CAPITULO 2: Un perfume de lo más encantador

908 89 10
                                    

Seguía sin terminar de creer la conclusión que había sacado. Era, casi, por no decir totalmente imposible. ¿Cuantas personas apellidadas Alba podría haber en el mundo? Cientos, miles, millones. Decidió, con un ligero asentimiento, que no iba a tomar decisiones apresuradas, pero la idea de tener un medio hermano de la misma edad le cayó como un balde de agua fría.

¿Significaría eso que su padre había estado engañando a su madre, mientras un niño se engendraba en esta? Teo mordió la parte interna de su mejilla ¿qué tan malo podría ser este día? se preguntó, echándole toda la culpa a Marc, para luego suspirar, desinflando así sus pulmones.

—Y yo que creía que no podrías verte peor—dijo en un susurro Tobias, mientras apoyaba, casi desinteresado, los pies en el banco. 

—Oh, el muchacho habla—replicó, la ironía teñía su tono de voz—. No solo eso, si no que también puede ser hiriente. Que tan poco grata sorpresa, creí que podrías hacerlo mejor.

Si bien hacía unos minutos había sentido empatía por el muchacho cuyos ojos parecían contener los secretos más oscuros, no pudo evitar sonar un poco borde. Pero el se lo había buscado, se dijo.

—¿Qué te hace creer que te debo algo a ti, esperpento?—ante eso, Teo solo encarnó una ceja, recibiendo así una mirada de superioridad de quien lo había insultado deliberadamente.

—¿Te refieres a deberme algo como amabilidad? Oh, supongo que para recibir el trato digno de una persona decente nuestra amistad tiene que llegar a un nuevo nivel. Genial, verdaderamente asombroso—cerró su libro con fuerza, recibiendo algunas miradas curiosas.

—Alguien parece estresado—dijo después de soltar un silbido—. ¿Mal día?

—Y tu no haces más que contribuir a ese estado—se giró para estar de cara a él—. Mala año sería un termino más acertado. 

—En ese caso, intenta no ser un dolor en las pelotas mientras estés cerca.

Teo volvió a poner su atención en el frente, teníendo ahora en claro que no podría tener una conversación civilmente correcta con su nuevo compañero de banco. En la pizarra estaban indicados los ejercicios a realizar. Sin dubitar y agradecido de tener una distracción, se puso a realizar la tarea. Tobias, por su parte, se limitó a observar através de la ventana a su izquierda, demasiado ocupado, o demasiado genial, como para hacer algo relacionado con la escuela. 

                    ♥     ♥     ♥     ♥

La campana sonó y retumbó por amplios pasillos del establecimiento, y el silencio que parecía instalado en ellos fue sustituido por charlas animadas y pisadas de al menos cien personas. Tobias fue el primero de salir de la clase, con una carpeta que no hacía más que ocupar espacio debajo del brazo, y un bolígrafo que sostenía por la punta, con los dientes. Buscaba algo con la mirada, o mejor dicho alguien, cuando embistió a un chico, que iba en dirección contraria. Un gruñido se escapó de sus labios mientras miraba por encima de su hombro como la cabeza rubia desaparecía entre un mar de gente. 

El receptor del golpe también buscaba a un alguien con la mirada, a ese alguien de quien Tobias se había alejado como si tuviese sarna. Fue motivo también por el que ni siquiera se molestó en insultar a el pelinegro. Eso, y que no quería ser golpeado hasta la muerte.

—¿Donde te has metido, Teo?—preguntó, parándose sobre las puntas de sus pies en un intento de ver más allá de la mata de pelo de un punk en potencia.

—Justo aquí—dijo este levantando la mano en gesto de reconocimiento. Leonel dió un salto hacia atrás, chocando a quien venía caminando casi pegado a su espalda, y llevó una mano hacía su pecho.

—Hombre, me asustaste...—exclamó, pasándose la mano por el cabello—, la próxima vez trata de no—se cortó al ver las pintas de su amigo y en dos zancadas se acercó  a él, tomándolo por los hombros—¿Me puedes decir que te ha pasado?

