Capítulo 3

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Tenía esos recuerdos en donde su madre leía una de sus libros que tanto le encantaban, estar entre sus brazos mientras miraba a su madre que leía con total tranquilidad y alegría aquellas historias, ya las conocía perfectamente, del derecho y del revés, pero eran esos momentos en los que se olvidaba de los problemas y solo descansaba con ella. Dejaba de lado cuánto le molestaba los demás chicos por cualquier cosa, no le daba importancia la falta de su padre y ese sentimiento de culpa que le causaba, los problemas de su madre y el cómo llegaba a perderse completamente y preguntarle él como había llegado a tal lugar, solo era él, el libro y su madre. 

  — Levántate, es hora de desayunar—   

El golpear de la puerta le despertaron de sus sueños, suspiro con pesadez y se cambió de ropa por aquella que se encontraban ya listas a los pies de la cama, se mojo un poco el rostro mirando en el espejo aquellas marcadas ojeras de falta de sueño, no se molestó en arreglarse, no le veía el sentido, solo salió y camino encontrándose con varios chicos más con una imagen similar a la suya, desganados y obligados a tomar lugar en aquel enorme mesón ya listo para comer, sin cubiertos como cuchillos o tenedores, un desayuno perfecto y balanceado esperando frente a ellos.

 Era una enorme casa, o mejor dicho mansión, cada uno contaba con una habitación hecha especialmente para cada uno, con ventanas a prueba de balas completamente selladas, todo estaba tan medido para evitar incluso el más estúpido accidente, con mencionar que el espejo que tenían era un metal especialmente pulido y tallado para reflejar perfectamente fijado a la pared, toda esquina estaba limada y protegida, se les había amenazado incluso que si se les notaba dañándose a sí mismos se les encerrará en habitaciones acolchadas como en los psiquiátricos confinados aún más.

No tenía a quien quejarse o dirigirse realmente, tenían todo tan medido que las puertas estaban selladas hasta que todos estuvieran listos, no podía evitar sentirse como un ratón de laboratorio, hasta el momento escuchaban a alguien gritarles e indicarles que hacer pero a la vez es como si no hubiera nadie más que ellos, tan abandonado y silencioso. 

Sabía el qué iba a tomar aprecio con todos aquellos en los que estaban en la misma situación, su afectividad aumentaba y como había estado sintiéndose las últimas semanas, se sentía mucho más emocional, podía ocultarlo y pensar con la cabeza fría, pero no siempre. Así que por eso mismo le aterraba como rápidamente todos los pasos y acciones se sincronizaban haciendo que el ruido que indicaba vida en todo el lugar proveniente de ellos fuera tan vació que le causaban escalofríos. Aún estaban muy cohibidos como para hablarse entre ellos con libertad, solo sabía el nombre de ellos y a que se dedicaban antes de ser traídos ahí, sin mencionar los quince minutos de convivencia libre total al día, se sentían tan hambrientos que terminaban todo lo que les daban, sus tres comidas al día perfectamente medidas, su cuerpo se había acostumbrado a eso, a dormir nueve horas al día, algo dificil para Spencer porque memorizaba toda la rutina y lo que para los otros era algo instintivo, para él era algo que no podía evitar y era consciente de ello.

Cuando terminó su comida, claramente de su gusto, se levantó y la puerta indicó que debían de regresar a sus habitaciones, tenía que hacerlo porque él no fue el primero ni el único que en su primer día intento hacer de todo con tal de irse, pero era claro que era observados por las insistentes voces que les incitaban a obedecer o sufrían las consecuencias, que muy lindas no eran dada su posición. 

