Y ahí estaba ella, sentada en el último pupitre del salón de clases, justo en la esquina aislada de sus demás compañeros y compañeras, estaba escribiendo lo que la profesora decía para no olvidarlo, aunque la fuerte lluvia que caía afuera hacía difícil escuchar la voz de la profesora y dejó de anotar prefiriendo ver las gotas caer.
-Valentina –Habló fuerte la profesora, su cabello negro canoso estaba recogido en un elegante moño, agarró el lapicero y la señaló- si no quieres oír la clase puedes salir del salón y dirigirte a tu casa donde tal vez te sientas más cómoda.
Ella se quedó mirando a la profesora sin saber por qué le decía aquellas palabras.
-Pero señora Trevor yo estoy escuchándola, claro que la clase me interesa...
-Pues no me parece así –Le respondió ella- no te veo escribiendo lo que digo como deberías hacer.
-No soy la única –Valentina señaló a todos sus compañeros- ninguno está escribiendo, yo apenas acabo de dejar de hacerlo... no es justo que...
-Fracasada –Dijo una compañera sentada delante de ella en un susurro destinado a ser escuchado por todos y dejando soltar pequeñas risas de los demás.
-Entiendo que estés estresada –Le dijo la profesora sentándose sobre el escritorio y cruzando las piernas con las manos entrelazadas sobre ellas- ya casi termina este último año escolar y tienes que hacer planes para tu futuro, así que como solo quedan veinte minutos de clases, te permito retirarte.
-Pero yo...
-Es una orden señorita Valentina.
-¿Señorita? De seguro es una pequeña zorra –Dijo un compañero obeso que se encontraba en la otra esquina mirándola burlonamente- tal vez desearía que usted fuera profesor en vez de profesora para pagarle de maneras lujuriosas el que le pase las materias...
-Basta señor Phil –Lo regañó a medias la profesora pero solo por obligación- en cuanto a usted –se dirigió nuevamente a ella- por favor espere hasta la salida afuera.
Valentina intentó contener las lágrimas, aún no entendía cómo podía ser tan frágil, cómo había dejado que todos la trataran como si no valiera nada en tantos años, sin hacer nada al respecto.
Al terminar la clase ella aún estaba sentada afuera en un asiento de madera elegante, todos la veían y se reían; seguía ahí porque la lluvia le impedía ir hasta su hogar y a su padre como siempre se le había olvidado ir a recogerla en el auto.
Luego de casi una hora y sin ver si quiera un pequeño indicio de querer parar de llover, se dispuso a salir caminando con su mochila sobre la cabeza para evitar mojarse por completo.
Se quedó un momento observando como Yara besaba a Harry, el único chico que le había despertado tan solo un poco de interés, a su derecha a tan solo cuatro metros de distancia, y fue su grave error, puesto que resbaló en un charco y cayó de boca manchándose todo el uniforme, su camisa blanca, su blazer vinotinto claro al igual que su corbata, sus medias y su falda hasta la rodilla, completamente sucia y sin ser ayudada, escuchando a sus espaldas y a su alrededor carcajadas de chicas y chicos, había cometido otra torpeza.
No le quedó otro remedio que ponerse de pie de un salto y salir corriendo a toda velocidad dejando correr un torrente de lágrimas sin parar que salían de sus ojos de un raro color fucsia. Cruzando la calle no se dio cuenta de que un bus se acercaba y hubiese sido atropellada de no ser porque Scott, un chico moreno de cabello negro con reflejos más claros, corrió y la lanzó a un lado quedando sobre ella luego de haberle gritado ¡Cuidado! y ella sobresaltada se arrastró hacia atrás.
-Déjame ayudarte –Le tendió su mano luego de haberse puesto de pie-.
Ella aceptó la ayuda y una vez levantada le dio las gracias.
-Deberías tener más cuidado al cruzar la calle, por Dios, casi fuiste atropellada.
Valentina lo reconoció, era un chico de su clase que siempre se sentaba de primero en clases y nunca hablaba con nadie a menos de ser necesario, aunque todos lo respetaban por esa aura de misterio que irradiaba, y nunca se metía con nadie, ni siquiera se había burlado nunca de ella. En un segundo se dio cuenta de ello, era el único que nunca le había hecho bullying y ahora la había salvado y ella estaba toda sucia, con el cabello enmarañado digno de ser un nido de aves y con los ojos rojos por haber llorado y las mejillas pegajosas por las lágrimas. Sintiendo vergüenza de sí misma lo miró una vez más a los ojos y sabiendo que era inevitable que ahora no se burlara él también de ella, salió corriendo sin más.
Llegó a su casa y abrió rápido la puerta, escuchó a sus padres discutir fuertemente y subió trastabillando las escaleras hasta su habitación, quitándose toda la ropa mojada y sucia y dejándola a un lado, se metió a la ducha aturdida y luego de haberse quitado toda suciedad salió, se secó y puso un camisón aguamarina que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas, apagó la luz, encendió el aire acondicionado y se lanzó a la cama, agarró su teléfono y vio en la página de clases como habían subido el video de su engorrosa caída y ya tenía 800 vistos y 250 comentarios burlones y ofensivos, tiró el teléfono hacia un cojín que estaba tirado en la esquina de su habitación y se puso boca abajo dejando fluir las lágrimas hasta quedarse dormida.
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La Puerta De Los Sueños
FantasyValentina es una chica a quien a pesar de su belleza es víctima del bullying en clases, las peleas familiares, conflictos internos, exclusión en la ciudad, abandono de sus amigas, problemas económicos e incapacidad de sentir afecto hacia algún chico...