Un 27 de septiembre en una tranquila calle de Rusia, vino un camión de mudanzas procedente de Islandia. Detrás del camión, había un coche de un color granate lleno de arañazos y ahoyaduras, del cual salió una pequeña familia de tres personas y un cachorro de pocos meses.
Estuvieron unas dos horas llevando muebles al interior de la casa, mientras que la niña estuvo jugando con el cachorrillo. Me estuve todo el rato mirándolos, parecían muy serios y en cambio la niña no se parecía en nada al carácter de sus padres. A los pocos minutos de que sacaran los muebles, sacaron unas cosas a las cuales algunas tenían pinchos y otras chorreaban un poco de líquido rojo. Cuando se fue el camión de la mudanza, la madre se quedó fuera observando las casas vecinas, las miraba con cara de desagrado y desprecio, como si la suya fuera superior. No paraba de mirar nuestra casa, cuando de repente se quedó observando la ventana en la que yo estaba mirando, me vio. En ese momento no sabia que hacer, le saludé. Ella se fue al interior, pero al abrir la puerta se quedó parada, se giró y me lanzó una sonrisa.
Me quede paralizada medió segundo, luego bajé las escaleras como un rayo y fui a mi madre a pedirle si podíamos ir a saludarlos.
-Cariño, ahora estarán ocupados ordenando los muebles y sus cosas. Aparte de que estarán cansados del viaje.
-¡Jo! ¿Pero podemos al menos ir mañana? ¡Quiero hacerme amiga de la nueva vecina!
-Claro, haremos unas galletas o un pastel esta tarde para llevárselos mañana, ¿te parece bien?
-¡Siiiii! Pero de chocolate.
Cuando acabé de hablar con mi madre, le di un abrazo y me fui a mi habitación para observar la casa a ver si veía a la vecina. La vi, pero parecía triste. Pude ver que se quedó en su cama, con su peluche y una foto. No pude ver la foto, porque no tengo vista de águila, pero si pude ver que su peluche era un poco extraño. Tenía un parche en un ojo, su otro ojo era verde oscuro. Solo tenía una oreja y estaba bastante destrozado, se le salía el relleno. También pude observar que tenía manchas de algo rojo. No le di importancia, porque seguramente sería pintura. Al rato vino su madre y le besó la frente. También vino su padre y se la llevó a caballito. Su madre cerró la persiana porque sabía que la estaba observando.
En ese momento un aburrimiento extremo vino a mi, no tenía ni idea de que hacer. Me quede en mi cama haciendo el perro, cuando mi gata vino y me metió su cola por la nariz. No se de donde habrá aprendido la costumbre, pero solo se que molesta muchísimo. Estuve acariciando la barriga mientras ronroneaba. Me mordió el dedo y se fue.
-Esta gata es muy rara...
Después fui al baño a lavarme las manos porque oía a mi madre decir que la comida ya estaba lista. Baje las escaleras y vi en la mesa ¡mi comida favorita, pasta con pollo!