Era como si se la hubiera estado esperando. Había un secador de pelo sobre el tocador, un
tarro de leche limpiadora, un frasco de tónico y un paquete de algodón. O, ¿tal vez
estuviese acostumbrado a recibir huéspedes femeninos?, se preguntó pensativa.
Justin era un hombre muy atractivo. Durante veinte años había sido el patrón con el
que había medido a otros hombres, y ninguno había dado la talla. Tonterías. El hecho
de que hubiera sido su héroe cuando tenía siete años, no significaba, en absoluto, que
siguiera siéndolo cuando tenía veintiséis. Sin embargo, no quería sentirse desilusionada
ni que muriera el sueño. Tampoco le gustaba la idea de que otras mujeres
compartieran su vida, y se quedó parada para considerar detenidamente ese curioso
pensamiento. Debía importarle un comino con quién compartiera él su vida. No
obstante, inexplicablemente, sí le importaba.
Capítulo 2
CUANDO ____ bajó, Justin estaba apoyado contra la pared, al pie de la escalera,
y ella le, sonrió. Miró el reloj de pared que había junto a él, y vio que había tardado
quince minutos.
-Sólo me he retrasado diez minutos -murmuró.
-Mmm -se enderezó y le tendió la mano-. Antes de desayunar, será mejor que
vengas y conozcas al Mayor.
-¿Al Mayor? -repitió confundida, y luego sonrió cuando Justin abrió la puerta de
la cocina. Un enorme pastor alemán estaba entre ellos, y ____ recordó el cuento
infantil del polvorín y el gran perro que cuidaba el oro.
A una señal de Justin, el perro se acercó en silencio, y ____ le tendió su mano
para que la olfateara.
-¡Es bellísimo! -exclamó, rascándole detrás de una oreja.
-Es un perro guardián -corrigió Justin con seguridad.
-Pero de todas maneras lo quieres -bromeó con una cálida sonrisa.
-Ven a desayunar algo.
Con una pequeña sacudida de cabeza la cogió del codo y la condujo la habitación
en la cual habían cenado la noche anterior. ____, con curiosidad, miró a su alrededor. El
día anterior no estaba en condiciones darse cuenta de lo que la rodeaba. Las amplias
ventanas permitían ver el jardín, y más allá, el bosque. En el prado había una
plataforma para pájaros, donde los gorriones peleaban contra un mirlo por la comida
que les acababan de poner. El pálido sol iluminaba con un toque cálido la mesa puesta
para dos. Las cortinas de las ventanas que estaban a su lado, al igual que las de las
puertaventana, eran de gruesa tela estampada, la alfombra verde pálido y las paredes
color crema.
Era una habitación bien ventilada que irradiaba paz; no el tipo de habitación que
ella hubiera imaginado para Justin. Sonrió para sí porque, en realidad, no sabía qué