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Tooru estaba, en simples palabras, destrozado.

Su hijo. Su querido hijo... Eso no le podía estar pasando a él. Simplemente, no podía ser. Le había dado una buena crianza, no sería el mejor padre del mundo pero...

—Oikawa, deja de ser tan malditamente exagerado.

Tooru miró a su esposo entre sus manos, con sus lágrimas rebosando por las mejillas y sus marrones ojos hinchados.

Hajime solo le llamaba así cuando estaba molesto con él.

—¡No puede ser que vayas a apoyarle en esta locura! ¿No te das cuenta de la desgracia? ¡Nuestro hijo va a...! ¡A...!

No se atrevió a finalizar la frase antes de sumergirse en sollozos de nuevo, como buen dramático que era.

—Papá...

—Papá, no exageres tanto —intervino Yuki, suspirando mientras recogía su cabello negro—. Shinji solo va a ir al mejor equipo de la prefectura, deberías estar alegre por él.

—¡Yuki, tú también no! —protestó Tooru, sintiéndose incomprendido por su familia.

—Vuestro padre es un dramas, no le hagáis caso —suspiró Hajime.

—Por lo menos alguien te apoya, Shin-chan —sonrió Yuki, molestando a su gemelo.

—Yuki, no molestes —bufó Shinji—. A ti no te dice nada porque tú sí vas a ir al Seijoh.

—Oh, pero es porque Natsu-chan va ahí también —sonrió ampliamente.

—Ya la has liado... —suspiró Hajime al ver la perplejidad de su esposo al escuchar las palabras de su hija.

—Yuki... No me digas que tienes alguna clase de interés por esa chica...

Yuki le miró sin entender.

—¿Por Natsu-chan? Es linda —se puso un dedo en los labios—. ¿Pero y qué si fuera así, papá?

Tooru se volvió a hundir en un mar de llantos, maldiciendo todo lo maldecible mientras Hajime suspiraba y ponía una mano en el hombro a su hija.

—A ver, Yuki, Natsuki es la hija de Kageyama. Ese es el problema.

—¡Mi hija con la hija de Tobio-chan! ¡Mi hijo yendo al Shiratorizawa! —gritó desesperado Tooru—. ¿Qué será lo siguiente? ¿¡Qué más puede pasarme?!

Shinji miró a Hajime con súplica. Necesitaba la firma de los dos para la matrícula, y Tooru se negaba en rotundo a firmarla.

—A ver, idiota —Hajime se acercó a la silla donde estaba sentado y le dio un golpe en la cabeza—. Firma de una puñetera vez el maldito papel y deja a los chicos en paz.

—¡Se supone que debes apoyarme, Hajime!

—¡Se supone que deberías haber madurado de una jodida vez hace años!

Shinji y Yuki se miraron con una sonrisa resignada. Muchas veces se habían llegado a plantear cómo sus padres habían estado juntos dieciséis años.

Cuando Issei y Takahiro les dijeron que sus padres eran amigos de la infancia, casi les dio un ataque.

—¡Se supone que estamos casados! —Tooru le señaló su anillo—. ¡Prometiste apoyarme para toda la vida!

—¡Sólo cuando fueran cosas importantes, imbécil!

—¿¡Y esto no es importante?! ¡Es el futuro de tus hijos! ¡Shinji es demasiado bueno como colocador para los del Shiratorizawa! ¡No puede ir ahí! ¿O se te olvida todo lo que pasamos contra ellos?

A million dreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora