Dos meses de salir cada fin de semana lo estaban cansando un poco. Nunca fue de ir mucho a los antros. Prefería quedarse en su casa en piyamas, sin necesidad de arreglarse. Pero ella lo valía. Quería verla. Contaba las horas de sábado a sábado para ver a la bella Woozi.

Pero ya no era suficiente, necesitaba más. Quería tenerla junto a el cuando quisiese y no depender de unas horas de un miserable día. Ver películas, salir a pasear, ir por helado, mimarla y hacerle el amor como un adolescente inexperto. Porque eso era el, en sus 25 años nunca había estado en una situación así. Nunca una chica había llegado a gustarle de esa manera tan completa. Woozi le encantaba interna y físicamente. Mucho más bajita que el de piernas formadas, no como las que normalmente tienen las niñas, flacas y sin gracia. Era delgada pero con curvas. No pecho, curvas. Sus caderas eran hipnóticas y su trasero ni hablar. Pero la curva más bonita que tenia era su gatuna sonrisa que alcanzaba sus ojos. Le gustaban los videojuegos, estudiaba música, amaba comer, sobre todo arroz. Lo traía loco.

Ahora se encontraba bailando junto a su amor, ella siempre con sus impecables faldas. Estaban muy cerca, con sus ojos conectados y sonrisas bobas en sus rostros. Se gustaban, de eso no había duda. Y paso lo inevitable, lo que debió pasar hace mucho. Se besaron. Jugaron con la boca del otro sin importarle el alrededor. Bastante tiempo paso hasta que se separaron y continuaban con la misma expresión de tontos enamorados. Seungcheol se atrevió a colocar sus manos en la pequeña cintura contraria y en respuesta unos brazos lo atrajeron más, enroscándose en su cuello. Rio y pegando sus labios a su odio, comenzó.

-Tú me seduces a tu antojo y de tu hechizo no puedo escapar.

Woozi rió con ganas sin despegarse de el. El pelinegro tenia la costumbre de mitad hablarle mitad cantarle. Seguia la letra cuando pensaba que era acorde a lo que quería decir.

-Escápate conmigo esta noche, bebé.

Eso fue más susurrado que cantado y el semblante de la castaña cambio a uno más serio.

-Seungcheol...
-Bebé, no me digas que no.

Levanto su vista y volvió a hacer contacto con los pequeños ojos de la chica. Era su forma de confesarse, era suficiente. No podía seguir con aquel juego de niños.

-Solo una cita.
-No puedo...

Deshaciendo su agarre dijo desanimada. 

Once a Saturday 🎀Jicheol🎀Where stories live. Discover now