Día 4 - De las nubes, la inseguridad y la confianza

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~Day 4: Insecurity/Confidence
Alternate: Clouds~

Sentado a las afueras de Ladylake, Sorey contemplaba el cielo. Estaba pensativo, enturbiadas sus ideas para formar una auténtica tormenta que advertía sobre la posibilidad de estallar dentro de su cabeza de un momento a otro. Su estado de ánimo coincidía de alguna forma con el amenazante firmamento. Cubierto por nubes oscuras, todo auguraba lluvia iminente, mas ninguna gota llegó a descender. El muchacho frunció los labios, amparado por esa capota de panzas algodonosas que recorrían todos los tonos existentes de gris. En ella podía dibujar las más extrañas formas, como el mapa que pinta un loco durante sus delirios. Su vista descendió hasta fijarse en la capa blanca que lo identificaba como Pastor. Recorrió los bordados delanteros con la mirada y los pulgares, pensando en la antiquísima tradición que cargaba a sus espaldas, esa misión que de pronto le habían encargado y que él había aceptado sin pensárselo dos veces. Eran más de mil años de antiguedad, una historia llena de luces aclamadas por el pueblo y sombras todavía desconocidas. Al principio le emocionó, y lo seguía haciendo, pero templado el impacto del anuncio inicial surgían los temblores. En días como aquel —tan sórdidos y grises— dudaba. ¿Habría hecho bien en realizar el juramento con Lailah? ¿Y con Mikleo? ¿Estaría cumpliendo correctamente con su cometido como Pastor? ¿Qué pasaría si se posicionaba demasiado del lado de Hyland sólo por ser amigo de Alisha? ¿Sería adecuado para la tarea encomendada? ¿Podría mantenerse neutral? Negar que tenía miedo o que siempre confiaba plenamente en sí mismo sería mentir como un bellaco.

El joven humano suspiró, frunciendo el ceño y los labios. Agradecía estar a solas pues aunque sus propios pensamientos le inquietaban y nada le habría venido mejor que un abrazo, prefería tener tiempo para recomponerse. No quería preocupar ni a Lailah ni a Alisha, mucho menos a Mikleo. Sabía que si cualquiera de ellos lo viera tratarían de animarle, y aunque lo acabarían consiguiendo, no quería molestarles. Al igual que le intimidaba el futuro y el saberse o no a la altura, lo que menos deseaba era importunar a sus compañeros con aquellas minucias que, creía, sólo a él le incumbían. Eso se esforzaba por pensar. Sin embargo el comenzar a agarrar su manto con los puños apretados le restaba cierta credibilidad. Porque ni aunque respirase hondo para calmarse e intentase pensar que todo iba a salir bien dejaban sus pensamientos de estar tan enturbiados como el clima.

Perdido en sus inseguridades, tardó unos segundos en reaccionar al notar una mano posarse en su hombro. Alzó el rostro y vio tras él a Mikleo, mirándole con preocupación compasiva. Las nubes grises no hacían sino resaltar sus colores. Con ellas de fondo, sus ojos se volvían dos hermosas joyas luminosas que brillaban com luz propia. El corazón de Sorey martilleó por unos instantes en su pecho al pensar no por primera vez en que viajaba con el serafín más bello de todos.

-Mikleo...

-Hola, Sorey.

Con una leve sonrisa, el albino se sentó a su lado en el borde del puente que conectaba Ladylake con tierra firme. Las nubes se reflejaban en aquel lago de aguas cristalinas, borrando su habitual azul y convirtiéndolas en el perfecto espejo del humor del Pastor. Su compañero supo verlo como nadie más podría nunca.

-Pensaba que estabas haciendo turismo por Ladylake.

-Lo estaba. -Concedió-. Pero explorar sitios no es igual de divertido sin ti. -Al oírle, el moreno esbozó una leve sonrisa. Sintió como Mikleo se aventuraba a posar la mano sobre una de las suyas, sobre la enguantada. En comparación, la del serafín era pequeña y delgada, más cercana a la de un niño que a la de un adulto, y aun así sus elegantes dedos alargados lo desmentían-. ¿Estás bien, Sorey?

-Más o menos.

-Un más o menos no me vale. ¿Qué ocurre?

Su expresión se ensombreció, y con ella parecieron hacerlo las nubes al virar hacia el negro. Las piernas de ambos muchachos colgaban al borde de la barandilla, suspendidas sobre el lago. Sorey tomó la mano que su amigo sujetaba, apretándola para asegurarse de que contaba con su apoyo incondicional. Y por supuesto que lo hacía. Siempre estaban allí el uno para el otro, desde pequeñitos. No despegó la mirada del agua.

