Élus

3

La tripulación del A1B2 estaba lista para embarcar, eran las quinientas horas del día 263 del calendario solar de la tierra.
Estaban cargando los últimos cargamentos que dejaran en Margiee, cuadrante 22’06.
Ámbar observaba desde su sitio con los brazos cruzados, vigilando que el cargamento estuviera en orden y nada estuviera fuera de lugar.
El cargamento constaba de personas perfeccionadas física y mentalmente que irían habitar el nuevo mundo. Las personas era un total de 257 personas que constaban el cargamento contando aparte del material de construcción.

En el personal contaban con el capitán y jefe de toda esta operación, la teniente Ámbar, los ingenieros a cargo de la nave, los doctores a cargo de los élus y un androide que se quedaría al tanto de lo que pasara mientras gran parte de la tripulación estaba en sueño profundo. Serían despertados veintiséis días antes de abordar a Margiee.
Conforme terminaban de cargar todo, se acercaban a redirigir las coordenadas a donde se dirigirían.
—¿Coordenadas teniente?—preguntó el capitán, sentado en el frente de todos
—Cuadrante 22’06 área no explorada—contestó Ámbar
—¿Aún están cargando?—
—No, capitán
—Muy bien, eleven, anoté teniente, a las setecientas horas con treinta y cinco minutos se zarpo del ala veinticinco de la tierra a tierras desconocidas a repoblación. Quién sabe a donde nos llevará Dios. —
Se acerco aún lado de él. —Esperemos que a buenas tierras capitán—era por el bien de la tierra.

                              (/\)

Se encontraban en la sala de sueño profundo. Toda la tripulantes a cargo serian llevados al sueño profundo a manos de los doctores que habían negado ser llevados también para la vigilancia de los Élus, y de ellos mismos.
La cámara está había invitándolos a adentrarse en ella de manera vertical a su vez que estos entrarán se volvería a su posición normal que era horizontal.
Todos se miraron nerviosos, no sabían si hacerlo o no. Sería la primera vez que entrarían en sueño profundo en un viaje largo.
Dieron pasos adelante y se adentraron en las máquinas.
Estarían en buenas manos.
O eso creían.