Es de mañana, el sol ha entrado por mi ventana, me fijo al reloj que está en la mesita de noche, son las 06:00 am. Sé que me faltan 2 horas para entrar a clases pero he decidido tomar una ducha, después de 5 minutos salgo y voy al armario para buscar mi ropa, tomo unos vaqueros y una camisa deportiva color azul marino, tomo el cepillo para arreglar mi cabello y listo. Bajo a preparar el desayuno de mi padre y otro para mi, zumo de naranja, unos huevos benedetti y pan tostado, enciedo la cafetera; se escuchan pasos en las escaleras, es mi padre ¿Aún en pijama?.
—¿Irás a trabajar? .—Sale de mi boca sin siquiera pensarlo.
—No. —Su voz es potente. —Tu no irás a clases, iré a sacar un permiso. —Guarda silencio y me mira fijamente. —Iremos a la vieja casa.
Desayunamos tranquilamente, no cruzamos palabra alguna, él ha terminado y sube a ponerse ropa limpia al menos eso espero.
Subimos a su auto y fuimos a la Universidad, él solamente se bajo y me dejó en el auto, después de unos largos minutos llega y se sube al auto con expresión de enfado.—¿Qué pasó allá? .—Al fin dije.
—La culpa la tiene tu madre, ella se debería de encargar de todo esto, siempre no está cuando se le necesita. — Su voz se hace más grave.
—Bueno. —Hago una mueca, no puedo creer que hable así de mamá, cuando él fue quien la puso en ese hospital, pero de mi padre se espera todo, así que no me sorprende.
Después de dos largas horas de camino llegamos, es extraño volver a ver esta casa, recuerdo que aquí fuimos muy felices, mi infancia está aquí. Mi padre me ve fijamente y hace una mueca, a mi me da igual.
—Apresurate que no tenemos todo el día Demian. —Avanza hacia la casa sin mirarme.
—Ya voy. — No puede ser tan arrogante, antes aquí no solía serlo.
Me adentro, y el silencio invade el lugar, me dirijo hacia mi padre, el cual está sacando algunas cajas de su amtigua habitación.
Ya está envejeciendo, el alcohol lo está consumiendo ya se le notan algunas cuantas canas en su cabello oscuros, se le definen las arrugas de la frente, él es de piel blanca, alto y ojos azules.—Me acerco a él. —¿Qué se tiene que hacer? .—Me mira por el rabillo del ojo, le sonrío, obviamente finjo la sonrisa.
—Sacar todas las cajas con cosas que hay aquí. —Toma una bocanada de aire y la exhala . — Vendere la casa Demian. —Sigue sacando las cajas.
Me cayó de golpe la noticia, pero ¿Qué puedo hacer? Ya hace tiempo todo se fue al carajo.
Terminamos de sacar todas las cajas de la casa y de meterlas al auto, mi padre me ha comentado que lo deje cerca del trabajo que tiene cosas que hacer, no le hago ninguna pregunta de ello, pero me ha dado la instrucción de poner las cosas en el almacen de la casa. Al fin que he dejado a mi padre, decido pasar al autoservicio por golosinas, chucherías y una soda, entro y solo está maggi, observando con esos enormes ojos redondos color miel.—¿Nada más llevarás eso? .—Comenta
—Si, gracias. —medio sonrío salgo del autoservicio y me dirijo hacia casa.
Llegando a esta observo que alguien está sentado en el portico, meto el auto a la cochera, me asomo y abro la puerta.
— ¿Hola? .—Digo mientras la observo.
—Hola, ten me encargaron esto para ti. —Me entrega un sobre.
Abro el sobre y es la tarea del día. — ¿Por qué me la entregas tú? .—Me ve con indiferencia.
—Gracias, ¿Cómo te llamas? O si claro me llamo Nadia, bueno Nadia muchísimas gracias. —Suena sarcástica. — Tus profesores investigaron y vieron que yo vivo cerca, así que me encargaron tu tarea. Adiós y de nada.
Me quedo viendo raro aún ¿Cómo sabe dónde vivo? .— Lo siento, y ¡Gracias! .— Va lejos y ya no pude preguntarle.
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ESTO ES GUERRA
Novela JuvenilDemian Castillo es un chico de 19 años, universitario, buenas calificaciones, atento en todo, pero tiene un defecto, es muy superficial y machista con las mujeres; aun así, llega una chica a su vida llamada Nadia Andrade que pondrá en duda todo lo q...