Las tres chicas fueron en busca de la rubia en aquella casa abandonada y embrujada. Cada una con el corazón en la mano y llenas de valor a salvar a, su ahora, amiga.
Iban de camino al sótano en donde hace unos minutos se encontraba su amiga pelinaranja. Al llegar, la castaña prendió la luz de su celular alumbrando el cuarto oscuro.
—¿A-Amber? —llamó Sucrette en un intento de que su amiga le contestara. Hubo un silencio sepulcral en la habitación. Soltó un suspiro de terror, si no fuera porque su corazón estaba dentro de su cuerpo, sus latidos podrían escucharse en todo el cuarto haciendo eco en las paredes—. Vamos a separarnos —sugirió la castaña dirigiéndose a sus amigas.
—No me jodas Su —habló la albina— ¿Nunca has visto las películas? Eso es una idea horrible —la juzgó con el ceño fruncido.
—No empiecen por favor —suplicó la ojiazul soltando un suspiro— no sería buena idea separarnos, lo mejor es estar juntas para encontrar a Amber —agarró su celular e intentó llamar a la rubia— su celular está apagado...
—Vamos a buscar afuera, tal vez esté allí —Sucrette prácticamente corrió hacia la salida del sótano con las chicas pisandole los talones, le daba mucha mala espina estar en ese lugar.
Sus pisadas eran lo único que se escuchaba en aquella noche tan oscura, las tres estaban muy apegadas como si su vida dependiera de ello. Temblaban a causa del terror. Llegaron a la salida de la gran casa, se asustaban por sus propias pisadas en la tierra, pisaban ramas y pateaban piedrecitas sin quererlo, haciendo un sonido aterrador.
De pronto, Sucrette ve algo a la vista, una especie de cabellera rubia alborotada y en muy mal estado, estaba en el suelo muy lejos de la casa. Comenzó a correr asustando a Rosa y Priya, quienes la siguieron con mucha prisa mientras que el miedo les recorría de una manera escalofriante.
Una vez junto a la cosa tirada en el suelo, Sucrette se agachó para acariciarla suavemente.
—¡NOOOOO! —su grito fue tan desgarrador que las chicas se sobresaltaron.
—Su, ¿qué ocurre? —preguntó gentilmente Priya tratando de acercarse a Sucrette.
—¡AMBER! ¡TIENEN A AMBER, JODER! —gritó en vano al cabello malgastado.
Las dos chicas se quedaron viendo sin saber qué hacer. Su amiga estaba gritándole a una peluca horrible ¿qué podían hacer?
—¿Chicas? —las tres abrieron los ojos como platos al escuchar esa voz proveniente de justo atrás suyo. Giraron sus cabezas lentamente dejando ver a la rubia mirandolas extrañada junto a su hermano, quien estaba sin chaqueta y se notaba que se moría de frío.
—¿A-Amber? ¿cómo tú...? ¿y esto...? —tartamudeó la castaña mirando el cabello que tenía entre sus manos con horror.
—Ay Su, ¿qué haces con eso? —soltó Amber con exasperación, golpeando un poco fuerte las manos de Sucrette para que soltara los pelos—. Eso es pelo púbico.
—¡¿QUÉ?! —se paró de inmediato del suelo mirando sus manos con asco y horror— ¡¿POR QUÉ ESTÁ ESO AHÍ?! —la castaña pensó que se iba a volver loca en ese lugar.
—Es de Nathaniel —soltó Amber con una risa.
—Hey —el delegado la miró feo y luego respondió a Sucrette—. Lo encontramos en el baño de la casa... bueno, no exactamente. De alguna manera, esa cosa se pegó al cabello de Amber, cuando se dio cuenta gritó demasiado alto y salió corriendo.
—Qué asco —dijo Rosalya quién no había hablado hasta el momento—. Ya sabía yo que los dueños de la casa eran unos guarros —se quejó indignada— aún no supero que piensen que el negro y el café combinan.
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Corazón de melón | Watshapp yaoi
FanfictionLuego de las grandes horas en el instituto, los personajes de CDM tienen conversaciones sobre sus shipps y cosas sin sentido. Sucrette, la más grande shippeadora junto a Rosalya. ¿Qué pasaría si esos shipps se hicieran realidad? intentare poner humo...