Una vez en su habitación no tardó en cerrarse la puerta y ya tenía un montón de libros para entretenerse. Las primera veces se rehusó a tomarlos pero ante no saber qué hacer optó por revisar que no tuvieran nada extraño, solo eran libros normales que se rehusó a leer porque no eran de su gusto o ya los había leído más de cinco veces. Así descubrió que sabían cosas de ellos pero no todo, pero le daba miedo la manera en que pronto se hacían con información y se ponían al corriente. En esa semana había pasado de ser una habitación sencilla pero lujosa, que imitaba lo más posible la suya propia, el color, la posición de los muebles, de alguna manera sentía que quería que se familiarizaran, no por nada tenían su lugar asignado con comidas diferentes y especializadas para ellos, nuevamente, le aterraba aquello porque pronto fue llenándose de cosas personales o que intentaban serlo, aunque intentaba negarse a mostrar emociones hacia aromas, fotografías u objetos para evitar darles cualquier información que buscaran, ese día le fue imposible. 

— Mira Roxy, dile hola "hola"—  Con solo escuchar aquella voz con la que se había familiarizado tan rápido le hizo soltar lágrimas , una pequeña tableta reproducía algunos videos que estaba seguro que eran de las redes sociales de sus amigos, no era muy adepto a ellas pero las conocía  — ¿Quién es la reina más hermosa? ¿Quien?— la risa de Luke le hizo sonreír ligeramente mientras se acomodaba en aquella cama mirando aquella pantalla  —Bien linda, corramos unos kilómetros más y regresaremos, hojala Spencer fuera más de correr, se pierde estas hermosas vistas—

  — Preciosa saluda a la cámara, que linda vista—  la risa de Morgan fue lo siguiente que escuchó mientras que la toma del celular enfoca a una mareada García tras bajarse de algo, una de las tantas salidas de ellos, sabía que era reciente por el bebé que cargaba en brazos su actual pareja de su antiguo compañero.

Se pasó todo el tiempo que pudo mirando video tras video, nunca se sintió tan feliz de tener una tableta en sus manos, con lo que odiaba esas cosas, sonreía con melancolía sin dejar de llorar por primera vez desde que llegó a ese lugar, pero tras un rato de videos toda esa alegría se desmoronó, si sabían quien era el no era dificil buscar los amigos de este en redes como facebook o instagram, videos publicos y esas cosas, pero sus alarmas saltaron cuando un video de uno de sus cumpleaños empezó a reproducirse, era una de sus tantas cintas caseras que amaba su madre, aquello le hizo entrar en pánico arrojando la dichosa tableta con todas sus fuerzas hacia una pared destrozando la pantalla de esta.

  — ¡¿Qué es lo que quieren de mi?! ¿Porque nos hacen esto?—  Gritaba desesperado, como la primera vez empezó a buscar desesperado una manera de salir, sabían tanto de él que le aterraba que les hicieran algo a sus amigos, por su culpa, claro que no fue algo aislado o al azar, los querían a ellos específicamente por alguna razón, eso lo tenía muy en claro.

No pudo seguir con aquello porque sintió un repentino mareo que le hizo sujetarse de algo y las ganas de vomitar se hicieron presentes y tuvo que correr al baño a sacar todo lo que había comido hace unas horas, vomitaba hasta que se sintió medianamente bien, ya llevaba un tiempo con esos problemas y cuando acudió a hacerse unos análisis siempre que tenía que recoger sus estudios o estaban perdidos o alguien en su nombre había ido a por ellos con una perfecta firma suya que lo aprobaban, sentía que le ocultaban algo y empezó a sentirse inseguro, perseguido, no pudo comentarle nada a Luke porque le daba miedo y tampoco tuvo el tiempo para hacerlo, entre la presión del trabajo y lo rápido que avanzaba aquello cuando menos se dio cuenta ya estaba en esa misma habitación desorientado sin saber qué hacer.

Tuvo que recostarse en la cama porque aquel mareo no desaparecía y sentía como si en cualquier momento fuera a desmayarse, pronto no supo nada más porque todo se volvió negro, como deseaba poder ver a sus amigos nuevamente, que todo acabara, abrazar a Luke con fuerza y no volver a alejarse de ellos jamás, sabía que al menos su madre estaba a salvo en donde la cuidaban ahora.

Rescatando a un genioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora