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Tomé una bocanada de aire y me tranquilicé un momento.
Seguía a mi lado. No había sido un sueño.
Quité unos cabellos que caían sobre su frente y mientras la observaba abrió los ojos.
-Hola -. Dijo con la voz ronca.
-Hola -. Dije.
-¿Qué haces despierta?
-Tuve una pesadilla.
-¿De nuevo?
-No creo que se vayan nunca -. Dije con algo de pesar. Sabía que ya no era necesario que se fuera nunca más, pero seguía teniendo miedo.
-No volveré a dejarte - dijo con tristeza-, vuelve a dormir.
Y lo intenté, traté de dormir nuevamente, pero no pude. Ella seguía durmiendo a mi lado, pero yo temía que si volvía a dormir, para cuando despertara ella no estaría, y esta vez no volvería.
Besé su frente, luego su nariz, también su mejilla y por último, sus labios. Amaba besarla.
Ella volvió a abrir los ojos.
No nos dijimos nada, solo nos besamos. Ella sabía que la necesitaba, así que cuando bajé mis manos de su rostro a su cuello, y luego a sus pechos, ella no pidió que parara para volver a dormir. Me dejó tocarla hasta que necesitábamos más.
Metí mi mano en su ropa interior y comencé a tocarla; ella gimió aún con sus labios pegados a los míos.
Metí un dedo en ella... luego otro; luego un tercer dedo. Sentía cómo se iba humedeciendo.
Me moví sobre ella y bajé su ropa interior.
Acerqué mis labios a su centro; olía bien, olía a ella, ese aroma tan familiar para mí.
Pasaba mi lengua suavemente, una y otra vez mientras mis dedos seguían moviéndose dentro de ella.
Se vino una vez.
Luego otra.
Y luego otra.
Quería seguir. Podría seguir toda la madrugada; todo el día. Solo quería tenerla ahí, protegerla, que no necesitara nada.
Después de un rato me hizo subir hasta la almohada de nuevo, me besó y luego se puso sobre mí, quitó mi ropa interior y comenzó a moverse con una de sus piernas entre las mías.
Sentía cada roce de su piel con la mía. Mis terminaciones nerviosas estaban a tope.
Ella gemía mi nombre y yo el de ella.
Tuve un orgasmo, y a los pocos segundos ella también.
Se quedó un momento sobre mí. Amaba su piel cálida.
Tomé las sábanas y nos cubrí con ellas.
Me quedé dormida con su cuerpo sobre el mío y con mis brazos alrededor de su cintura.
En ese momento no necesitaba nada más que ella.