-Yo... supongo que tengo dudas. No sé si estoy realmente preparado para ser el Pastor.

-Sorey, ya has purificado Ladylake con éxito.

-Ya pero... ¿Podré con la plaga de Marlind? ¿Y con lo que venga después?

-Estoy seguro de que lo harás.

-¿Por qué?

-Porque confío plenamente en ti.

El Pastor miró a su amigo; la preocupación y la inseguridad se mezclaban con la confusión y la emoción. La mirada malva que le recibió al girar la cabeza estaba calmada y segura. Mikleo sonrió al colocarse para poder estar todo lo frente a frente que la estrecha barandilla les permitía. El serafín tomó la mano del humano entre las suyas, antes de alzarla y acercarla a su rostro. Cerró los ojos al posarla sobre sus labios, atreviéndose a superar la línea de la vergüenza y besar sus nudillos, manifestando unos sentimientos hasta el momento escondidos. El moreno pensó en que podría estallarle el corazón, pero no fue capaz de apartar la mano. Bajo ningún concepto lo haría.

-Sorey -susurró-, si alguien puede hacerlo, ese eres tú. Eres capaz, eres alguien sin dobleces, sin malicia alguna. Y quizá suene a presión, pero eres el único que puede ser el Pastor. Aunque no por ello estás solo, jamás pienses que lo estás. -El albino abrió de nuevo los ojos, buscando la asombrada mirada ajena-. No confiaría en ti si lo estuvieras porque, ya sea uno humano o serafín, todos dudamos. La inseguridad es algo tan normal como respirar. Está en tu corazón, en el mío, en el de Lailah y en el de quien quiera que nos encontremos en nuestro viaje. Y en superarla juntos radica nuestra confianza.

-Mikleo... -Procesando esas palabras, Sorey apretó las manos que sostenían la propia, hasta que una se separó y dos quedaron entrelazadas-. Fui un completo idiota al pedirte que volvieras a Elysia.

-Me esperaba otra clase de respuesta, no que sacases el tema.

-Lo siento. Es solo que... he pensado que no sé qué haría sin ti.

-Probablemente perderte en una ruina gritando que es de la Era de los Dioses cuando en realidad es de la Era de Asgard.

-La última vez yo tenía razón.

-De chiripa. Y en realidad era un templo construido en varias épocas.

-Puede, pero acerté la mayoría.

-Lo que tú digas.

Los dos chicos se miraron, rompiendo a reír para ponerle punto y final a su discusión. Al tener los dedos entrelazados con los de su serafín, el Pastor fue capaz por un momento de notar los sentimientos ajenos latir como si fueran propios, hasta que se dio cuenta de que los compartía. Esa confianza estaba sólidamente cimentada sobre el cariño y la experiencia, sobre saberse el conocedor más experto en la materia de Sorey. Y al ver lo mucho que Mikleo confiaba en él, su inseguridad desapareció como por arte de magia, sustituida por un repentino valor y por el deseo de, ante todo, no defraudarlo.

Tras una avalancha de carcajadas que duró varios segundos, ambos jóvenes juntaron sus frentes y apretaron sus manos. Se miraron por enésima vez en lo que llevaban de conversación y en lo que llevaban de vida, regalándose tímidas sonrisas llenas de inocencia. El acto de unir sus labios les salió tan natural como respirar. No hubo preguntas ni declaraciones, sólo un efímero beso tan suave como el aleteo de una mariposa, tan delicado como un copo de nieve y tan dulce como los azucarados postres que volvían loco al serafín. Sus bocas cerradas se rozaron durante tiernos instantes, antes de separarse y mostrarse ambas sonrientes y satisfechas. Fue el primero de muchos besos, y no requirió explicación alguna. Su confianza les permitía hacerlo.

-¿Crees que el abuelo esperaba que esto acabase ocurriendo?

-Bueno, no hay quien engañe al abuelo. Seguramente lo supo antes que nosotros.

-Es posible. -Sorey sonrió, para luego juntar en una segunda ocasión su frente con la del serafín-. Gracias, Mikleo.

Mikleo sólo sonrió. No hizo preguntas, pues conocía todas las respuestas que necesitaba en aquel momento. Se limitó a quedarse así, junto a él, contemplando como poco a poco las nubes se iban aclarando.

SorMik Week [Tales of Zestiria fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora