Durante la noche

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Vale, imagina que estás en tu cama, apunto de dormir después de largos momentos de espera a causa del irritante insomnio. Son las 2:37 de la madrugada, todo se encuentra en silencio. El movimiento en las calles es casi nulo. No hay ladridos, ni maullidos y las aves duermen. Tú deberías estar durmiendo. Es un día como cualquier otro en la temporada de vacaciones, te encuentras en casa y recuerdas que mañana no tienes nada importante que hacer. ¿Entonces por qué no puedes conciliar el sueño? Apagas la luz y dejas que la música que retumba en tus oídos te aísle del exterior... Un exterior que en el momento menos oportuno te pondrá los pelos de punta. Justo eso fue lo que me pasó cuando al desconectar mi tableta y mirar a los pies de la cama veo algo fuera de común. Mi corazón se acelera y mi mirada no se despega de esa cosa. ¡Ya no había visto nada en meses! Y de la nada... ¡esto! Una sombra deformada mirándome y a cada segundo estando más cerca de mí.

Enciendo la luz con rapidez en busca de lo que veía. Sin encontrar algo en lo que mi atención se centraba, froto mi rostro y más que nada mis párpados creyendo que esto es fruto del cansancio. Me levanto de la cama y tomo mi linterna de mi mesita de noche. Tendré que salir a buscar a la figura, ¿qué tal si era un ladrón? No pudo desaparecer de la nada. 

Salgo de mi habitación sin encender las luces, sólo con mi linterna. Reviso tanto el estudio como el baño, mi mano tiembla al sentir la temperatura descender dentro de la cocina. No veo señales de vida ni movimiento, concluyendo que pudo haber sido sólo mi imaginación regreso a tropezones con el cansancio llegando de golpe a mi, cerrando mis ojos.

Miro la hora de reojo, 3:02 a. m. Aún puedo dormir unas horas. Siento como mis parpados se vuelven pesados y caigo dormida entre mis cobijas. 


Abro los ojos con lentitud, veo mi ventana y los débiles rastros de luz me hacen caer en cuenta que ya es otro día más, una nueva y probablemente aburrida mañana. Ruedo en mi cama intentando conciliar el sueño de nuevo, veo el reloj, aún son las 7 a. m. y mi rutina inicia a las 9. Dormir más no hará daño, o eso creí...

Mi alarma me despierta a las 8:45, justo 15 minutos antes. Como acostumbro. Llega a ser algo molesto despertar en las mañanas, pero es necesario para evitar una buena dosis de insomnio por las noches. 

Me siento en la cama intentando despertar completamente, la noche anterior había caído justo antes que pasaran más de las 3 de la madrugada, pero eso no bastaba para descansar. Un fuerte dolor  de cuello y espalda me derrumba de nuevo a la cama, muevo ligeramente mi cuello y miro a mi derecha en busca de mi teléfono celular. Todo en mi cruje y se atrofia, de seguro había dormido chueca dejando mi cabeza volando o demasiado abajo. Mis piernas tardan en responder, las descubro apartando todas las sábanas viendo golpes y moretones. 

Mis pensamientos me dan un obvio sentido de alerta, reviso mis brazos y noto ligeros golpes en ellos. ¿Acaso soy sonámbula y me metí en una pelea? Al principió no le tomé importancias, pero ahora... A dos días de lo sucedido, me doy cuenta que debí prestar atención durante la noche.


Fantasmas (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora