One Shot

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Era una fresca mañana de otoño. El ciclo escolar iniciaba. Sandra agradecía profundamente que la escuela no tuviera un uniforme establecido. Una blusa negra que apenas alcanzaba a cubrir su ombligo, de manga corta, pantalones de cadera algo anchos color verde militar, y unas botas negras con un poco de plataforma conformaron su outfit; sumando su rebelde cabello negro, Sandra parecía la típica chica mala de instituto.

En realidad, Sandra era bonita, una joven inocente y dulce, esa forma de vestir no era más que un escudo para repeler patanes. En su antigua ciudad, era la chica más codiciada de su escuela, siempre vestía de una forma dulce y provocativa a la vez, sin caer en lo vulgar. La bella joven sabía los atributos que poseía y cómo aprovecharlos de la mejor manera posible. Solía optar por ropa hecha a la medida, que acentuara sus bien formadas piernas, blusas que sacaran a relucir su fina cintura y su trabajado abdomen. Esto llamaba la atención de varios jóvenes, en su mayoría patanes, por lo que Sandra decidió cambiar su apariencia en cuanto llegara a Seúl, quien la quisiera no buscaría su cuerpo, sino su forma de ser, que iría descubriendo poco a poco.

Entró al aula de clases y se sentó al fondo del salón, "veamos si alguien se acerca", pensó. Transcurridos unos minutos, un apuesto joven entró al aula. Vestía una playera blanca sencilla y un pantalón y chaqueta, ambos de mezclilla oscura, cabello negro ligeramente ondulado, "un corte no le vendría nada mal, pero se ve muy bien", pensó Sandra mientras lo miraba con atención.

El joven tomó asiento, casualmente junto a Sandra. Pequeñas miradas se le escapaban a la joven que poco a poco se sonrojaba al apreciar la masculina belleza de aquel chico. Éste notó la tímida mirada y se dirigió a Sandra diciendo.

-¿Tengo algo en la cara?- algunos podrían pensar que era grosero, pero su forma de preguntar, el tono amable que usó, esa blanca y simpática sonrisa, el brillo de sus ojos cuando miró bien a la chica que tenía a su lado, todo eso hizo que el corazón de Sandra latiera fuerte, su rubor aumentó drásticamente.

-Oh, no, no, lo siento- dijo apenada.

-Jeon JungKook, mucho gusto- extendió la mano y sonrió de nuevo.

-S... Sandra- ¿por qué habló entrecortada? ¿por qué sentía tanto calor?

-Lindo nombre, no eres de por aquí, ¿cierto?

Así comenzaron a platicar. JungKook era muy agradable, definitivamente no era un patán, aunque la cara sí que la tenía, era increíblemente guapo. A pesar de su ruda apariencia, Sandra le dejaba ver su lado dulce y cautivador, lo cual provocaba que día con día JungKook se sintiera un poco más interesado en ella. Lentamente, Sandra empezó a mostrar su verdadera forma de ser. Al cabo de tres meses, incluso su vestimenta empezó a ser como la de antes. Sandra había vuelto a ser la dulce y atractiva chica que había sido, llegando un día con una blusa ajustada sin mangas y un pantalón entallado color turquesa. Verla de ese modo provocó en el pecho de JungKook un acelerado palpitar.

-Vaya Sandra, no sabía que te gustaba vestir así.

-Si te soy sincera, así es como me visto normalmente, la ropa que siempre traigo, no sabes cuánto la odio.

-¿Por qué la usas entonces?

-No tiene importancia- dijo Sandra mientras se alejaba moviendo de un modo cautivador su pronunciada cadera, que se veía mucho mejor con aquellos pantalones que con la ropa que acostumbraba llevar.

La pícara mirada de JungKook se perdió en las curvas de la hermosa chica, que se volvió para verlo y sonreírle dulcemente, a lo que el joven respondió con una sonrisa igual de radiante y un leve rubor en las mejillas. Cuando Sandra reanudó su camino, JungKook pudo distinguir las miradas igualmente pícaras de sus compañeros clavadas en Sandra, lo cual le provocó una extraña pero intensa sensación de enojo y desagrado.

-JungKook, JungKook- dijo un muchacho mientras se acercaba, acompañado de unos cuantos chicos más -¿quién es esa chica? Dios, qué guapa, preséntala.

-Es Sandra, inútil- dijo visiblemente molesto.

-¿Sandra? ¿Sandra Ramírez? ¿La latina?- dijo el aparente líder, incrédulo.

-Sí.

-Dios, está guapísima, te llevas mucho con ella, ¿no? ¿Por qué no le dices que se vista así más a menudo?- dijo con un tono en el que el morbo era más que evidente, cosa que hizo enojar aún más a JungKook.

-No sean idiotas. A Sandra la respetan porque la respetan ¡¿OYERON?!

Fue en ese momento cuando JungKook se dio cuenta de lo atraído que se sentía hacia Sandra, ese malestar tan intenso eran celos en todo su esplendor. No supo cuán grande era su interés hasta unos cuántos días después, cuando Sandra llegó a la escuela vistiendo una sencilla blusa gris y un precioso overol corto color vino con flores rosadas y una mochila blanca, con el hermoso cabello negro trenzado sencillamente, un par de delicados mechones decorando su frente, y unos inmaculados zapatos blancos de piso; las uñas de sus frágiles manos estaban perfectamente pintadas de un rosa igual al de las flores de su overol, y sus labios mostraban un discreto brillo ligeramente rosado. Cuando JungKook la vio, le pareció la chica más linda y dulce del lugar. Aquel atuendo le había otorgado la apariencia de una chica tierna e inocente, de alguien que necesita ser protegida, imagen que a JungKook realmente le fascinaba.

-Hola JungKook- saludó Sandra alegremente.

-Qué bonita eres- respondió JungKook atontado para después volver a poner los pies en la tierra -hoy... sí... hoy te... te ves muy bonita- el rubor se adueñó de sus mejillas.

-Gracias- "qué raro actúa", pensó.

Sandra logró distinguir la mirada perdida de JungKook, clavada en su cuello descubierto, había visto infinidad de veces miradas parecidas, no eran ni las 9 de la mañana y ya había distinguido por lo menos a doce muchachos del instituto que la miraban de la misma manera, pero JungKook era diferente, su mirada era tierna, amorosa; Sandra pudo distinguir el deseo, que en los hombres es muy evidente, pero no era nada comparado con el de sus compañeros, quienes parecían animales cuando de deseo se trataba. Era la primera vez que una simple mirada la conmovía tanto, lo abrazó dulce y amorosamente, acto que sorprendió a JungKook, quien dudó un poco sobre devolverle o no el gesto, al final, dejó que su corazón tomara el control y abrazó a la joven. El varonil perfume de JungKook invadió la nariz de Sandra, quien a su vez se adueñó de la nariz del contrario con su delicado perfume de flores. JungKook dio un tierno beso en la cabeza de Sandra, y ésta escondió su rostro en el pecho del joven.

Nadie puede decir cuánto tiempo estuvieron abrazados, pero después de ese día, se les veía juntos todo el tiempo, dentro y fuera de la escuela, durante clases y entre éstas, en lugares públicos o más privados.

No fue sino hasta varios meses después, cerca del final del ciclo escolar, cuando JungKook se atrevió a declararse y pedirle a Sandra que fuera su novia, lo cual ella aceptó. Tuvieron una relación feliz, relación que fue posible gracias a aquel abrazo lleno de amor y ternura, un abrazo tan sincero que, al soltarse, Sandra y JungKook descubrieron que sus sentimientos eran correspondidos, honestos, ellos simplemente estaban destinados a estar juntos.

No soy lo que aparentoWhere stories live. Discover now