7. Odio

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Un estadio enorme cuyos palcos desbordaban de voces y miradas, exhibía en aquella tarde de triste neblina un ambiente lúgubre donde los gritos y especulaciones en torno al encuentro colosal que estaba a punto de ocurrir no dejaban de poblar el air...

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Un estadio enorme cuyos palcos desbordaban de voces y miradas, exhibía en aquella tarde de triste neblina un ambiente lúgubre donde los gritos y especulaciones en torno al encuentro colosal que estaba a punto de ocurrir no dejaban de poblar el aire haciendo que la tierra y el firmamento temblaran de impaciencia.

El campo verde y las gradas con su coloración urbana desentonaban en su triste espectáculo con las vestimentas abigarrantes de la gente de Kalos, quienes habían ido disfrazado con atuendos típicos apoyar a sus vecinos alolianos.

Al verse rodeado de gritos y chiflidos en favor de su adversaria, Gary se sintió tan confortable como si el evento ocurriera en su propia casa. Nunca el ambiente de las competiciones podría resultarle ajeno puesto que se sabía un hombre de batallas. Era un guerrero nato, era un Oak.

—Me gusta tu espíritu —exclamó al ver a su contrincante mantener la mirada desafiante del otro lado del campo—. Espero que estés a la altura de lo que quieres demostrar.

Luna no se amedrentó. —A decir verdad, no tengo nada que demostrar. Pero quiero hacer esto porque me interesa saber de qué son capaces las personas lejos de Alola.

El muchacho frunció el entrecejo. Había algo en aquella frase que lo hizo dudar seriamente si su nueva oponente daría talla para la batalla esperada.

—Un consejo de campeón a campeón: mantente alerta siguiendo al menos por televisión las demás ligas regionales, porque ante una situación como ésta donde yo te vi dando lo mejor de ti desde la primera batalla hasta coronarte con la liga de Alola mientras que tú ni siquiera sabes de qué somos capaces los que nacimos en Kanto, probablemente pierdas una gran ventaja, y eso -en nuestra condición- nunca es deseable. La gente, te guste o no, espera mucho de ti y se pueden poner realmente groseros si no los satisfaces.

—Éste va a ser un espectáculo digno de admirar —afirmó Luna sin la más mínima pizca de dudas en la voz—, no te preocupes por eso

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—Éste va a ser un espectáculo digno de admirar —afirmó Luna sin la más mínima pizca de dudas en la voz—, no te preocupes por eso. Pero primero, alguien de los tuyos nos va ayudar a hacerlo aún más entretenido.

Y dicho ésto, una puerta lateral se abrió permitiendo que de ella salieran dos tauros arrastrando un par de piletas repletas de globos, e inmediatamente Chris, que venía montando a uno de los Pokémon, llamó a Satoshi para iniciar con un desafío que éste mismo no estaba esperando, puesto que él no sabía que al aceptar el reto de Kiawe había tomado también el de los otros integrantes del grupo de alolianos.

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