• HASTA LA CUENTA DE 3; (1)

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Su padre se lo dijo desde un principio cuando le contó que cerca de su universidad se juntaban casi a diario unos chicos que no entraban, puesto lo que hacían era quedarse parados y observando a cada quien. Tenían cara de malandros, dando cosas extrañas a los universitarios los cuales daban cierta cantidad de dinero por aquello dado.

Al principio no le tomó demasiada importancia, después pudo ver cierta bolsita blanca ser entregada a uno que lo hizo alarmarse demasiado sin saber que hacer.

Simplemente aléjate de esos chicos, no te traerán nada bueno.

Fueron las palabras exigentes de su padre cuando le había comentado aquello, vaya, hasta le había casi obligado que tomara la otra entrada hacia la universidad aunque eso implicara tener que caminar un poco más, pero vale, nunca desobedecia a su padre. Era el orgullo de este junto a su hermano mayor qué era mejor hacerle caso, teniendo aún su aprobación de todo aunque fuese demasiado exigente.

Y ahora que estaba a una o dos semanas de graduarse, le daba más motivos de orgullo a este. Ya se veía cómo él decía, un futuro empresario o trabajando en algún lugar digno de lo que había estudiado en su carrera, tanto se había matado por casi 4 años más sus 8 meses de estadía que ya había terminado, ahora solo quedaba asistir a tomar las últimas clases solo de relleno, porque en sí, ya había hecho sus últimos exámenes finales y entregado su tesis ya hecha. Una realmente buena donde muchos maestros le felicitaron diciendo que era de esperarse de el, siendo un buen alumno.

Él solo sonreía, no estaba acostumbrado a los halagos hasta ese entonces. Pero los aceptó hasta ese momento, ¿Por qué? Bueno, era fácil de decir. Había terminado una carrera, un gran logro en la vida con la que muchos no tenían la suerte de poder hacerlo, ya fuese por economía o simplemente las ganas de estudiar. Muchos se iban por simple flojera.

Bien que su padre ya lo andaba presumiendo con sus amistades y alguno que otro de sus socios diciendo que pronto acudiría a la graduación universitaria de su retoño, sabía que después debía de hacer más trámites pero si había podido navegar entre libros, libretas, lápices y gomas por un buen tiempo. ¿Qué le costaba tomarse unos dos o tres días para realizar aquellos?

Mi hijo es mi gran orgullo, él jamás me desobedece, deberían de tener un poco de envidia, si le digo que no, es un rotundo no que no será reclamado.

Hasta ese momento las palabras de su papá sonaron en su mente mientras abría su boca y sostenía con fuerza los barrotes de aquella cama después de haber sentido el cielo cuando aquella persona entre sus piernas logró a dar en su punto G.

Ambos se miraron maravillados, el se mordía los labios tratando de retener sus gemidos pero solo lograba dejarse rojo estos provocando que aquel castaño solo tuviera ganas de besarlo y ser este quien lo mordiera. Sus manos recorrieron sus piernas delgadas que rodeaban su cintura para no perder el ritmo mientras seguía moviendo sus caderas de atrás hacia adelante con cierto ritmo que hacía que la cama comenzará a rechinar y sentir como el cuerpo bajo suyo se movía.

Simplemente era maravilloso ver los gestos de Yesung, mordiéndose los labios mientras ladeaba su cabeza y aquellos cabellos negros se revolvían entre la almohada mientras sus pequeñas manos se sujetaban de los barrotes debido a que no podía moverse de sus brazos, le había amarrado las muñecas de modo que estuviera indefenso y a su disposición.

Yesung en cambio arqueaba su espalda con suavidad sin poder contener los gemidos, el sonido de estar teniendo sexo era tan obsceno que llegaba a excitarlo más de lo debido.

-Ah, joder... -el otro jadeó ronco mientras pasaba sus manos hacia sus glúteos para alzarlo un poco.

Sin darle tiempo para respirar, comenzó a penetrarlo con más velocidad y cierta fuerza, que comenzó a dar varias veces en aquel punto dulce.

• Hasta la cuenta de 3; KyuSung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora