Esta seguro doctor...-pregunto la madre preocupada, no quería ver a su pequeña sufrir, ni mucho menos ser ingresada en un hospital psiquiátrico.
-Ténganlo por seguro, puede que olvide algunas cosas ahora en su niñez, pero con el tiempo y el medicamento recetado, estos síntomas poco a poco desaparecerán- argumento el doctor para calmar a los padres.
-se lo agradecemos...
De pronto.
Sudor frío y respiraciones pesadas, había despertado de sus muchos sueños confusos, sentía asco, asco de si misma, asco de su estado mental, necesitaba aire y lo primero que pensó fue en salir, no le importaban los bombardeos nocturnos, solamente quería huir de su horrible culpa.
El doctor no estaba mintiendo, el medicamento habría borrado por un tiempo los síntomas de la jaqueca y olvidos, pero en cuanto a que desaparecerían era mentira, de hecho, se volverían mas fuertes, esa era una de las causas por las cuales su padre los habría abandonado, se sentía sola, y lo peor de todo es que cargaba con un sentimiento de culpa horrible. Según el doctor de ese tiempo, ellos la notarían normal ya que haría cosas que inconscientemente su cerebro le pediría, ya que lo ultimo que había pensado o dicho sería lo que ella llevaría acabo automáticamente, pero ella no estaría consiente así que simplemente no recordaría nada de lo que hizo en ese lapso, el problema, era que despues de haber peleado con su madre y salir de la casa, lo ultimo que pensó antes de tener un episodio fue en la muerte de su madre y en lo molesta que era, despues se encontraba de píe frente a la entrada de su casa con un montón de patrullas alrededor, ¿Qué había hecho? ¿Qué fue lo ultimo en lo que pensó? ¿Por qué? ¡¿Por qué!?...
-Lorna... - Sintió la mano cálida de su hermano enredarse en sus dedos fríos gracias a la temperatura de la noche, ni siquiera recordaba como había llegado ahí, era patética. -¿Qué haces aquí hermana, te puede caer un rayo?- su hermana lo miro con ternura, ver como su pequeño hermano trataba de ser protector cuando el apenas sentía como se raspaba lloraba a mares, era un niño sensible, pero al estar cerca de su hermana se armada de valor para defenderla de cualquier cosa.
-No hay rayos hoy Cristhal, además el cielo esta hermoso- dijo tratando de disminuir su tristeza ante su hermano.
-Pero...estas en el mismo lugar donde el otro rayo cayo-
Ella no se había dado cuenta, pero estaba parada justo en la orilla del hoyo del rayo que ya había caído, eso la alarmo ¿por qué estaba ahí? ¿acaso su cerebro le jugaba otra broma y lo ultimo que pensó fue en...suicidarse?.
-yo...¿oyes eso?- Esa no era la primera vez que escuchaba ese sonido, una canción, una dulce canción, tal vez estaba más loca de lo que creía.
-amm.....- Al decir esto, noto como su hermano empezaba a sudar y apretaba mas fuerte su conejo de peluche, ese peluche que lo había acompañado durante casi toda su corta vida.
-no importa...creo que estoy mal...- Al decir esto sus ojos se empezaron a humedecer, tantos sentimientos guardados, su hermano noto sus ojos empezar a tornarse un poco grises, sabia que pasaba noches llorando y ese color, era el color de la tristeza, todos del lado materno de su familia lo padecían, pero a ella se le ponían velozmente de este color cuando apenas se asomaba una lagrima.
-No hermana...no llores...no estés triste, estoy contigo- Dijo el menor abrazándola, la ternura la conmovió haciendo que empezara a sollozar, de pronto, la melodía se hizo mas fuerte.
-¡AAY!- Grito su hermano, aferrándose fuertemente a la cintura de su hermana, el primer relámpago se hizo presente, asustando al menor.
-¡Hay que meternos a la casa!- grito su hermana, cargándolo en un intento por protegerlo, pero ante este movimiento tan brusco, el peluche cayo.
-¡Espera! ¡bombón, no podemos irnos sin el!- grito el pelinegro en un intento de soltarse del agarre de su hermana.
En un intento desesperado, su hermana corrió de regreso por el peluche, los rayos se asomaban con mucha fuerza, en un intento por cogerlo, un relámpago cayo asustando a la mayor y forzándola a soltar el agarre del muñeco, pero cuando quiso tomarlo de nuevo, era demasiado tarde, el peluche había caído en el agujero del patio.
-¡Bombón!- Lloriqueo un poco el menor para luego soltarse completamente de su hermana, corriendo hasta el agujero, parando se en el filo de este, pero cuando menos lo vio venir un relámpago lo agarro de imprevisto, haciendo que este volteara asustado y al hacerlo, cayo.
-¡¡CRISTHAL!!- Grito desesperada en un intento por tomar la manita de su hermano, la que alguna vez le dio calor, pero fue demasiado tarde, el ya había caído, y en intento de ella frenarse, para no caer, el sereno de la noche hizo que sus pantuflas resbalaran cayendo al igual que el peluche y su hermano, en el agujero del patio, aquella noche de recuerdos, aquella noche de tormento...
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El tormento
TerrorUna noche de tormenta, Lorna y Cristhal caerán en su mas horrible pesadilla