-Te veo mañana Paul -me despedí de mi compañero, mientras me cerraba los botones de mi chaqueta.
-Seguro amigo, buena noche -chocamos nuestras manos y yo salí al frío de la noche, el viento empujaba mi cabello, haciéndolo bailar sobre mi cabeza. Caminé hacia la estación subterránea más cercana, esperé el metro que a los pocos minutos llegó y subí en él. No había tanta gente por lo cual me senté en un asiento para dos yo solo. Me puse mis audífonos, dejé que la música invada mis sentidos hasta llegar a mi estación.
No quería llegar a casa, pero debía hacerlo, no quería ver a Kate enojada. Subí las oscuras escaleras iluminadas por unos bombillos viejos que alumbraban muy poco. Saqué mis llaves y giré la perilla, las luces estaban apagadas, prendí la luz del comedor, despejé las revistas y platos que se encontraban en ella. Saqué mis cuadernos y libros de la mochila, me puse a escribir mi ensayo.
Las horas parecieron minutos y yo había acabado mi ensayo, le di los toques finales a una maqueta que me mandaron la semana anterior, dejé todo listo para el día siguiente. Antes de irme a dormir me preparé un sándwich, no había nada preparado, no habían tantas cosas en la nevera, encontré una botella de jugo en la alacena y comí mi maravillosa cena. Dejé apagando todo, y me dirigí a mi habitación, al acercarme a la puerta escuchaba la voz de Kate y su risa.
-Hola -ella estaba sentada en la cama con un barniz de uñas entre sus manos, recién pintadas, el teléfono apoyado en su hombro y presionado contra su oreja
-Dame un segundo Sam -cogió con sumo cuidado el teléfono que tenía apoyado en su hombro y levantó su mirada hacia mí, para evitar más incomodidad caminé al armario buscando una camiseta y unos shorts-hola, no sabía que llegaste -cogí lo necesario, me dirigí a la salida -¿sigues enojado? No me ignor... -cerré la puerta y caminé a la sala, me vestí con mi ropa cómoda y en el viejo sillón que tenía bajo de mi me dormí.
Noches como esas se presentaban día tras día.
Días que transcurrían por inercia, la rutina era inevitable.
Una noche llegué a casa y me encontré con algo diferente.
Abrí la puerta, y la cerré tras de mí. Sorpresivamente las luces estaban prendidas, noté algo diferente, la mesa sin platos, la sala sin ropa por todas partes, el piso brillante. Me deshice de mi mochila que colgada en mis hombros y la dejé en una de las sillas del comedor. Me encaminé a la cocina de donde provenía todo el ruido existente, ahí estaba Kate, sirviendo macarrones con queso en dos platos, dos copas llenas de jugo de manzana, parecía champan, pero era jugo de manzana, yo lo sabía. Me apoyé en el marco de la puerta, mirando su linda sonrisa y sus manos que delicadamente realizaban cada movimiento. Había extrañado tanto estos momentos, había extrañado como eran antes las cosas, parecía que toda la oscuridad, enojo y tristeza se borró pero la luz, alegría y amor renacieron.
De un momento a otro Kate levantó la mirada y gritó, una cuchara cayó al piso, ella cubrió su rostro con sus manos, fui rápidamente donde ella, rodeándola con mis brazos, el olor proveniente de su cabello me atrapó y suspiré encima de él.
-Lo siento cariño, no era mi intención asustarte –susurré sobre su cabeza, pasando suavemente mi mano por su espalda, intentando calmarla.
-No es tu culpa, nunca escucho cuando llegas, me temo que estoy sorda –ambos reímos, la separé de mi y tomé sus manos.
-¿Hoy es un día especial? –pregunté con una sonrisa que a los instantes se contagió ella y también sonrió.
-Quería pedirte disculpas, soy muy caprichosa y no… -puse mi dedo índice derecho encima de sus rosados labios.
-Tranquila, mejor olvidemos estos feos días.
La cena transcurrió mejor de lo que esperaba, ya era tanto tiempo sin cenar los dos juntos, recordamos anécdotas e historias que solo ambos entendíamos, el brillo de sus ojos y su sonrisa regresaron, seguramente yo me veía igual que ella.
Días llenos de amor, días sin peleas, días de comprensión.
Parecían como nuestros primeros días de novios.
Aunque no pasábamos mucho tiempo juntos todo iba de maravilla.
*
De camino a la universidad pasé a comprar cigarrillos en un minimarket. En la caja aparte de mis cigarrillos cogí unas mentas.
-¿Algo más? –preguntó el hombre que cobraba en la caja.
-No, eso es todo –dije mientras hurgaba mi bolsillo de la chaqueta en busca de un billete.
-¿Le gustaría comprar un billete de lotería? –levanté mi mirada al hombre que me mostraba el billete –es el último, anímese –me mostró una sonrisa tratando de convencerme.
-Está bien, me lo llevo –pagué todo, recibí mi cambió y salí de la tienda.
-Que tenga suerte –gritó el hombre ya cuando estaba cerrando la puerta.
*
-Yo también te quiero, adiós.
-¿Con quién hablabas Kate? –pregunté mientras entraba a la habitación después de darme un baño.
-Eh… con Sam, ya sabes es mi mejor amiga, ¿por qué preguntas? –giró su mirada a otro lado, algo que no entendí. Me acerqué al armario, abriendo mis cajones buscando algo que ponerme.
-Si se que Sam es tu mejor amiga, solo pregunté por curiosidad cariño.
*
Esta noche mi turno se alargó, era viernes y tenía muchas tareas por hacer, estaba comiendo la cena que compré en el restaurante vietnamita de alado. No estaba tan bueno, pero era comible. Paul estaba sentado en frente de mí, leyendo el periódico. Mientras masticaba fijé mi vista en el periódico, era la sección de los números ganadores de la lotería. Lotería, tragué la comida disuelta en mi boca, me levanté de la silla y corrí a buscar en mi mochila, hurgué por todos los bolsillos y no estaba. Mi chaqueta, ahí debe de estar. Palpé los bolsillos y si, ahí estaba doblado el billete. Corrí hacia donde estaba Paul y le arranqué el periódico de sus manos.
-Oye, ¿Qué te pasa?
Por ahora no está muy interesante, pero ya vendrá lo mejor :)
Voy a seguir la novela ya que he leído muchos comentarios constructivos.
Muchas gracias por el apoyo.
Espero que les guste.
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Aquella Noche
RomanceAquella noche todo cambió. Aquella noche empezó su vida de nuevo. Aquella noche volvió a ser él. Aquella noche el brillo de sus ojos nació. Aquella noche fue la gota que derramó el vaso.