Me levanté y con todas mis fuerzas corrí, intentando que esa traidora a la que llamaba hermana desapareciera lejos de mí, pero antes de poder siquiera percatarme si me perseguía choqué contra una gran silueta oculta en la oscuridad de la noche. Con sus intimidantes dos metros de altura y sus brillantes ojos rojos se volteó a verme. Aterrada, intenté gritar pero todo mi cuerpo se encontraba paralizado. La figura intentó alejarse, pero en cuanto oyó la voz de mi hermana gritando a la lejanía con rabia, bajo la mirada a verme. Pude notar lo inseguro que se sentía al respecto, ya que jugaba con el dedo moviendo esa extraña flor de su chaqueta. Al notar las pisadas furiosas de ella, no titubeó más y me recogió con fuerza, alejándose a los saltos del lugar. Fuera del terrible susto que me provocaba el estar en los brazos de un extraño escapando de lo que yo hace unos minutos consideraba un familiar, me sentía bastante más tranquila. Levanté la cabeza y vi como mi hermana giraba en la esquina, intentando alcanzarnos. El señor era bastante ágil y rápido, así que no me preocupé de ello. La preocupación llegó cuando una de las balas atravesó su hombro, reduciéndole el paso. No pude evitar lanzar un pequeño grito de angustia, el cual, él escuchó, intentando llegar más rápido a donde fuese que me llevaba. « Seguro nos dirigimos a una comisaría... o tal vez, ¿a un hospital? » pensaba la pequeña niña, pero la realidad no podía estar más alejada. El señor se detuvo en un callejón donde sacó de su elegante chaqueta un reloj de mano dorado, el cual presionó y, como por arte de magia, hizo aparecer un agujero en el suelo, lanzándonos dentro y escapando de esa lunática de mi hermana. La caída al vacío me dejó sin aire de golpe, provocándome que me desmayase en los brazos de ese extraño señor.
Desperté en una enorme y suave cama de terciopelo azul. Levanté mi cabeza y observé mis nuevos alrededores. Me encontraba en un lindo, y ordenado, cuarto. En cierta parte, me recordaba al cuarto de mi abuela cuando la visitábamos por las navidades, pero a diferencia, no había tantos gatos, por no decir ninguno a la vista al menos. Salté de la cama y me acerqué al armario, el cual abrí y observé ropas demasiado grandes para una niña de mi edad. Muchas chaquetas pero ni un solo pantalón. La curiosidad me pudo, así que tomé una de las chaquetas e intenté ponérmela. Era evidentemente mucho más grande que mi pequeño cuerpecito, reí por mis apariencias frente al espejo y en cuanto quise seguir jugando, alguien patea la puerta de la habitación.
- ¡Santos cielos! ¡Santos cielos! -Repetía un enorme conejo blanco con chaqueta, sosteniendo una bandeja en las manos.- ¿Dónde te encuentras, pequeña? -preguntó al aire.
Volteó y me vio junto al armario, por lo que puso una mirada desesperada y se acercó rápido donde estaba, quitándome con rapidez la chaqueta.
- Mi hermosa vestimenta, la duquesa me va a matar si ve una sola mancha en mi atuendo, ¡Santos cielos! -seguía repitiendo, soltando la bandeja sobre un escritorio.
Yo no pude hacer más que mirarlo y pensar en lo extraño de la situación. Un enorme conejo blanco perdía la cabeza por la suciedad de una chaqueta y tenía miedo de que lo regañasen por eso, claramente no era algo habitual de ver. El conejo guardó todas esas chaquetas con cuidado y suspiró aliviado. Volvió a correr donde la bandeja y se dirigió hacia mi nuevamente.
- ¿Qué haces aquí, pequeña? Deberías encontrarte en la cama. ¡No, no, no! -me rezongaba con la cabeza. Me sostuvo únicamente con una mano y me dejó en la cama.- Ahora toma, come pequeña -ordenó, dejándome la bandeja sobre mis piernas, pero yo no pude evitar sentirme intimidada por aquel animal. Él pareció notarlo y se puso aún más nervioso.- N-No puede ser. ¿Qué estoy haciendo? -se preguntaba a sí mismo, golpeándose levemente la cabeza.
Yo intenté comer, pero toda la comida que había eran verduras sin siquiera cocinar, cosa que a una niña no suelen gustarle. En este caso, hice a un lado la comida y bajé la cabeza, temerosa de la situación. « ¿Va a comerme? » pensé. « ¿Es posible que un enorme conejo blanco tenga intenciones de comerme? » me volví a preguntar, asustada, con la mirada fija en los ojos rosas de aquel animal gigante. Pero él no parecía tener intención alguna de devorarme, « ¿Tal vez era como la bruja de Hansel & Gretel? » volví a preguntarme, pero esta última fue más una necesidad de creerlo, fuera del hecho de que fuese real o no. Al cabo de un rato, al ver que no había ni tocado su comida, inclinó levemente la cabeza y me dijo:
- ¿Sucede algo, pequeña? -preguntó, aun cuando la respuesta era bastante evidente.
Mis padres habían sido asesinados frente a mis ojos hace no más de unas horas, ¿cómo podría estar bien? Mi propia hermana desenfundó un arma en contra de su propia familia, sin razón alguna. Pensar que alguien pudiese considerar eso como "estar bien", me enfermaba. Sin darme cuenta, estaba presionando con fuerza mis dientes y soltando lágrimas, situación que puso nervioso al conejo.
- ¡Santos cielos! ¿E-Estás bien? -volvió a preguntar, sin recibir respuesta de mi parte.- ¿Pero qué cosas pregunto? ¡Claro que no estás bien! ¿Debería hacer algo, no sería demasiado raro? -el conejo estaba moviéndose de un lado para el otro, intentando descubrir que hacer, mientras yo no hacía más que continuar llorando.- ¡Claro! Tengo una idea
Inmediatamente después de su última palabra, me jaló con fuerza para recibirme con sus brazos y así, darme un fuerte abrazo, sin quitar lo nervioso que aún se encontraba. Él estaba pendiente de mi reacción, pero yo no estaba atendiendo en lo absoluto a eso, solo me dejé llevar y como un pequeño cachorro me aferré con fuerza a sus ropas, lagrimeando con más fuerza que antes. Él no pareció tener intenciones de retroceder, al contrario, noté su respiración mucho más calmada. Mi cabeza se perdió completamente en el acogedor pelaje del conejo blanco. Me hizo sentir que todo estaba bien, que estaría segura a su lado. Sin darme cuenta, solté un pequeño susurro, « gracias ». Él se sorprendió al oír esto, pero al instante me sonrió y acarició con suavidad mi cabello.
Y pensar que esta fue la persona a la que dejé ir...
ESTÁS LEYENDO
Las Cronicas de las Maravillas
FantasyEra la decadencia de la que alguna vez fue la Alicia que todos amaban. Las exageraciones llevan a malentendidos, y los malentendidos a disputas, las disputas al odio, y del odio al quiebre total. Alicia será la única responsable de volver a juntar t...