El hospital

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Acabaron las clases por hoy. Voy enseguida a ver a mi madre, de pasó entro a la tienda de autoservicio y le llevo unos dulces que a ella le gustan tanto, me dirijo hacia la caja, de repente alguien me empuja.

—Lo siento, y siento llegar tarde Maggie. —Su voz me suena conocida.

—Para la otra fíjate por... —Gira a mirarme, pero si es. —¡Oh! es la alborotadora. — Su rostro se muestra indiferencia.

—¿Te cobro? —Me mira fijamente. —¿Te cobro? —Vuelve a preguntar.

—Sí. —Le sonrío. —Espero y me lo des gratis, y ya sabes de que hablo. —Le guiño el ojo.

Ella enrojece y me mira con ira, apenas va a abrir la boca, cuando Maggie le dice que no con la mirada. Maggie es de estatura baja, delgada, pero con una enorme cara redonda (ya debería bajarle a los chocolates), su melena es castaña y tiene unos ojos redondos color miel.

—Son $30.00 ¿Algo más que quiera llevar? —Me mira con odio.

—No gracias, le doy un billete de $100.00, quedate con el cambio, lo necesitas más tú que yo. —Salgo con una enorme sonrisa y volteo para guiñarle el ojo, ella se queda echando chispas.

Después de unos cuantos minutos de camino, llego al hospital, sinceramente no sé si entrar, aveces pienso que la culpa la tiene ella, al menos eso dice mi padre pero... no puede ser eso todo me es difícil, ¿Cómo me puede ser difícil algo, ya a mi edad?.

Entro al hospital, me dirijo hacia la habitación de mi madre, ella está en el 4to piso, así que tengo que tomar el elevador, cuando ya las puertas se están cerrando alguien pone el pie en medio de las puertas, subo la mirada, ella me ve y se pone roja.

—¿Acaso me sigues? .—Bacilo un poco. Ella sin decir nada, da un paso afuera del elevador, así que decido tomarla del brazo y meterla otra vez a este.

—¿Qué quieres? Deja de fastidiarme. —Hace un ligero puchero y se queda en silencio.

—Tu eres la que me sigue, se supone que apenas entraste a trabajar ¿No? .—Le tiro una de mis mejores miradas.

—Eso que te importa, todos vienen a ver a alguien ¿No? .—Se inmuta.

—Está bien, ganas, aquí me tienes. —Ella pone los ojos en blanco. De repente se ha escuchado un fuerte estruendo.

—¿Acaso es una broma? .—Ella grita. —Se ha detenido el elevador,y, ¿Precisamente contigo? .—Su expresión de enfando vuelve a aparecer.

—¿No querías que pasara? .—Le sonrío coquetamente. —Me agradaría que apreciaras y aprovecharas el momento.

—¡Eres un insoportable, un pelado! .—Lo grita, apuntandome con su dedo índice.

—Tu eres la insoportable, y me das flojera. —Lo digo con indiferencia y permanezco callado, me ha dado en el ego, jamás alguien me ha retado de esa forma.

Después de media hora el elevador funciona, así que llego al 4to piso y me dirijo hacia la habitación de mi madre. Rayos, está tan quieta, parece un ángel, pero con esos moratones no la hacen parecer. ¡Maldita sea! Demian, me digo en los pensamientos, ella está en esa cama por mi culpa, soy un cobarde por no haberla defendido en ese momento. Se me escupe una lágrima, soy un tonto, extraño escucharla decir que soy un buen hijo y lo muy orgullosa que está de mi.

—¿Joven Demian? .—Me habla la enfermera.

—¿Si? .—Mi voz suena grave.

—Ya acabó la hora de visita.

—Si, gracias Caro.

Se me fue muy rapido el día, ya está anocheciendo y ha comenzado a refrescar un poco, me dirijo hacia mi auto, me subo y lo enciendo. Decido tomar el camino largo para llegar a casa, es raro se ve que lloverá, si, tal y como lo dije ya inició, sigo pensando en lo de mi madre, ya voy a mitad de camino y no adivinan a quién me he encontrado, voy bajando la velocidad y bajo el cristal.

—Hola, ¿necesitas ayuda? .—Le comento. Voltea a verme y sigue su camino. Avanzo en el auto. —Por favor, sube, no te haré nada. Obviamente al menos que tu quieras. —Doy media sonrisa.

—Por ese motivo no me subo, eres un pedante. —Sigue con la mirada puesta en el camino.

Le cierro el paso con mi auto. —Ya, está bien me calmo. —Levanto las manos en forma de rendición. —Por favor sube, la lluvia está fuerte, te puedes resfriar, y aparte es de mala educación, mi madre me diera un sermón si te dejo aquí.

—Está bien, pero no significa que te disculpo de lo anterior, y mucho menos pienses que me caes bien. — Ella sube al auto y arranco. No la había visto del todo bien, ella es guapa, en este momento trae una chaqueta de cuero, una blusa blanca, un short de mezclilla y unas botas; tiene cabello negro, largo y ondulado, tambien unos ojos de un marron muy hermoso. Demian, ¡que rayos! Calmate.

En todo el trayecto hubo silencio eso y nada más.







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