Puertas

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Lo veo ahí, acercándose a mí lentamente, sonriendo cínicamente, gesto que logra que me quede paralizada. Su piel comenzaba tornarse de un color grisáceo, parecido al de un cadáver. Partes de su pellejo se desprendía de su carne. El músculo que se veía tras el pellejo se notaba podrido, en estado de descomposición. Sangre salía de ambas comisuras de sus labios. Su cabello había cambiado a un color blanco. El cuchillo que sostenía empezó a oxidarse. Sus ojos estaban inyectados en sangre y brillaban como cuando había sonreído minutos atrás, antes de que todo se pusiera extraño, un brillo de una gama de colores.
–Vamos, ¿por qué huyen de mí?–dijo Fernando ladeando su cabeza y sonriendo todavía más, acto seguido, parecía como si su boca se hubiera hecho más grande. Su sonrisa se extendía hasta la altura de sus ojeras, cortando la piel y dejando al músculo expuesto, llenando su rostro de sangre.
    La tormenta se intensifica, relámpagos caían alrededor de la casa, iluminando la habitación y el pasillo, lo que hizo que me diera cuenta de algo: Fernando no tenía sombra.
    Segundos después, todo el lugar cambiaba de aspecto, pues toda la mansión había obtenido una capa de hielo sobre todas y cada una de las superficies. El lugar se había congelado por completo.
    Todas la puertas se abrieron al instante a excepción de tres, que aparecieron repentinamente al final del pasillo, las cuales llamaron la atención de Joel, Carlos y mía, haciéndonos voltear.
    Al regresar la mirada a una de las tantas puertas abiertas, notamos que Fernando había desaparecido, mientras que en cada una de las puertas del fondo se tallaba sobre la madera el nombre de cada uno de nosotros tres.

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2018 ⏰

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