—¿Podríamos hablar de esto en otro momento?—preguntó, solo quería disfrutar el tiempo entre clases, y quizá encontrar a Santiago para preguntarle de su vida privada. 

Leonel lo miró con el seño fruncido, diciendo sin palabras que debía contarle inmediatamente de lo ocurrido, más esa expresión se borró completamente de su rostro, como si esta nunca hubiese estado allí, cuando Mimi, su novia, se colgó de su cuello y le plantó un sonoro beso en la mejilla. Teo se sintió triste, por razones obvias, pero a la vez estuvo agradecido ¿era eso siquiera posible? Aparentemente si. 

—¿Cómo dices que estas, T?—preguntó, mientras aplicaba otra capa de brillo labial en sus rellenos labios. Mimi solía llamarlo Toti, porque afirmaba que el muchacho tenía la apariencia de un pequeño y adorable perrito, pero sus plegarias parecían haber sido escuchadas, o bien tanto maquillaje había dañado el cerebro de la chica, ya que ahora se limitaba a llamarlo T. Aunque si a Teo le preguntaran, el diría que un poco de las dos.

—Umh—musitó, tirando de los extremos de su camisa, que se había logrado secar en su totalidad. 

—Ya, ni siquiera respondas a esa pregunta—¿es lo que está masticando con tanto fervor un chicle? se preguntó el muchacho. Mimi giró sobre sus talones para poder dirigirse a su novio—¿Sabes lo del nuevo?

—¿El nuevo?—preguntó encarnando una ceja mientras la tomaba por la cintura.

—¡SI! Hay un nuevo estudiante, esta en la clase... En la misma clase que Teo ¿No te ha dicho nada?—miró al susodicho con mala cara, y Teo se cercioró de que Mimi solo tenía un ápice de amabilidad con él por ser el amigo de Leonel.

—De hecho, ha llegado hacia mi apenas un rato antes que tu, no hemos tenido el tiempo necesario—espetó Teo, intentando hacerle saber que en ese preciso instante estaba molestando.

—Cuentame tú entonces, cariño—el rubio besó su frente y la miró expectante, no entendiendo, o eludiendo las intenciones de su amigo. 

Teo no quería ser la tercera rueda en ese momento, y Dios sabía que lo había sido muchas veces. Se separó de la pareja en silencio, casi como una sombra. Bueno, pensó con sorna, aunque me hubiese ido con la delicadeza de un dinosaurio, ellos ni se habrían mosqueado.

                    ♥     ♥     ♥     ♥

Cuando el timbre anunció la vuelta a clases, Teo fue a trompicones hacia la puerta de su salón, chocando accidentalmente con el chico nuevo, hablando de roma, pensó. Sacó pecho instintivamente, decidido a intimidarlo, pero por la forma en la que lo miró, una forma que pedía a gritos que solo quería ser amigos, hizo que volviera a su forma de andar normal, un poco avergonzado.

—Lo siento—dijeron ambos a la vez, pero mientras que Santiago esbozó una deslumbrante sonrisa, Teo frunció el ceño y se marchó luego de asentir en reconocimiento.

Cinco minutos después de que todos se hayan alistado en sus respectivos lugares, Tobias se dignó a llegar, dejándose caer en su asiento como quien no quiere la cosa.

—Apestas a tabaco—exclamó Teo con una mueca de asco, mientras abría el libro de aquella asignatura.

—No, no es tabaco. Es el perfume que uso, su nombre es me importa una mierda lo que pienses. Deberías probarlo.

La mueca de asco no se fue de su rostro hasta que llegó a su hogar, pero ver una nota de su tía que decía que hoy se quedaría haciendo horas extra y que la comida estaba en el congelador, hizo que fuera remplazada por unos labios apretados en señal de tristeza. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 14, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Definitivamente No  || YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora