vistiéndose para luego caminar hacia donde esta su compañero, pero una mano fría le agarra por detrás y antes de que pudiera alzar la voz, la punta filosa de una espada toca su garganta.
— Si tienes aprecio por tu vida, debes callarte...—
Dijo una voz gruesa llena de maldad, ella solo pudo llorar en silencio mientras temblores invaden su frío cuerpo, no quiere morir.
De pronto, una imagen sale de entre los arbustos frente a ella, es ese hombre que tanto la maltrató, vino por ella, sabia que lo haría pero no esperaba que fuera tan rápido.
— ¿Que? ¿Pensabas que podías escapar? Nadie escapa de Víctor, el devora mundos. —
Confiesa el hombre después de una pequeña carcajada.
Acercándose cada vez más a la chica.
— Me has hecho contratar asesinos para buscarte.
Me has causado muchos problemas, pero vales una fortuna, así que no importa. —
Pero entonces una luz tan brillante como las estrellas se hace notar en las alturas, bajando cual meteoro hasta colapsar en el centro de tan fatídica reunión, por un momento la ceguera inundó el lugar.
— ¿Que demonios? — Dijo Víctor, mirando hacia donde estaba la chica, pero solo encontró al asesino mirándose los brazos, ya no tenia mano, pues en menos de lo que pudo parpadear alguien se las cortó durante la brillante distracción.
— ¡No te quedes ahí parado! Ve por ella. — Ordena Víctor.
Y en seguida las manos del asesino se le regeneran, recoge su espada y empieza a saltar de árbol en árbol siguiendo el olor de la chica que no debe estar muy lejos.
Mas allá de ese lugar detrás de una roca, Nefesto y Violeta se encuentran, esperando estar lejos de la vista de aquellos sujetos.
— Gracias, por salvarme. — Dijo ella, aunque no entendió bien lo que sucedió allí atrás.
Solo pudo sentir unas manos cálidas sostenerla mientras  sus ojos estaban afectados por la luz.
— Deberías decirme quien eres.
¿Por que eres tan valiosa para ellos? Tanto que incluso contrató asesinos.
Creaciones nefastas del mismo Hades. — Pero ella negó con su cabeza.
— Solo soy una esclava joven, quizás por eso valgo tanto. — Respondió después.
— Ninguna esclava vale mas que un asesino.— Le recalcó él después de una rabieta.
— Tenemos que movernos, no es seguro estar afuera.
Ellos se acercan. —
Dice él. — ¿ Donde iremos?— Pregunta ella. — Camina. — Respondió. Ella muy contenta solo empieza a seguirle, después de todo es lo que quería, estar cerca de él, por alguna razón siente que estará protegida, aunque no confía aún.
— Te puedo ayudar si me enseñas a pelear. — Dice ella.
Pero el solo la mira y sigue caminando, su armadura ya no brilla como la primera vez, su espada menos, tan solo se le mira esa piel grisácea, como si fuese hecha de hierro.
La caminata continua, en el camino ella se cansaba y se echaba al suelo, esperando que el guerrero la ayude, pero este ni la miraba por ende no le quedaba de otra, ponerse sobre sus pies y seguir caminando con algo de esfuerzo.
Así fue hasta que llegaron a un lugar poblado de casas, como un pequeño pueblo bastante solitario, no se veían personas solo las casas vacías, prácticamente un lugar tenebroso donde a nadie le gustaría estar...
— Nos vamos a pasar la noche aquí. — Dijo Nefesto. Caminando hacia una de las casas, se notaba que conocía este lugar por como abre la primera puerta que tiene en frente.
— Es un lugar hermoso para descansar.— Añadió Violeta con algo de sarcasmo, siguiendo al guerrero hasta el interior de la casa que poco a poco empezaba a ser iluminada por pequeñas bolas de luz que flotan.
— ¿Que clase de humano eres? — Pregunta ella, pues un humano común no haría cosas de ese nivel.
— No soy humano. — Respondió Nefesto, limitándose a decir solo eso. Ella asintió y empezó a rebuscar por el lugar, algo donde dormir y ropa que ponerse, claro que también algo de alimento y armas. Por otro lado Nefesto empezó a desvestirse hasta quedar en ropa interior, su armadura y espada al caer, provocaron un ligero temblor.
— ¡¿Que crees que estas haciendo?! — Cuestiona la chica que de repente sale de una de las habitaciones por el temblor y mira a su héroe casi desnudo.
De músculos bien marcados pero con una piel grisácea bastante rara.
— Hmmmh.— Su expresión asustó a la chica, él solo la miró con una mirada penetrante, luego caminó hacia la puerta donde luego se sentó de espalda apoyándose contra la misma.
— Duerme. — Dijo.
Pero ella antes de eso, saco unas manzanas del bolso y las lanzó hacia él quien las retiene con sus manos.
— Necesitas comer. — Dijo ella antes de entrar a la habitación donde había estado hace un rato.

N e f e s t o [ SDG ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora