Capítulo 4

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-¡Piensalo!

Le grité mientras me adentraba en el bosque. Dios, como me podía gustar un chico tan cortito. Hombres....

La luna llena me llenaba de fuerzas cosa que me hacia sentir muy bien. Me adentré mucho en el bosque, encontré un claro realmente hermoso. El claro crecía entorno a un viejo árbol centenario. En la mas baja rama de éste había un columpio, que se balanceaba lentamente y que con la mezcla de sombras y luz de luna se veía tetricamente hermoso. Sentí como si alguien me observara, lo mejor era huir rápido de aquí, me había adentrado en el bosque demasiado, había oído decir que este bosque se unía con otro, y la manada que dirigía ese territorio era realmente brutal, ¿me había metido en su territorio? tengo que salir de aquí.

Empecé a correr en la dirección de la que venia, oía los aullidos, sabia que me perseguían, si eran tan salvajes como me han dicho no pararan hasta encontrarme y matarme.

Corría todo lo rápido que mi cuerpo me permitía, la luna llena me daba mas fuerzas pero también a ellos.

El miedo recorría mi cuerpo, me iban a matar. Corría intentando hacer el menor ruido pero eso no serviría de mucho, me chocaba con todas las ramas del camino, me metía entre todos los arbustos.

La adrenalina corría por mis venas, notaba como se diluía en mi sangre, al igual que notaba como el miedo intentaba parar los movimientos que la adrenalina hacia que fueran mas rápidos y bruscos de lo normal. Mi cuerpo se contradecía y yo solo podía pensar en huir, en salvar mi jodida vida, aunque no fuera la vida que deseara vivir, joder la quería vivir.

Estaban cerca muy cerca, oía sus aullidos, le oía gruñir y oía hasta sus fuertes pisadas rasgando el suelo y todo lo que se interpusiera en su camino con sus afiladas garras; de pronto noté esas garras clavarse en mi lomo. El dolos me hizo caer rodando de lado, cosa que hizo que el duro suelo me hiriera aun mas. El dolor era insoportable, la sangre brotaba demasiado rápido de la herida y me humedecía los alrededores de esta por completo.

Vi como se acercaban a mi, eran pocos pero los suficientes, uno solo me podría haber matado y eran 5. Al verlos a mi alrededor el miedo volvió a recorrer mi cuerpo, iba a morir.

Miré a todos los lobos que me rodeaban, entre todos ellos pude ver a mi atacante, tenia las garras manchadas en sangre y la saboreaba lentamente. Eso me hizo marearme un poco y darme cuenta de que no paraba de sangrar, solo era una herida producida por una garra pero las había clavado muy fondo y no paraban de sangrar.

-¿Quien eres? ¿Y que haces aquí?

Gruñió uno de los lobos, parecía el alfa.

-Nada

Fue lo único que dige y lo intente pronunciar con la mayor serenidad y superioridad que el miedo que recorría mi cuerpo me permitía.

Él rió, tenia aun mas miedo, esa risa no indicaba nada bueno.

-Matadla!

Justo cuando ya me di por muerta de la nada apareció un lobo marrón, de ojos amarillos, sin nada especial pero supe quieren era, Carlos.

*** Carlos***

Empecé a caminar en dirección a mi casa, pero solo di un par de pasos, me podía quedar un rato más y no tenia ganas de volver a casa; con lo que me volví y me senté en el suelo, a la entrada del bosque, mirando la luna llena.

A los pocos minutos oí los aullidos y no eran de Fiona, eran desconocidos. Se escuchaban muy lejanos. ¿Y si estaba en peligro? Me levante rápidamente y corrí como nunca lo había hecho. 

Corría muy rápido, y cada vez se oían mas cercanos los gruñidos y aullidos, mientras mas me acercaba mas parecía que perseguían a Fiona o a otro lobo.

«Matadla!» Escuché justo tras los arbustos, sabia que Fiona estaba alli, su olor a miel y flores. Sin pensármelo dos veces ataque.

Me lancé al cuello de uno, mordiéndole y matandolo. Ni un segundo después tenia a otros dos encima, me arañaron pero también les mordi en el cuello ,dejandolos desangrandose en el suelo. En la batalla había aprendido que no eran capaces de protegerse los cuellos y que era una buena forma de matarlos. Fui a atacar a otro que estaba sobre Fiona pero no tuve tiempo ya que uno se lanzo sobre mi intentando morderme el cuello pero fui lo suficientemente rápido como para transformarme en humano y pegarle un puñetazo en el estómago al lobo, este callo pero rápidamente se levantó, cogí una navaja que llevaba en el bolsillo del pantalón pero antes de clavársela el estaba sombre mi. Pensé que no me daría tiempo a matarlo pero alguien me lo aparto de encima con lo que pude clavarle la navaja en el pecho y posteriormente en la garganta.

Miré a Fiona y sin decir nada la arrastre fuera de allí, no tardarían en venir a por nosotros.

Las Verdades de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora