• Desde cero;

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Estaba harto, realmente estaba harto por ese maldito día que había pasado. Vaya, desde que había despertado estaba de mal humor, el maldito tráfico lo puso peor y sus empleados ni siquiera cooperaban un poco para no salir regañados ese día.

El bipolar Kim, había aparecido de nueva cuenta para sus empleados quienes comenzaron a hablar a sus espaldas.

Fue la gota que derramó el vaso para poder pararse enfrente de aquellas secretarias en pleno chisme sobre su actitud. Pudo ver cómo estás no sabían ni siquiera por dónde meter la cara mientras entrecerraba sus ojos para que estas continuarán con el chisme del año, vaya que también estaba interesado en lo que los demás empleados de la planta baja anduviera pensando de el.

Deberían de agradecerle que no las había corrido en ese mismo instante porque la poca consideración que le quedaba le hizo recapacitar solo un poco mientras rodaba los ojos y decidía ir a la sala de juntas con aquellos socios.

Ni para que había entrado, apenas y había puesto un pie adentro de la sala. Y fue recibido por un grupo de hombres que pasaban los 50 años de edad diciendo tontería y media, dejaba gracias que HeeChul ahí se encontrará o estaba seguro que los hubiera corrido a patadas sin pensarlo por dos veces antes de hacerlo.

Por eso cuando había salido de la sala, todos sus empleados decidieron hacerse a un lado para no intervenir en su caminar hasta el elevador que lo llevaría hasta la oficina. Ni que decir de los empleados que iban también en el elevador, parecía que evitaban la mirada para no terminar como aquellas secretarias de las cuales había regañado a modo que el chisme llegará por todo el edificio de que el jefe estaba de malas ese día. Agradecía que ningnor de ellos le dirigiera la palabra o terminaría mandandolos a quien sabe dónde.

Al salir del elevador, fue caminando directamente hasta su oficina, observando cómo su asistente se ponía de pie cuando se iba acercando, ella se veía nerviosa al parecer intentando decir algo.

-Se-señor Kim, lo está..

Abrió la puerta y entró sin siquiera escucharla, si había algo importante que hacer le tendría que avisar por teléfono o entrar a terminar de decir que trataba de decirle.

Sabía que está no tenía la culpa de su mal humor, pero realmente no podía evitar ponerse de aquella manera.

Se quedó parado justo en la puerta después de cerrarla para ver a aquel hombre sentado en la silla de su escritorio, tenía sus brazos cruzados y mirándole con burla para ser verdad. Así que entrecerró sus ojos no tan contento.

-En todo el edificio está el rumor de que el jefe está de mal humor.

-No estaría de mal humor si todos no fueran unos imbeciles. -murmuró caminando hasta donde su escritorio para poder acercarse hacia a este-, hazte a un lado, yo ahí me siento.

Ignoró simplemente la mirada que le había dado antes de desviar la mirada hacia a otro lado.

Pero el contrario ni siquiera le hizo caso porque terminó atrayendolo de la cintura para poder sentarlo en sus piernas. Cruzó sus brazos no tan contento, pero mostrando un pequeño puchero que aquel sujeto era maravillado por siempre ver esa parte del mayor que era difícil de ver para los demás, que solo sabían de sus cambios de humor en la oficina.

Pudo haber seguido de la misma forma, pero al sentir como buscaba la forma de meter sus manos por debajo de la camisa para poder tocar su abdomen plano hizo que girará a verle ciertamente asustado.

El menor fue quien aprovechó eso para poder unir sus labios mientras sus manos seguía subiendo hasta sus pezones los cuales tomó entre sus dedos para apretarlos y rozarlos con la yema de sus dedos, provocando que Yesung se removiera en un intento de separarse. Tal acción lo obligó a morder su labio inferior con fuerza, un castigo por intentar hacer eso.

• Hasta la cuenta de 3; KyuSung.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora